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EL MURO / OPINIÓN

"Cultureta" del ombligo

El CaixaForum ya tiene fecha. Así que habrá que ir preparándose en todos los sentidos. Habrá un después. Pero esa reordenación cultural sí es responsabilidad de la Generalitat y demás instituciones que aún se miran el ombligo

9/02/2020 - 

Un antes y un después. Así se refirió hace apenas unos días el President de la Generalitat, Ximo Puig, sobre lo que significará la puesta en marcha del CaixaForum en el Ágora de Valencia a partir de 2022 si se cumplen los plazos previstos. Espero ansioso la apertura. Supondrá una inversión añadida por parte de La Caixa de 19 millones de euros, destinados a la adecuación del envoltorio diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava como foco cultural y la construcción de seis nuevos espacios en su interior.

La primera alegría es saber que al fin el Ágora va a tener un uso definido y que las garantías de la Obra Social y Cultural de La Caixa son una realidad palpable a lo largo de su historia, oferta y programación, como lo han demostrado otros foros que ya están funcionando por España. Ese espacio que nadie supo jamás para qué se había construido inicialmente pero nos salió por un pico y jamás estará de todo rematado con su cubierta -se puso la excusa inicial de que era para entregar los premios de la Copa del América, aunque no llegó a tiempo y terminó siendo pista de tenis o auditorio de conciertos sin condiciones y casi piscina pública por las goteras- al fin tendrá un uso y dejará de ser uno de esos proyectos del arquitecto de Benimamet reconocido por diseñar iconos a los que luego se les ha de buscar uso, pero que nacen sin proyecto de origen y sobrecostes. 

Pero siendo yo Puig -Dios me libre- de lo que me preocuparía, tanto él si continúa en los suyo como de su Gobierno y los gobiernos bajo el manto de la Generalitat o de nuestra autonomía, lo que comenzaría a hacer efectivo es pensar en el después, porque lo de antes va a quedar obsoleto  y en desventaja. Ya conocemos su aroma a naftalina. Algo en lo que se nos va mucho dinero y sin potencial suficiente para competir con este transatlántico de futuro en cuanto a diseño y calidad de oferta. Y no pienso sólo en fundaciones paralelas, sino en esa red de museos de pequeño, mediano y hasta gran formato que quedarán eclipsadas por la contundencia y racionalidad de gestión.

Esta ciudad si algo necesita, como en otras ocasiones me he referido, es una auténtica reordenación de espacios culturales, algo a lo que las instituciones nunca se han atrevido ya no sé si por desconocimiento o por temor a perder su patriarcado. ¿O es que después de 2022 continuaremos con asuntos menores que intenten competir y una desorganización cultural y de política cultural como hasta ahora, o sea, cultureta de ombligo estilo Marzà?

Nos falta o le falta a esta clase dirigente que nos gobierna elaborar un plan de lógica. Tenemos un puñado de espacios teatrales públicos que compiten entre ellos y con los privados, pero del que desconocemos su línea programática real. Así como un abanico interminable de museos, casas museo, espacios expositivos públicos y semipúblicos que si algo hacen ese solaparse y gastar en exposiciones temporales, por no hablar de museos estáticos que no atraen pero en los que se no van anualmente un montón de dinero en plantillas sobredimensionadas y oferta dispensable en algunos casos y hasta reiterativa. Sin difusión, por cierto. Vivimos de la ocurrencia.

Ya podría ir poniendo orden Puig o dando directrices de que comiencen a hablar las instituciones entre ellas para organizar un mapa cultural que es de su madre pero no se sabe si del mismo padre. Es algo que tenemos pendiente en esta autonomía/ciudad que ha ido creciendo de forma desordenada. A la vista está.

Para qué queremos un MuVIM que quiere competir con el IVAM o el Centre del Carme y al mismo tiempo con la Fundación Bancaixa o La Nau de la Universitat, por citar simples ejemplos próximos; o museos que repiten fórmulas pero ni atraen a los visitantes ni tienen capacidad de difusión y languidecen entre webs que nadie revisa y/o actualiza. Por no hablar de museos etnográficos o arqueológicos que se han ido quedando como una especie de entelequia que nadie soluciona y aún carecen de una protección o un mantenimiento ordenado. Miren si no. Tenemos dos palacios de la música, uno de ellos cerrado por falta de mantenimiento y otro que apenas se usa o es tan caro de mantener que se programa a goteo pero engulle. Y hasta dos orquestas en la misma ciudad a las que les falta marcha.

Puig y su Gobierno tienen una obligación que nos demostrará su verdadera capacidad de gestión e interés antes de 2022. Y un deber con la ciudadanía. Será su responsabilidad ante la Historia. Y en su momento, si no ponen remedio, se lo recordaremos si miran hacia otro lado y no ponen desde ya soluciones de futuro. Eso y los casi cien millones que nos costó la construcción del Ágora salvada, por fin, del aburrimiento. No será por falta de tiempo y menos por diferencias políticas. Digo yo. Quizás, de ideas. Pero están avisados.

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