Cultura y Sociedad

BARRERAS HASTA LA DESIDIA

Por qué en Valencia no ha ‘cabido' un gran festival indie hasta la llegada del Festival de les Arts

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VALENCIA. Valencia es la ciudad destino erasmus más importante de Europa, algo a lo que si se le suma su población natural de jóvenes -por no hablar de otros públicos-, su clima, su tamaño, forma y la cantidad de talento creativo (que habitualmente exporta) debería ser suficiente atractivo como para poseer un gran festival de rock, pop o electrónica integrado en la ciudad. Un festival que otras ciudades que carecen de alguno de estos aspectos o de varios sí poseen: Primavera Sound en Barcelona, FIZ en Zaragoza, SOS 4.8 en Murcia, Actual en Logroño o Territorios en Sevilla, por citar algunos ejemplos.

Todos han encontrado apoyo institucional, patrocinadores y una fecha en el abarrotado calendario de festivales para existir durante no pocas ediciones, atravesando todos ellos la falta de liquidez, acceso al créidto y crisis económica de todos los agentes. Un receso al que no sobrevivieron en Valencia proyectos como el querido Observatori, que nació en torno al año 2000 y convirtió las artes experimentales en punta de lanza de un certamen que pudo haber competido con el Sónar, pero que se derrumbó estrepitosamente cuando el dinero público desapareció.

No fue el único: el Ecléctic trajo, también a partir del dinero público, a Björk, Pet Shop Boys o Garbage en sus cuatro ediciones; el Festival Urbano hizo lo propio con Patti Smith y el gigante de la comunicación estadounidense MTV organizó durante cuatro ediciones el MTV Winter, un festival (de nuevo en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, como el Ecléctic o los años más costosos del Observatori) a razón de un millón de euros al año de canon, que hizo que bandas como The Cure o Arctic Monkeys acolcharan su estética entre los edificios de Santiago Calatrava.

NO INTERESA: VALENCIA ES UN JARDÍN ADMINISTRATIVO

No fue la crisis la que secó las posibilidades de Valencia al respecto, porque lo cierto es que al menos dos grandes proyectos han deambulado de un despacho a otro en el Ayuntamiento de Valencia, la Diputación de Valencia y la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte. Son proyectos de festivales similares a los de arribEl setlist de Björk en Valenciaa citados y que por el momento permanecen en stand by, después de algo más de dos años reuniendo inversión privada -no dependían de ayudas públicas en ningún caso-, seguros, fianzas, licencias, permisos y despachos. Ambos proyectos, que aseguran no haberse dado por vencidos, prefieren mantener el anonimato para no debilitar comercialmente sus correspondientes proyectos, aunque reconocen la actual situación de "stand by administrativo".

ValenciaPlaza.com ha tenido constancia desde 2011, manteniendo contacto con ambos grupos promotores en decenas de ocasiones, uno de capital 100% valenciano y otro con participación nacional, de reuniones con la jefa marketing y promoción turística y director territorial de la Conselleria de Turismo, el director primero y la directora después del Servicio de Asistencia en Recursos Culturales (SARC, Diputación de Valencia), el principal responsable de Sonaladipu (ára de Juventud de la Diputación), una retahíla de asesores de juventud, medio ambiente y fiestas del Ayuntamiento de Valencia, y, sobre todo concejales del consistorio.

Los documentos que repasan "los despachos" desde el año 2011 elevan el conteo de reuniones casi al centenar en ambos casos: "lo peor nunca ha sido tener reuniones, sino acudir de un edificio a otro, demorando siempre las mimas a última hora, para volver al despacho inicial al mes y medio. Del edificio del Ayuntamiento en la antigua Tabacalera (Carrer Amadeu de Savoia) a Diputación pasando por el Complejo 9 d'Ocutubre (Consellerias)", apunta uno de los principales responsables del proyecto más longevo de los dos. "La realidad en cualquier ciudad es que, para que un evento reuna a 20 o 25.000 personas hace falta una firma autorizada. En el caso de Valencia lo que sucede es que nadie quiere 'apuntarse ese tanto', a diferencia de otras ciudades en las que arriesgan por un proyecto como este, de capital totalmente privado, porque entienden que su cargo está vinculado a generar una oferta cultural que precisamente ahora no pueden impulsar desde el dinero público", apunta un portavoz del otro proyecto.

