Cultura y Sociedad

EL CABECÍCUBO

TVE empieza el año mal y patina con el anodino programa musical 'Hit'

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MADRID. La gran sensibilidad del capitalismo siempre ha estado muy atenta a la música popular. La cosa comenzó en los años 50 con el fenómeno de grupos de negros de 16 años cantando a capella en una esquina de su barrio. Así surgían canciones que se grababan en discos, los cuales luego se vendían a espuertas. Inversión: tres desheredados y algo de droga. Rendimiento: millones de dólares.

El secreto residía en el adolescente, un nuevo consumidor. Canciones que tocasen la fibra sensible de su inmadurez, que exaltasen sus sentimientos ridículos, empezaron a consumirse como churros. Y los adultos inmaduros seguimos haciéndolo. El problema era fabricarlas. No había una fórmula exacta. La industria no podía apostar sobre seguro.

Y esta lucha desesperada del capital por comprarse a los grandes creadores e intérpretes de canciones dio lugar a eso tan divertido que es la historia de la música popular del siglo XX.

Ahora Televisión Española ha comprado un formato de concurso irlandés basado en la primera fase del proceso de colocarle una tonadilla a los adolescentes, que vibren con ella y que le pidan dinero a sus padres para retornárselo al propietario del compositor y el intérprete. Cosa difícil hoy en día que ya nadie compra música y, a lo sumo, va a conciertos. No quedándole más remedio a los artistas que girar sin parar, colarse en realities o concursos como éste o aspirar a que le pongan una de sus canciones a un anuncio.

El concurso se llama Hit, la canción y, al menos en su primera entrega, ha venido acompañado de una paradoja realmente curiosa. Un espacio sobre crear algo que llame la atención de millones de personas, no ha logrado atraer la atención de muchas. 8% de share, millón y medio de espectadores. Compitió con una película en Antena 3, 18%, y el incombustible Sálvame Deluxe, 15%. Sólo superó a los programas de La Sexta de política e investigación, La Sexta Columna, 7,4% y Equipo de investigación, 6,7. Un ranking, el de ese viernes, que explica perfectamente por qué determinados formatos no llegan a la pequeña pantalla: porque no los ve ni dios.

A Hit no le faltaban atractivos según los cánones que demanda la audiencia, e incluso se baraja la posibilidad, salió en la prensa, de que con este concurso se elabore la próxima canción que represente a España en el festival de Eurovisión. Mucho mejor que dejar que la gente vote, envíe a alguien que se mofa de la situación, y luego se dediquen a manipular las votaciones para que la gente vote bien.

Presentado por Jaime Cantizano, se pretendía mostrar cómo se hace "un éxito desde que nace en la cabeza del compositor hasta ser número uno". Si uno coge cualquier libro de historia de la música del siglo XX, verá que las mejores canciones las han compuesto genios, algunas; otras se han robado de algún incauto, o plagiado, o adaptado y muchas surgen fruto del azar y hasta por equivocación. Aquí pretenden hacernos ver que el proceso es lógico y sólo depende de la imaginación. Vale.

Antes de nada, aparecieron las dos estrellas invitadas, Sergio Dalma y Vanesa Martín, diciendo frases que dan dentera para conectar con el espectador por medio de la grima. Ese recurso tan socorrido. Recordamos, a saber: Sergio: "Al final sólo juegas con la magia de la música".

Luego presentaron dos canciones suyas, algo que no debe hacerse, porque todos sabemos que nada como una canción en la pantalla para que el espectador cambie de canal. Uno de los motivos por los cuales carecemos de programas decentes a horarios católicos sobre música. Después de la canción de Vanesa, le entregaron el disco de oro que ha ganado y Cantizano dijo: "¿Hay algo más moderno que hacerse un selfie de celebración?". La faena ya era de cortarle dos orejas al repelús.

También apareció por ahí Ramón Arcusa, del Dúo Dinámico; dúo incomprendido como pocos por las sucesivas generaciones posteriores de jóvenes modernos, que siempre les han visto como algo casposo cuando en realidad eran muy decentes orfebres de canciones y llegaron a trabajar con el productor de los Beatles, George Martin, en un disco guitarrero que fracasó, como todo en esta reseña, pero que le daba mil vueltas a mucho combo hard rockero de ayer, hoy y siempre de la piel de toro. Desgraciadamente, Ramón se dedica a cumplir en el programa un papel de personaje televisivo diciendo obviedades y apareciendo riendo a cámara lenta porque es todo muy  pop, muy chispeante y muy juvenil.

Después fueron apareciendo los concursantes. Lara Pinilla, "hija del famoso compositor Pablo Pinilla" presentó su canción y aprovechó para decirle al mundo "Estoy continuamente intentando demostrar a la gente que esto me sale del alma y no porque soy hija de; porque soy hija de lo tengo más difícil, me hacen más exámenes". Luego salía Luis Ramiro, de parecido a Harry Nilsson, con una canción que iba de "cuando en una relación de pareja alguien le dice al otro que se atreva a quererle de verdad". Sara Mielgo, que educa perros de la ONCE, presentó otra sobre romper con la pareja "cuando ya no hay excusas". Y Fernando Gamero, aspirante confeso a ser como Joaquín Sabina.

Sobre esta materia prima Dalma y Vanesa tuvieron que elegir a los mejores. Se produjeron unos encuentros en unas cabinas y ahí hubo audiciones en privado. Los peep-show funcionan igual, aunque aquí los encuentros eran más superficiales. Comentarios con poca gracia, consejos insulsos y risas falsas. La banda sonora del programa en ese momento era como la de Rescate en Nueva York de John Carpenter, pero ahí no pasaba nada emocionante ni mucho menos.

Danae oye a Vanesa Martín cantar su canción.

En el siguiente bloque de aspirantes Jaime Cantizano siguió dirigiéndose al público que le sigue desde las residencias de ancianos de los lugares más inaccesibles del agro español, presentó a Danae, de 17 años, diciendo: "Hace algo que hacéis los jóvenes, lo comparte todo en las redes".

Luego aparecieron Eloy y Juanma cantando ‘Diario de mi alma', música a lo Corín Tellado que arrancó lágrimas del público. Más adelante David Moya cantó a que en una relación "cada día es un reto", su mujer embarazada vibraba entre el público. Y por último, Frank Postigo, rockero bohemio, reconoció que "la noche es mala", de la saga de los Postigo, de Lauren cantó su letra ‘Ámame, ámame'.

Al final, las estrellas elegían a dos de los candidatos y en el momento cumbre, la gala final, digamos, arrancaban a cantar una de las dos canciones aspirantes. Uno reía y el otro lloraba. Muy emocionante. Sergio Dalma tuvo que elegir entre una canción que era ‘Atrévete' y la otra ‘Ámame'.

Figúrense la emoción.

Raro es que el programa llegase al 8% con tantas canciones interpretadas enteritas. Y encima, el resultado fue un concurso anodino como pocos. Básicamente, porque los concursantes no eran personajes extravagantes, personalidades límite o cantamañanas candidatos a tirarlos al pilón de cada pueblo. Eran individuos más o menos normales. Con la ilusión de los 17 años una, la mujer embarazada otro, ya cansado de salir mucho de marcha el de más allá.

Es decir, humano demasiado humano, que diría Nietzsche. Por eso no es de extrañar que lo más emocionante fuese el logotipo del concurso, Hit, que en un alarde de originalidad, se parecía a Kitt, la voz del Coche Fantástico.

Poco más que añadir.

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