VALENCIA. Sin apenas hacer ruido, ha conseguido aparecer en todas las quinielas. Desde su nombramiento como delegado del Consell en 2009, la cotización política de José Císcar (Teulada, 1961), no ha dejado de subir como la espuma. "Valor seguro", subraya un diputado de Alicante.
Císcar, sin embargo, no ha crecido con la gaviota del PP tatuada. Estudió Derecho en Valencia y se forjó en la política municipal. En 1999, alcanzó la alcaldía de su municipio natal con la formación Ciudadanos por Moraira. Una legislatura después, concurría a los comicios locales bajo las siglas del PP, siendo integrado en la candidatura autonómica por la circunscripción de Alicante.
Los que le conocen aseguran que a su formación "robusta" hay que añadirle su "constancia" y "capacidad de trabajo". "Tiene ese tipo de perfil absolutamente versátil. Por presencia y capacidad podría trabajar en cualquier lugar", señala un compañero de partido. "Es polivalente hasta en su tiempo libre. Tan pronto te cuenta que se ha ido a hacer montañismo -una de sus aficiones- como a disfrutar del mar", comenta un diputado alicantino.
Además de ser abogado, Císcar dispone de un posgrado en Urbanismo. "Uno de sus caballos de batalla en Teulada ha sido el de combinar desarrollo con respeto al medioambiente. Su pasión por la montaña le ha convertido en un político ‘ecologista'", comenta un diputado de Alicante.
Desde los inicios de su relación, la sintonía entre el presidente de Francisco Camps y José Císcar, Pepe para los amigos, fue armónica. En 2009, el contacto entre ambos se estrechó sensiblemente. Císcar, quien había entrado en Les Corts Valencianes en un puesto retrasado, abandonaba el hemiciclo al ser designado delegado del Consell en Alicante. Meses después, el líder del PPCV le dio ‘cancha' orgánica al situarlo como vicesecretario general del partido.
Procedente de una familia de clase media, compañeros de partido destacan su "sencillez" y "afabilidad" en el trato. En cuanto a sus defectos, pocos son los que hablan: "Bueno, creo que le gusta el fútbol -jugaba mucho de niño- y es del Valencia", comenta un diputado alicantino en tono jocoso. "En ocasiones es una persona excesivamente recta para la profesión de político. Pese a ello, es muy dialogante", añade un diputado algo más crítico.
"Su mejor virtud es que sabe guardar un secreto. Es discreto", comenta reflexivo uno de los parlamentarios que compartió parte de la legislatura con Císcar.
PROYECCIÓN EN LA LEGISLATURA
Su futuro en el partido y administraciones es una de las incógnitas más jugosas a despejar para políticos y periodistas de la Comunitat. Se le ha señalado como sucesor del presidente de la Diputación, José Joaquín Ripoll, próximo al expresidente Eduardo Zaplana. Para ello, Císcar deberá concurrir como concejal por algún municipio, previsiblemente, Teulada. "¿Y por qué no por Alicante capital?", se pregunta un dirigente alicantino. De ser así, supondría una auténtica declaración de intenciones por parte del tándem Francisco Camps-Sonia Castedo frente a Ripoll.
Desde la delegación del Consell, según señalan fuentes consultadas, Císcar ha recorrido "prácticamente los 141 municipios de la provincia". "Conoce de primera mano la vida municipal y los problemas locales de cada población. Es un trabajo de campo perfecto para gobernar una diputación provincial", subrayan.
Otras fuentes, consideran que lo inteligente sería incluir a José Císcar también en la lista autonómica. "Camps puede reforzarle incluyéndolo en puestos delanteros en la candidatura a Les Corts y jugar con la baza de darle un lugar en el Consell si Ripoll consigue aferrarse a la Diputación", señala un diputado. Cabe recordar que, merced al plan de austeridad que aplicará Francisco Camps si vence en las elecciones, las delegaciones del Consell podrían desaparecer.
Muchas posibilidades para el que apunta a convertirse en el paladín de Francisco Camps en los territorios del sur ya desde el Ejecutivo valenciano o al frente de la Diputación de Alicante. Un comodín en el que el líder del PPCV tiene intención de apoyarse para, al fin, controlar la provincia en la que echó raíces el ‘zaplanismo'.