Visados de arquitectos, ingenieros, protección civil, Policía Local de Valencia, Policía Autonómica, compromiso de cumplimiento de normativas de seguridad, Protección Civil, alquileres de espacio, seguros del recinto y del evento, planos, garantías de patrocinadores con los certamenes y fianzas: "en el tema de las fianzas lo más sorprendente es que, en diferentes espacios de la ciudad, pagas una fianza por el espacio en sí, por el desperfecto que pudiera suceder en el lugar concreto y que se te devuelve a la semana siguiente del mismo después de que los técnicos revisen si se ha ocasionado algún daño, y luego hay una fianza que reclama el Ayuntamiento de Valencia a parte y que devuelve hasta en un año", apunta una de estas fuentes. La otra fuente, que admite conocer "el sistema de fianzas", destaca que "las fianzas no son una barrera. Es un dinero que se puede conseguir o no; el verdadero problema es que se pasen la pelota entre administraciones y la legislatura vuelve sin que den viabilidad a los proyectos".

En el aspecto del "sistema de fianzas", artistas internacionales han tenido que justificar "la internacionalidad de su gira" como gesto 'oficial' para evitar esa fianza local: "que el evento tenga repercusión internacional es algo que les ha interesado siempre", dice una de estas fuentes. 

Los gestores de estas dos iniciativas tienen un feedback impecable en torno a sus propuestas: "es frutrante que la reacción siempre sea que les interesa mucho, que van a defenderlo porque, te dicen, Valencia está 'huérfana de este tipo de contenidos', porque se sorprenden de que el proyecto esté 'tan bien elaborado'... pero luego, durante semanas no te cogen el teléfono para tener la reunión que te habían prometido". El portavoz del otro grupo promotor, ninguno de los dos con excesivo bagaje en eventos de esta embergadura, destaca: "¿qué ganan si toman la decisión? La pregunta más bien es qué pierden y la sensación en la administración local es que pierden mucho, especialmente después de lo sucedido en el caso del Madrid Arena, que les sigue pesando...".

Una de las acciones paralelas del Festival de Les Arts en Valencia estas semanas

Y, DE REPENTE, EL FESTIVAL DE LES ARTS

El Festival de Les Arts (4, 5 y 6 de junio) es un proyecto impulsado por los hermanos David y Antonio Sánchez Sotillos, empresarios madrileños y propietarios de Imusic Festival, S.L. Dedicados a la explotación de parques eólicos, la iniciativa del Arenal Sound en Burriana (Castellón) prosperó a partir de su gestión, desde el inicio del festival, y actualmente son propietarios del Viña Rock (Albacete) y dirigen y organizan el Alhambra Sound (Granada). Su última apuesta es el Festival de Les Arts, proyecto en la ciudad en la que reside precisamente la empresa Imusic y que ambicionaban lograr desde hacía algunos años.

El lugar escogido es, según fuestes del sector, "más complejo de lo que pueda parecer: hay una cantidad de vecinos por miles en el entorno (y de hecho se prevé que el festival acabe sus jornadas especialmente pronto frente a otros eventos similares ya citados), el lugar es sensible como patrimonio y si finalmente ocupan las lagunas que ocuparon Observatori y Ecléctic -así lo reconocieron sus organizadores a Levante EMV- los costes se disparan cuantiosamente, porque secarlas, limpiarlas y volverlas a llenar...". El presidente de la Asociación de Promotores de conciertos en Valencia, Sergi Almiñana, lamenta que "en un complejo público no se conozcan las reglas del juego ya que no sabemos cuánto ha costado el alquiler del recinto. Hacer un festival para 15 o 20.000 personas -cifra prevista por la organización- requiere de mucha precisión a la hora de distribuir los gastos y el recinto es clave".

El cartel se inició con una tirada de nombres que recordaba especialmente a muchos de los festivales en el resto del territorio estatal. Lori Meyers, Izal y Supersubmarina parecía que iban a marcar la tendencia de un festival que se vinculaba a otras disciplinas como el arte y el street food. Sin embargo, luego llegaron nombres de recorrido más independiente en el circuito 'festivalero', más oscuros, menos accesibles al gran público, Les Arts abrió el abanico de posibilidades con confirmaciones con las de Band of Skulls, Nueva Vulcano, Toundra y Mourn.

