Cultura y Sociedad

CONSUM ALQUILA EL INMUEBLE

El mito de Arena Auditorium se desvanece para siempre y será un supermercado

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VALENCIA. Woody sigue cerrada. Queen iba a salir a subasta principios de año. La discoteca Salitre, abandonada, como Puzzle. Locales míticos del barrio del Carme como La Marxa o Casa Vella están tapiados. Los grandes espacios del ocio nocturno que durante la década de los ochenta y los noventa fueron referencia en la ciudad de Valencia han sido engullidos por el tiempo, ese maestro que devora a sus hijos. El tiempo los ha barrido y de ellos ahora sólo queda el recuerdo.

De todos esos grandes locales si hay uno que suscita más nostalgias es Arena Auditorium. La patatera de Benimàclet fue "la sala de conciertos por excelencia", en una descripción que comparten tanto el periodista Eduardo Guillot como el promotor y productor de espectáculos Vicente Mañó. "Allí iban los grupos para melómanos, para esa inmensa minoría", comenta Mañó. "Era una gran maravilla, con un sonido excelente y visibilidad total estuvieras donde estuvieras" recuerda Tórtel. "Una joya para todos a los que nos gustaba la música", añade.

Inaugurada el 29 de diciembre de 1983 y cerrada a finales de 1999, durante sus casi 16 años de existencia fue un lugar de peregrinaje para góticos, punks, rockers, heavys; era el templo ecuménico del rock and roll. Como discoteca también funcionaba, pero se la conocía sobre todo por albergar conciertos únicos. Ahora, tras 15 años de abandono, sin uso concreto, Consum ha alquilado el local para abrir allí uno de sus supermercados más grandes, 1.500 metros cuadrados, en una noticia que adelantó este lunes la cadena Ser y que confirmaron fuentes de Consum a Valencia Plaza. Su larga agonía ha concluido.

La discoteca como tal abrió a punto de concluir 1983 con el nombre de Pachá y organizó conciertos prácticamente desde el primer día. El primero fue un 7 de enero de 1984 con Alaska y Dinarama, acompañados por Pedro Almodóvar y Fabio McNamara. Mucho antes de que los políticos creyeran que la modernidad era cosa de edificios de Santiago Calatrava, la verdadera modernidad, "la de base" como dice Mañó, llegó a través de la música.

Fue precisamente Mañó quien llevó allí al primer grupo internacional de renombre, Depeche Mode, en 1984. Con todo lo que abriría definitivamente las puertas a los conciertos de grandes grupos extranjeros sería una mera cuestión de relaciones personales.

Con la llegada de Vicente Pizcueta al equipo de la discoteca se decidió cambiar el nombre y rebautizarla como Arena para desvincularla del sonido Ibiza y apostar por otra vía. Asimismo, Beltrán tenía buena relación con los responsables de La Iguana, quienes, por unos asuntos personales, explica Guillot, se comprometieron a facilitarle alguno de los conciertos internacionales que traían a España cuando hubiera disponibilidad. Por si fuera poco, La Iguana se asoció a partir de 1993 con Gay Mercader, así que el catálogo de grupos que podían ofrecer a la sala valenciana creció de manera exponencial en calidad y cantidad.

A diferencia de las grandes salas de Madrid o Barcelona, Arena no tenía prácticamente competencia en Valencia porque no existía ningún otro local con sus características. Con su doble espacio y su capacidad de hasta 4.000 personas, Arena Auditorium era el recinto "ideal". Permitía a los promotores arriesgar, apostar por nuevos nombres, contratar a grupos internacionales o alternativos. "Ahora todo lo que hay son locales para 300 o como mucho 1.000 personas y luego ya te vas a la Fuente de San Luis", dice Mañó. 

A su aforo perfecto se unía el hecho de que Napo Beltrán, su responsable, "se comportaba y ofrecía el alquiler de la sala a precios razonables; entraba dentro del mercado", agrega el responsable de Tratos. Esto permitió que todos los promotores locales, caso de Mañó o de Julio Martí, acudiesen a él para ofrecer conciertos de toda clase de estilos. 

La predisposición de Beltrán y sus socios a los conciertos de rock ("es que a mí me gusta la música" aseguraba el empresario), así como una programación regular, producto de las circunstancias, hizo el resto e ir a Arena fue casi una obligación. Prácticamente todos los grandes nombres de la escena internacional y nacional actuaron allí. Especialmente de la nacional, porque, como recuerda Mañó, por Arena pasaron "todos". Y todos es todos, desde El inquilino Comunista hasta Danza Invisible, pasando por Los Suaves, Héroes del Silencio o Loquillo.

La nómina de conciertos de Arena es pues avasalladora, imposible de condensar en unas pocas páginas, especialmente en la década de los noventa que fue de impresión. Ya a finales de los ochenta se vivieron grandes noches con estrellas como Lloyd Cole que actuó en 1988 con los Conmotions y volvió sin ellos dos años después, o los dos días de concierto de los Ramones en febrero de 1989.

