Cultura y Sociedad

LA PANTALLA GLOBAL

¿Te gustan las películas de Gladiadores? Pues aquí llega 'Pompeya'

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VALENCIA. Cada cierto tiempo, la maquinaria mainstream americana gusta de regresar al mundo grecorromano. Ejemplos como Gladiator (Ridley Scott, 2000) o Troya (Troy, Wolfgang Petersen, 2004) demuestran que resulta rentable y, de algún modo, recuperan las ambiciones monumentales características de los inicios del cine, cuando títulos como Cabiria (Giovanni Pastrone, 1914) reflejaban el poderío de una industria (en este caso, italiana, antes de que Hollywood impusiera su hegemonía) que buscaba atraer al público con espectaculares melodramas ambientados en la antigüedad, entre enormes decorados de cartón piedra.

En esa tradición se inscribe Pompeya (Pompeii, 2014), que llegará a las pantallas españolas el próximo 25 de abril de la mano de Paul W.S. Anderson, el director responsable de convertir la franquicia Resident Evil en una máquina de fabricar dólares.

Por supuesto, no es la primera vez que el cine recrea la famosa erupción del Vesubio, acaecida el 24 de agosto del año 79 de la era cristiana. Ya en 1908, la productora turinesa fundada por Arturo Ambrosio (de nuevo desde Italia) había estrenado el cortometraje La destrucción de Pompeya (Gli ultimi giorni di Pompei, Luigi Maggi). La historia se prestaba a la espectacularidad, y los trucajes y efectos especiales relacionados con el volcán o la fuga de los espectadores del circo golpeados por fragmentos de lava incandescente cautivaron a los espectadores de la época. La misma empresa repetiría en 1913 con el largo Los últimos días de Pompeya (Gli ultimi giorni di Pompei, Eleuterio Rodolfi), al que seguirían otras versiones de la historia de origen transalpino, como la dirigida por Giovanni Enrico Vidali (homónima, y también de 1913) o La ciudad castigada (Amleto Palermi y Carmine Gallone, 1926).

La primera adaptación de la historia por parte del cine estadounidense llegó en 1935. Los últimos días de Pompeya (The Last Days of Pompeii) estaba dirigida por Ernest B. Shoedsack y producida por Merian C. Cooper, el equipo que dos años antes había firmado King Kong. En 1949 serían los franceses quienes darían su versión en Les derniers jours de Pompei (Marcel L'Herbier, 1949). Unos y otros demostraron poca imaginación a la hora de buscar título, y Mario Bonnard no quiso cambiar la tendencia en, ¿lo adivinan?, Los últimos días de Pompeya (Gli ultimi giorni di Pompei, 1959), una cinta abiertamente inscrita en el peplum, subgénero que consistía en ofrecer versiones europeas y de bajo presupuesto de las historias romanas que se rodaban en Estados Unidos. En el film participó la productora española Procusa y el ayudante de dirección fue Sergio Leone, posteriormente famoso por sus spaghetti westerns. El protagonista era Steve Reeves, una de las estrellas de tan peculiar subgénero, que se hartó de marcar músculo encarnando a mitos y héroes de la antigüedad, como Hércules.

MUSCULATURA Y AMBIGÜEDAD

La lista de versiones cinematográficas de la erupción del Vesubio sería interminable, e incluye hasta una miniserie televisiva producida en 1984 y dirigida por Peter R. Hunt. Ya fuera a base de cintas con grandes aspiraciones comerciales o de películas de bajo presupuesto, los gladiadores hipermusculados, con el torso desnudo y aceitoso, han mantenido su presencia regular en las pantallas de cine de todo el mundo. Y, como es lógico, han terminado por convertirse en un cliché. El protagonismo masculino propició que, eventualmente, el género sirviera para vehicular un discurso homosexual que en el Hollywood del Código Hays estaba terminantemente prohibido. Y hasta tal punto se identificó a las películas de romanos con el universo y la estética gay, que el tópico terminó por dar lugar a uno de los mejores gags de Aterriza como puedas (Airplane!, David Zucker, Jim Abrahams y Jerry Zucker, 1980), en el que el piloto del avión en que transcurre la acción pregunta a un tierno niño si le gustan las películas de gladiadores.

Más allá de la exhibición de pectorales y las cortas faldillas que lucían los esclavos y los luchadores del circo romano, hay otros motivos que propiciaron la identificación del género con la comunidad homosexual. El escritor Gore Vidal, que participó en el guión de la versión más célebre de Ben-Hur (William Wyler, 1959), desvela en el documental El celuloide oculto (The Celluloid Closet, Rob Epstein y Jeffrey Friedman, 1995) el tipo de relación existente entre el protagonista (Charlton Heston) y su amigo Messala (Stephen Boyd).

Otra escena mítica en este sentido es la que protagonizan Laurence Olivier y Tony Curtis en Espartaco (Spartacus, Stanley Kubrick, 1960). El poderoso Marco Licinio Craso (Olivier) compra al joven esclavo Antonino (Curtis), versado en letras, y le nombra asistente personal. En la secuencia siguiente, ambos están compartiendo el baño y Craso le explica que le gustan por igual las ostras y los caracoles, lo cual no tiene por qué ser moralmente reprobable. Una escena tan sutil como transparente, que la censura eliminó y que no pudo verse hasta muchos años más tarde. Como se puede comprobar, que la guía Gay Séjour recomiende el Festival de Cine Peplum que se celebra cada año en Arlés (Francia) no es producto de la casualidad.

UN GÉNERO SIN FECHA DE CADUCIDAD

El peplum. La antigüedad en el cine, el voluminoso estudio escrito por Rafael de España y editado por Glénat en 1998, demuestra que el género se ha mantenido en buen estado de forma desde la época del cine mudo, e incluso ha dado algunos títulos valiosos, como la citada Espartaco, fruto del eventual interés de directores de prestigio por las películas de romanos. La Pompeya de Paul W.S. Anderson se perfila como un ejercicio de pirotecnia plagado de efectos especiales, muy diferente a la película que hubiera rodado Roman Polanski, quien en 2007 anunció su intención de dirigir una adaptación al cine de Pompeii, la novela de Robert Harris. Orlando Bloom y Scarlett Johansson iban a ser los protagonistas, pero una huelga del Sindicato de Actores abortó el proyecto y parece que nunca veremos la versión del Imperio Romano del director polaco.

A cambio, el espectador con inclinación por lo bizarro puede disfrutar de la obligatoria cinta de explotación surgida a partir de la Pompeya de Anderson: Se trata de Apocalypse Pompeii (Ben Demaree, 2014), ambientada en la época actual y cuya sinopsis no requiere comentarios añadidos: "Cuando un antiguo miembro de un comando de operaciones especiales visita Pompeya con su familia, su esposa y su hija quedan atrapadas justo cuando el volcán Vesubio erupciona con gran fuerza. Mientras ellas luchan para sobrevivir el ataque mortal de calor y lava, el soldado pide ayuda a sus excompañeros para llevar a cabo una operación bajo las ruinas de Pompeya". ¿Se animan?

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