VALENCIA. "Bueno, no se puede gustar a todo el mundo", dice resignado a la polémica. Tampoco parece preocuparle mucho. Su doctorado en Bioquímica y Biología Molecular no es nada comparado con lo que ha aprendido de torear con troles tras la publicación de libros como Los productos naturales ¡Vaya Timo! (Laetoli, 2011) o Comer sin miedo (Destino, 2014), así que la polémica no le asusta. Y es que en su ultimo libro, José Miguel Mulet (Denia, 1973) se enfrenta con una nueva religión moderna, la de los seguidores de las mal llamadas medicinas alternativas. Sin duda, Medicina sin engaños (Destino y Grup62, 2015) le va a granjear una nueva oleada de detractores.
"Lo que pretendo con este libro", explica, "no es solo criticar esas que se hacen llamar medicinas alternativas –y que de lo primero no tienen nada– sino que la gente entienda porqué, cuando va a una consulta, el doctor le receta este o aquel tratamiento". Por la misma regla de tres, también deja claros los motivos por los que la acupuntura, la homeopatía o la quiropráctica no se emplean.
El libro tampoco es un panegírico de la medicina, sino una explicación amena –y que en ocasiones provoca carcajadas– de lo bueno y de lo malo. "Por supuesto, en nombre de la medicina se han cometido auténticas atrocidades, y de eso también hablo. De lo errores se aprende", precisa.
LOS MITOS PSEUDOMÉDICOS
Uno de los principales reclamos de la pseudomedicina es el "a mi me funciona". Un error de manual, explica Mulet. "Yo no digo que la quimioterapia puede curar el cáncer porque a un conocido mío le funcionó, sino porque tras un proceso científico bastante complejo tengo la seguridad de que es efectiva en determinados casos, e incluso sabemos sus límites. Eso no existe en las pseudomedicinas".
Por supuesto, el profesor de la Universidad Politécnica de Valencia ya sabe alguno de los argumentos que se utilizarán para refutar su trabajo. El primero: está a merced de los intereses bastardos de las
multinacionales. "Ese me hace gracia, teniendo en cuenta que Boiron, la principal productora de homeopatía mundial, también es una multinacional, pero eso no parece preocupar".
"El tema de los intereses económicos es absurdo. En España existe la Seguridad Social que cubre tratamientos muy costosos. Las pseudomedicinas son muy caras, sobre todo porque no sirven para nada. A lo más que puedes aspirar es a que un catarro que se cura en una semana, se te pase en siete días", bromea el químico valenciano.
MILENARIAS DESDE HACE UN SIGLO
"Otro de los argumentos falaces es el de que son unas técnicas milenarias", dice. Luego recuerda las mil maneras de morir, a cual más cruel, entre las que podía elegir un persona hace apenas dos o tres siglos, y cómo, gracias a los avances científicos, ahora apenas dan para una baja de un par de días.
Pero hay más. Ahí está el caso del Reiki, que es como lo de Bola de Dragón pero sin Kames. "En realidad, no tiene ni un siglo. Lo descubrió el monje Mikao Usui en 1922, y como debió olerse que no le iban a creer, se inventó eso de que era una técnica de sanación milenaria, pero a día de hoy no hay constancia histórica de que eso sea cierto".
EL BUENO DE MAO
En la misma línea habría que situar la acupuntura y las llamadas medicinas tradicionales chinas. "Es verdad que son tradiciones más antiguas, pero tal y como las conocemos datan de la Revolución Cultural China", recuerda.
El bueno de Mao Zedong, en 1952, decidió unificar la práctica de todas estas tradiciones, que cambiaban de una aldea a otra, para dar un impulso a su mensaje nacionalista y, de paso, ahorrarse el gasto de costear una seguridad social para más de 500 millones de ciudadanos. Su médico personal, por cierto, era un gran defensor de la medicina occidental.
AL SERVICIO DEL III REICH
Pero lo curioso es que nacionalismo y pseudomedicinas han ido de la mano más de una vez. En algunos casos, es grotesco. Por ejemplo, las Flores de Bach se basan en plantas que se encuentran en Gales e Inglaterra, que era por donde había viajado su inventor, Edward Bach (1886-1936).
Pero al igual que Mao, Hitler tiró de la homeopatía para crear la gran medicina alemana. Entre 1936 y 1939 se hicieron muchos estudios, e incluso se celebró una conferencia mundial en 1937, a la que
asistieron, entre otros, Rudolf Hess. "Al final, los estudios se perdieron en la Guerra, y no se sabe bien si es que fueron un fracaso o que los alemanes tenían otras prioridades en la época y los perdieron", bromea.
Lo que tampoco hay que olvidar es que, tras el intento de promocionar el invento de Samuel Hahnemann (1755-1843) existía otra motivación: la de acabar con la presencia de los judíos en la medicina (terreno en el que eran muy numerosos). Por cierto, eso no quiere decir que los homeópatas simpaticen con los nazis.
LOS ESTUDIOS Y LOS PELIGROS
"La medicina es medicina y no lleva apellidos. Si la homeopatía fuera efectiva se recetaría en hospitales, de eso no hay duda", cuenta Mulet. Por mucho que sus defensores se empeñen, "no sólo no
existen estudios que demuestren su eficacia, sino que hay muchos que demuestran que no sirven para nada", afirma tajante. De hecho, pese a las ingentes cantidades de dinero empleadas por la National Center for Complementary and Integrative Health americana o su homóloga china, no han conseguido ningún resultado satisfactorio.
Llegados a este punto, solo queda preguntar sobre los riesgos. "Es cierto que la mayoría son inocuas, y que no tienen ningún efecto más allá del placebo y el precio. El peligro está cuando se convierten en sustituto de la medicina de verdad. En otros casos, como la quiropráctica, el peligro está más que demostrado", concluye Mulet. ¿Se salva alguna? "Bueno, la acupuntura puede ayudar a tratar dolores crónicos en algunos casos", responde.