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El 'parque Ferrari' o los proyectos que ponen en crisis y destruyen un modelo de territorio

  • Rita Barberá, Luca di Montezemolo y Camps en Maranello
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VALENCIA. Hace cinco meses el Consell que preside Alberto Fabra anunció el fin de la era de los grandes eventos y proyectos temáticos. En una de las últimas ruedas de prensa de la aún entonces portavoz del Gobierno valenciano, Lola Johnson, escenificó una idea que se venía gestando desde que el exalcalde de Castellón tuvo que asumir la presidencia de la Generalitat: los años de la pasión por el espectáculo debían quedar atrás. No habían dinero seguir inyectando fondos a todos esos proyectos.

Sin embargo el Consell está enfrascado de nuevo en otro de esos proyectos tan de la querencia de la Generalitat en las épocas de Eduardo Zaplana y de Francisco Camps. Según confirmó este viernes personalmente el vicepresidente, José Císcar, la Generalitat mantiene conversaciones con el fondo de inversión Alrasoul, liderado por el empresario israelí Castro Khatib para levantar un parque temático sobre Ferrari junto al circuito de Cheste. Císcar, tratando de marcar distancias con proyectos anteriores, insistió en que la única condición que ha impuesto la Generalitat para apoyarlo- con la cesión de una parcela de alrededor de un millón de metros cuadrados que tiene en la zona y la agilización de las gestiones- es que no le cueste ni un euro.

Partiendo de la base de que la intención del Consell sea firme, la idea, hasta donde se conoce, plantea ciertas dudas de arranque:

1. Los precedentes (I) Eurodisney. La primera vez que se planteó la posibilidad de que se instalase un parque temático relevante en la Comunidad Valenciana se remonta a finales de la década de los 80, con la Generalitat gobernada aún por el PSOE. Entonces el Consell presidido por Joan Lerma mantuvo conversaciones con la multinacional Disney, que buscaba un espacio para su parque europeo. "En realidad nunca hubo un compromiso firme de Disney con Valencia. Su intención siempre fue instalarse en París", relata Lerma a ValenciaPlaza.com. 

"Cuando finalemente eligen Francia, nosotros desechamos la posibilidad de impulsar un recinto de ocio sin el apoyo de una marca potente, ya que los al menos cinco millones de visitantes que eran necesarios para alcanzar la rentabilidad eran una quimera sin el tirón de la multinacional aún con la ventaja del mejor clima que permitía que el recinto estuviera más tiempo abierto", explica el expresidente de la Generalitat.

Pese a que finalmente Eurodisney se construyó en los alrededores de una de las ciudades más visitadas del mundo, el parque ha sido deficitario prácticamente toda su vida.

2. Los precedentes (II) Terra Mítica. Ya con el PP en la Generalitat, Eduardo Zaplana retoma el proyecto. Con unos planes de viabilidad discutibles, que marcan previsiones de visitas nunca alcanzadas, se construye Terra Mítica en Benidorm. El volumen de visitantes está muy por debajo de los cinco millones, incluso de los dos millones en el mejor de los años. La franquicia de Paramount acaba siendo un fiasco. La inversión de más de 260 millones de euros acaba en suspensión de pagos.

Ahora el parque se ha vendido a la empresa local Acualandia a cambio de la deuda que aún mantiene con Sociedad Proyectos Temáticos (unos 65 millones de euros). Acualandia lleva gestionando dos temporadas el parque y no ha conseguido aún rentabilizarlo.

3. Los precedentes (y III) La fiebre temática. Terra Mítica no fue el único proyecto de ocio impulsado por la Generalitat. La propia Ciudad de las Artes y las Ciencias lo es. Y a pesar de que es el recinto de ocio más visitado de España su rentabilidad es nula, eso sin contar con el desproporcionado coste de las obras de Santiago Catalatrava, hasta ahora más de 1.100 millones. Solo L'Oceanogràfic alcanza el umbral de rentabilidad con gestión privada, aunque la empresa que explota el acuario no carga con el coste de la obra. Ciudad de la Luz, casi 300 millones que ahora Bruselas exige que se retornen, también debió llevar aparejada una sección de ocio, al margen de los estudios de cine, de la que nunca se supo. Ciudad de la Luz está en venta y sin comprador. En el olvido quedó Mundo Ilusión, el proyecto creado para contentar a Carlos Fabra en Castellón y que se desechó.

Rita Barberá, Luca di Montezemolo y Camps en Maranello 4. Nada es gratis. La muletilla 'el proyecto le saldrá gratis a la Generalitat' es un déjà vu para los valencianos, más cuando está vinculado al mundo de la Fórmula 1. El Gran Premio de Europa también iba a ser gratis. Incluso el coste las obras de acondicionamiento del circuito urbano del puerto de Valencia se iba a recuperar repercutiéndolo a los urbanizadores del PAI del Grao. Ni una cosa ni la otra. El Gobierno valenciano ha tenido que asumir el contrato que firmó la empresa privada Valmor así como la deuda que había acumulado con la propia Generalitat. Prácticamente Valmor no puso un céntimo de su bolsillo y la Generalitat no se sabe cuánto. Más de 100 millones seguro, según las licitaciones realizadas en su día, más lo que quede por pargar del canon por organizar la prueba los próximos años así como los gastos que durante estos años ha asumido Circuito del Motor y Promoción Deportiva, la empresa pública que gestiona el trazado de Cheste.

