Cultura y Sociedad

30º Aniversario de la ADCV

Llega la hora de la actualiación para la Asociación de Diseñadores

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VALENCIA. En 1985, cuando en todo el mundo sonaba el 'We are the world', España entraba en la OTAN, fallecía Orson Welles, Nintendo lanzaba la NES, Michael Graves diseñaba su tetera para Alessi y Los Goonies (Richard Donner) y Regreso al Futuro (Robert Zemeckis) triunfaban en la gran pantalla. Fue el año que Steve Jobs salió de la compañía que él mismo fundó, Apple, y mientras los primeros Macintosh llegaban al sector de las artes gráficas en España, un grupo de diseñadores valencianos herederos del grupo Nou Disseny Valencià se organizaban y creaban la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana.

«El magma estaba en ebullición, no fue algo que salió de la nada», recuerda el diseñador valenciano Pepe Gimeno. Su compañero de profesión, Nacho Lavernia, añade: «Se creó el IMPIVA y el colectivo de gente que se hizo cargo de la administración local eran personas muy preparadas y con una idea muy clara de cómo hacer las cosas, muy sensibles en temas de diseño, innovación y empresa, y eso fue fundamental». Así lo cuentan de primera mano algunos de los fundadores de la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana en el documental Cuarto Creciente (Menta, 2011) realizado en 2010 con motivo del 25 aniversario de esta asociación privada profesional.

Así pues, la creación en los 80 del Instituto de la Pequeña y Mediana Industria de la Generalitat Valenciana (el antiguo IMPIVA, liquidado en 2012 pasando a formar parte del nuevo Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial) fue el catalizador para que los diseñadores gráficos e industriales de la Comunidad Valenciana se organizasen, y de esta forma la administración fue quien dio un gran paso para consolidar el diseño valenciano y asentar las bases de esta profesión. «Administración astuta y diseñadores capaces con mucho talento, esto colisiona y surge la ADCV», con esta ecuación lo resume el diseñador y arquitecto catalán Juli Capella.

Treinta años después, el oficio del diseñador sigue siendo una profesión desconocida para la mayoría de valencianos, quienes fácilmente lo relacionan (erróneamente) con el mundo de la moda mientras sigue costando reivindicar el diseño gráfico o el industrial. Mientras tanto, entre el asociacionismo del diseño en el resto de España, la asociación valenciana es envidiada y considerada un referente por su buen hacer a lo largo de los años.

Es casi paradójico que el IMPIVA ayudase a crearla en 1985 y cuando de 2011 a 2014 mantuvo una deuda pendiente de subvenciones de más de 100.000 euros casi la matase por asfixia. Pero ahora, ya saneada, intenta recobrar energías tras una temporada de letargo. «El balance de estos años, teniendo en cuenta que han sido muy complicados por diversas circunstancias, es bastante positivo y por ello tenemos una situación actual de bastante estabilidad», afirma el presidente de ADCV, el diseñador industrial Carlos Tíscar quien comenzó su legislatura en enero de 2012. «De mi experiencia como presidente destacaría sobre todo la relación con los socios y, especialmente, con las diferentes personas que han pasado por la junta y con el personal interno. Todas estas personas han trabajado muy generosamente y de manera intensiva en resolver los problemas, en generar iniciativas y proyectos para los socios y en velar porque el colectivo tuviera una voz pública, que poco a poco está siendo cada vez más considerada», añade.

Estos últimos años la Asociación ha sufrido un relativo estancamiento de cara a sus asociados, con la ralentización del ritmo de actividades que históricamente ha realizado y esto ha llevado a una pérdida de contacto y desapego entre sus integrantes y colaboradores. No sería justo culpar únicamente a decisiones directivas, ya que la deuda que tuvo el IMPIVA (sumado a su posterior desaparición) y los años de crisis han sido acicate para la desilusión en general. La Asociación mantiene que se ha trabajado y mucho, pero bien es cierto que por desgracia el trabajo interno no se ha percibido igual de sede hacia afuera, y el aglutinante que la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana ha sido históricamente para el colectivo del diseño se ha dejado de percibir y se ha diluido hasta no llegar a las generaciones de diseñadores más jóvenes. 

Este motivado desencanto, así como la situación económica que ha generado la desaparición de nuevos encargos de diseño, han causado una hemorragia de socios y en apenas 5 años ADCV ha perdido casi la mitad de sus miembros profesionales. «Asumo que la ADCV no es una asociación perfecta, con muchos aspectos que deberán ser mejorados, pero creo sinceramente que con los medios y recursos de los que disponemos nuestra asociación desarrolla una gran labor, aunque a veces no seamos conscientes de ello», argumenta así su presidente destacando las bajas de los socios. Y es que a Carlos Tíscar hay que reconocerle el valor que tuvo al coger el timón de una asociación que veía venir tiempos difíciles y en la que había mucho que cambiar para adecuarla a una nueva situación de la profesión que ha evolucionado mucho desde sus inicios.