Poco después pasaron por allí unos incipientes Primal Scream que actuaron en 1990, y al año siguiente se sucedieron artistas como Iggy Pop, quien volvería en 1994; Sisters of Mercy, cuyo rock gótico fue extraordinariamente bien recibido por un público devoto como pocos; los alemanes Kraftwerk, o el regreso de los Ramones que volvieron a Valencia para ofrecer un concierto increíble el 13 de marzo, en plenas Fallas, en una de las grandes noches de Arena.

En 1992, el año de los prodigios en España, en el que Valencia quedó como prescindible subsede olímpica y fuera de los fastos que se celebraron en todo el país, en Arena tuvieron lugar conciertos como los de John Cale, Front 242, David Byrne, quien volvería en 1998, o Chuck Berry

Ya avanzada la década, se convirtió en norma ver por Valencia a todos los grupos que después han sido cabezas de cartel en festivales como el FIB. Suede actuó el 17 de noviembre de 1994 acompañados de los galeses Manic Street Preachers, que hacían las funciones de teloneros, cuando su letrista y guitarrista Richey James Edwards aún estaba vivo (desapareció al año siguiente y fue declarado legalmente muerto en 2008). Radiohead, P. J. Harvey o Paul Weller actuaron en 1995; Blur en 1996 y 1997...

Hasta el final Arena ofreció lo mejor de lo mejor. Ya fuera por el espacio, por el sonido, por su visibilidad, por la disposición del público, el caso es que rara era la ocasión en la que los grupos no ofrecían un buen concierto. Y se convirtió en un sitio de peregrinaje para los aficionados de las provincias más próximas. En 1998, por ejemplo, con la gira de regreso de Bauhaus, Peter Murphy ya había actuado en 1995, la formación gótica logró uno de los llenos históricos de la sala con fans devotos de toda España y muy especialmente de Zaragoza. En los alrededores de la discoteca se podían ver decenas de vehículos con la matrícula de esta provincia.

El propio Tórtel, al echar la vista atrás, rememora alguno de los conciertos que vivió como espectador. "Como público recuerdo ver a Blur en 1997 o The Breeders unos años antes", dice. En concreto fue en 1994, en lo que se llamaba el Garage Arena, de aforo más reducido.

The Mission, Devo, Johnny Winter, Robert Plant, Redd Kross, The Pretenders, The Cult, The Pixies, Siouxsie & the Banshees, Arena no estuvo exenta de polémicas como la que causó el concierto de Marilyn Manson en 1997. Todos estos conciertos son ahora evocados en la red a través de una página de Facebook.

Con todo, si por algo será recordada Arena es porque allí fue donde varios grupos, nacionales e internacionales, grabaron discos en directo. Entre los primeros Radio Futura, que lo hizo en 1988, y Siniestro Total, que lo hicieron en 1991. Entre los segundos Manowar, que incluyó en su disco en directo de la giral Hell on Wheels dos temas registrados en Valencia.

La presencia de tantas estrellas internacionales dio pie a algunas anécdotas jugosas como la que protagonizaron The Sugarcubes, quienes, encabezados por una jovencísima Björk, actuaron el 8 de noviembre de 1989 en Valencia. Vicente Mañó recuerda que les llevaron a comer a la playa. "Aquellos, que son islandeses, dijeron que hacía buen tiempo y se bañaron en el mar", ríe Mañó. "La gente les miraba pero ellos, que son medio esquimales, como es lógico, no tenían frío".

A Arena Auditorium se la comió el crecimiento urbanístico. De estar "en medio de un solar", como describe Mañó, pasó a estar rodeada de edificaciones nuevas. Fue cuestión de tiempo que tuviera lugar la colisión de intereses entre sus dueños y los aficionados a la música por un lado, y los vecinos por el otro. Los primeros cedieron por completo. Cansados de denuncias y protestas, cerraron. Sin alharacas. Y ahí se quedó, vacía, sufriendo derrumbes en su techo y hasta incendios.

Con todo, su halo aún perdura. "Tocar mañana mismo allí sería un inmenso placer aunque desgraciadamente esto ya nunca será posible", comenta Tórtel. Él lo hizo cuando era un joven estudiante y estaba en el grupo Ciudadano López. Junto a unos entonces también primerizos La Habitación Roja y Alternative Scream, se subieron al escenario para actuar dentro de la final del Circuit Rock de 1995, con Sugar Ray como cabeza de cartel. "Imagina lo que debió ser para una banda que solo había grabado una maqueta con cuatro canciones y que solo llevaba unos meses ensayando. Aquello fue muy emocionante, un lujo de los que lamentablemente parece que no podemos permitirnos en esta ciudad", concluye.

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