El propio festival incluye artistas internacionales como The Sounds, desactivados en gran medida desde 2013 y que preparan nuevo material discográfico estos meses, o The Wombats, banda que ya funciono de maravilla hace menos de 10 meses en el propio Arenal Sound. También participarán en el mismo Everything Everything o Is Tropical en una terna de representación internacional de baile. En el ámbito nacional destaca el conciero 'Especial 20 aniversario' de La Habitación Roja, que ha elegido este escenario para presentar este proyecto a su ciudad, además de los directos de Lori Meyers (que se preveía que atravesarían 2015 como un año sabático), Triángulo de Amor Bizarro (que apenas sumarán unos pocos conciertos a lo largo del curso) o Izal y Supersubmarina, presentes en los lineups de la gran mayoría de grandes festivales de música 'indie' del pasado y el presente año.

Además, el fetival, que acaba de distribuir su cartel por días, cuenta con charlas de ilustradores y pintores de renombre, se ha vinculado a barrios como Ruzafa con actividades previas y promocionales al festival y ha contado con la dinamización de Heineken para la ya citada experiencia street food. En este caso, Les Arts ha conseguido de la mano de la cervecera lanzar a algunas de las propuestas gastronómicas más interesantes de Valencia a ofrecer su cocina durante el festival.

LAS CARENCIAS PARA QUE UN FESTIVAL ASÍ PROSPERE

Uno de los momentos (Triángulo de Amor Bizarro) del público durante la segunda edición del Deleste

Partiendo de que la externalización de Cacsa (Ciudad de las Artes y las Ciencias) no afectaba a la celebración del Festival de Les Arts, ya que esta se ha referido final y únicamente al Ágora y a l'Oceanogràfic, el propio festival no ha reconocido tener una temporalidad en el contrato, por lo que se desconoce si habrá más ediciones en este recinto. Lo cierto es que hay algunos factores, apuntados por Almiñana, que impiden que estos festivales puedan darse en la ciudad: "hay una gran carencia de equipamiento para ello. Si decides hacerlo en un espacio, por ejemplo, como la Marina Sur, tienes que montar absolutamente toda la infraestructura".

Almiñana además añade que, "a nivel local tampoco existe ninguna ordenanza que promueva el mecenazgo y esto, a la larga, genera que las empresas no tenga cultura por participar en estos eventos. A esto se suma el IVA cultural y si a todo ello se le suma la producción, los derechos de autor de los artistas y el poder adquisitivo medio de la ciudad, hace prácticamente imposible generar un festival de estas características. Por eso no es casualidad que no haya sucedido durante los últimos años, aunque a los promotores valencianos nos hubiera encantado ser aquellos que finalmente tenían la oportunidad de hacerlo".

El también promotor de conciertos de sala Quique Medina añade: "no hay que olvidar que esta es una ciudad hostil a la música rock, pop o electrónica. Está perseguida y todas las salas de conciertos de la ciudad plantean cada ejercicio económico con la guillotina levantada y apuntándoles. Lo que se respira es que esta cultura es inferior a otras en la ciudad, porque el control que reciben los que trabajan en ella es extenso por parte de la administración local y a veces es un milagro o una actividad altruista la que permite que sigan abiertas".

Medina es fundador y promotor del Deleste Festival, otro certamen urbano que se celebra con las mejores condiciones de sala en el Espai Rambleta. Limitado en su crecimiento de público precisamente por el espacio (solo pueden acoger a 900 personas por día), lo cierto es que esto les hace también pasar -hasta el momento- inadvertidos de las ayudas públicas. No es el caso del Festival de Les Arts que cuenta con el apoyo institucional de la Generalitat Valenciana y la Diputación de Valencia, algo que ha sorprendido también en el sector "al ser una primera edición y estar detrás una empresa privada tan potente como el Arenal Sound".

"Nosotros en Valencia no vamos a hacer nunca un festival de botellón", es la frase textual que distintas fuentes consultadas en este reportaje reconocen haber oído por parte de responsables del Ayuntamiento de Valencia durante la legislatura. La máxima parece haber calado, excepto para los festivales -en suelo privado- derivados de las pellas universitarias que se han dado durante todos estos años en recintos más o menos privados o citas puntuales como el concierto de Juan Magán al calor de la Fórmula 1, la kafkiana actuación de David Guetta en el Ágora o el Marenostrum, que se celebra en un terreno propiedad de Adif y que, eso sí, cuenta con la misma restricción horaria de Les Arts como handicap para su oferta

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