5. Inversiones multimillonarias... que regatean con el terreno. Pese a los precedentes mencionados en los tres primeros puntos, el fondo Alrasoul parece dispuesto a realizar una inversión cercana a los 1.000 millones de euros, según dijo Císcar. Radio Valencia-Cadena Ser, que adelantó el jueves la noticia (para disgusto del Consell), fijó la cantidad exacta en 945 millones.

Una inversión descomunal, solo comparable a CACSA. Sin embargo, esa inmensa liquidez (facilitada según las mismas fuentes por Credite Suisse y por Santander, ya que el fondo aportaría el 30% del gasto previsto, apalancándose para el resto) no parece suficiente para comprar los terrenos que mejor convengan al proyecto, justo ahora que el suelo está a precio de saldo.

La Generalitat matiza que la clave está en el Circuito de la Comunitat Valenciana, en Cheste. Es allí donde se quiere levantar el parque temático para aprovechar el trazado como un elemento más del conjunto. Al Gobierno valenciano le queda allí una reserva de suelo de un millón de metros cuadrados que cedería al proyecto gratuitamente. Puede que el recinto necesitara otros tantos que son de propietarios privados. No se sabe cómo se lograría un acuerdo por ese suelo extra.

6. El plan de negocio. Cabe suponer que el fondo ha realizado un plan de negocio antes de lanzarse a construir el parque. La inversión es de tal calibre que cuesta comprender qué datos distintos a los conocidos maneja la compañía para confiar en rentabilizar esos mil millones de euros. Siendo la inversión casi el triple de la de Terra Mítica, el volumen de negocio que debe generar la instalación debería ser ya no tres veces mayor que el del parque de Benidorm, sino alguna más, ya que allí siguen sin ganar dinero. Para hacerse una idea de lo que son cinco millones de visitantes, valga como dato que el año pasado toda la Comunitat Valenciana recibió durante los doce meses 5,4 millones de turistas extranjeros. Que el plan de viabilidad sea razonable es un elemento que el Consell debería tener muy en cuenta en sus conversaciones, más cuando experiencias anteriores nos recuerdan que ciertas iniciativas privadas (Terra Mítica lo era en parte, como Ciudad de la Luz, en menor medida) acaban siendo un lastre total para la Generalitat.

UN TEJIDO INDUSTRIAL DESAMPARADO

Pero incluso más allá de las dudas que pueda despertar el proyecto, hay un elemento que incluso suscita mayor debate: la Generalitat vuelve a adentrarse en un camino que se daba por cerrado, el de las ideas faraónicas. Con más de 600.000 parados y acercándose a un desempleo del 28% muy cerca de ser estructural (o hay construcción o no hay empleos), sería deseable contar con una política industrial de futuro. El sector servicios y en especial todo lo vinculado al turismo, tiene una capacidad de absorción de trabajadores limitada. Si la Comunitat Valenciana no se plantea un modelo económico e incluso territorial a medio plazo, pensando incluso toa la red de polígonos industriales, hoy por hoy semiabandonados muchos de ellos, va a resultar complicado que se genere una dinámica de creación de riqueza y empleo en sectores industriales o, al menos, fuera del inmobiliario.

Confiar la recuperación a proyectos como este es temerario. Era algo que Alberto Fabra parecía tener claro pero que ahora no lo parece tanto.

El pasado mes de abril, en un pleno del Ayuntamiento de El Prat (Barcelona) el alcalde Lluís Tejedor, se posicionó en contra de la posibilidad de optar a que el proyecto de Eurovegas se instalase en su término municipal. "Hay proyectos que pueden generar un negocio fácil, sin cuestionar su validez, pero que pueden desorientar el modelo de crecimiento que queremos", reflexionó abiertamente el alcade. Lo hizo explicando el caso de una localidad aragonesa de La Muela. "Sus dirigentes enloquecieron, se lanzaron a hacer desarrollos urbanísticos para instalar torres de energía eólica. Durante 10 años sus habitantes vivieron en un lujo asiático. El ayuntamiento fletaba vuelos a Nueva York para los vecinos, tiene una plaza de toros con cubierta retráctil que inauguró Julio Iglesias, un polideportivo con decenas de pistas de tenis... Hoy están arruinados. Saben que viven en un decorado imposible de mantener", relató.

El alcalde sigue su reflexión: "Los pueblos y las ciudades deben tener proyecto, tiene que tener un modelo territorial, economico, de fiscalidad... Y a mi no me cuesta nada identiicar proyectos que ponen en crisis y a largo plazo destruyen ese modelo", concluye, en referencia a Eurovegas. Ese es el escenario en que nos encontramos ahora los valencianos. Nuestra situación es como la de La Muela. Podemos intentar darle la vuelta a medio plazo o insistir en el modelo que nos ha traído hasta aquí.

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