Con mucho tesón ha mantenido su meditado proyecto personal, con sucesivos relevos entre los miembros de su Junta Directiva, el trabajo de gestión interno a realizar ha sido muy duro, con innumerables y eternas reuniones, comisiones, sub-comisiones, una Red Española de Asociaciones de Diseño que a veces ha actuado como lastre, y todo este trabajo de planteamiento y gestión, sin acción, derivó en una especie de parálisis por análisis difícilmente diagnosticable desde dentro.

Desgraciadamente esta asociación ya no es pues el aglutinante ni lo dinamizadora que era (la mayoría de eventos creativos que se organizan en la ciudad de Valencia ya no tiene ningún nexo con ADCV), y al preguntar a jóvenes diseñadores pocos de ellos conocen de su existencia o bien no les motiva acercarse. Se ha ido abriendo una brecha generacional en la que ADCV es prescindible y cuyos alicientes para ser socio deberían ser revisados con urgencia. Igual que la Monarquía no puede vivir de la reacción ante un golpe de estado de hace 34 años, a un diseñador nacido después de 1990 ya no le vale el discurso de una asociación basada en un modelo que ha cambiado.

El problema, totalmente reversible, es de definición y de comunicación (en casa del herrero...), de estar a la altura de la pluralidad del sector por una parte y de responder a los jóvenes por otro, revisión y actualización, con la calma de una institución pero sin perder de vista los valores creativos y de frescura que caracterizan a la profesión del diseño.

Carlos Tíscar cumple ahora 3 años de mandato y recientemente ha adelantado elecciones a la Presidencia y Junta ya que no va a seguir con el cargo, pero asegura que la actual directiva ofrecerá una candidatura de continuidad. «La ADCV además está ahora en buena situación para afrontar el futuro, sin deudas, con una economía austera pero suficiente y con un acúmulo de experiencia que hará muy fructífera su labor y que contribuirá a que el diseño se reconozca y se potencie como un motor para la economía y la cultura de la Comunidad Valenciana», apostilla con optimismo. Ha tenido en contra muchos vientos, han sido años duros y como decía tuvo el valor de enfrentarse a ello hasta dejar un relevo atado.

Si bien una idea de continuidad de un proyecto con bases demasiado tradicionales no encaja con el panorama actual (económico, social y, sobretodo, profesional), es el momento de que la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana tire del carro de esa suma de experiencia y explote su gran capital, que siempre han sido sus socios. Para ello han abierto la recepción de nuevas candidaturas a las elecciones del mes que viene. En el escenario actual las redes sociales han capitalizado uno de los méritos de los que se jactaba esta asociación, que era tener a sus socios en contacto y proporcionarles un foro de debate y reflexión, así que es momento de reflexionar sobre qué puede ofrecer ahora la asociación a un sector mucho más globalizado y extenso. El asociacionismo no vive buenos momentos, pero un sector tan creativo como el diseño tiene que saber sobreponerse a ello, reinventarse si hace falta, rediseñarse, y es necesaria una plataforma que defienda los intereses profesionales de un sector que en España no ha madurado aún.

Además, tras un par de décadas con la administración local de espaldas, este año se aproxima un más que posible cambio de gobierno tanto municipal como autonómico, lo cual será una gran oportunidad para una asociación que necesita de una sensibilidad política que los gobernantes actuales no tienen.

Es momento de oportunidades para este renacer que necesita la ADCV, y en dos semanas arrancará la edición de 2015 de la Valencia Disseny Week [ link: http://www.valenciadissenyweek.com ], siguiendo con su modelo de autofinanciación e incorporando por primera vez un tema para impregnar a las actividades oficiales organizadas directamente desde la asociación, y esta temática será la gastronomía, tendencia del momento.

«La Valencia Disseny Week sigue funcionando como cualquier otro proyecto de la ADCV en el sentido de su viabilidad, se estudia el proyecto y las posibilidad de financiación, se buscan patrocinadores y otras fórmulas de autofinanciar este proyecto sin que salga del presupuesto general de la asociación» comenta María Navarro, gerente de ADCV, quien destaca el patrocinio de la cerveza Turia y el acuerdo con la Guía Pocket como guía oficial VDW, marcas sin las que no habría sido posible la edición de este año.

Imaginar el futuro es fácil, pero es difícil acertar. Quizá la ADCV deba revisar por qué hace 30 años acertó con un modelo que hoy no funciona (los retos de entonces no son los de ahora), igual que no tenemos las zapatillas Nike Air MAG power laces autoajustables ni el aeropatín que vaticinaba Regreso al Futuro II en el viaje de 30 años al futuro de Marty McFly y Doc. Toca revisionarse y actualizarse, que puede sonar lógico y obvio pero es difícil verlo desde dentro en una estructura viciada.

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