MADRID (EP/CP). El veterano actor estadounidense Bill Murray encarna a un viejo gruñón en St. Vincent, la comedia que relata la amistad que entablará el ajado cascarrabias con un niño de 12 años que sacará su lado más tierno y enrollado. Theodore Melfi escribe y dirige esta bribona comedia que Murray protagoniza junto a Melissa McCarthy, Naomi Watts, Terrence Howard y el joven Jaeden Lieberher.

La historia de St. Vincent arranca cuando Maggie (McCarthy), una madre soltera, se muda a una nueva casa en Brooklyn con su hijo Oliver (Lieberher) de 12 años de edad. Obligada a trabajar a doble jornada para sacar adelante su familia, la madre no tendrá más remedio que dejar a Oliver en el cuidado de su nuevo vecino, Vincent de Van Nuys (Murray) un viejo cascarrabias con predilección por el alcohol, el juego y los clubs más turbios.

Una singular amistad pronto florece entre la extraña pareja que forman el pequeño Oliver y el talludito Vincent que llevará a su nuevo amigo a lo largo de todas las paradas que conforman su rutina diaria: las apuestas en el hipódromo, un club de striptease y su bar de confianza. Vincent ayuda a Oliver a crecer para convertirse en un hombre, mientras Oliver consigue ver en Vincent algo que nadie más es capaz de ver: se trata de un hombre incomprendido y de buen corazón.

Se trata pues de una auténtica sarta de tópicos, que agradará en la medida que el espectador sea cómplice de la historia. Un factor fundamental para ello es la actuación de Murray, que ya ha sido reconocida con la nominación a los Globos de Oro al mejor actor de comedial o musical. Su interpretación sostiene en buena medida el largometraje, que también ha sido nominado al galardón de la prensa extranjera, y lo hace con un trabajo que ha sido comparado por algunos críticos estadounidenses con Jack Nicholson, y que podría suponerle su primer Óscar.