"Estábamos tan acostumbrado a que lo excepcional -y lo impresentable- era la tónica general, que hay que dar la bienvenida a este cambio (...) y no enquistarnos en que todo lo que viene de RTVV es malo"
VALENCIA. RTVV lleva muchos años siendo maltratada por sus gestores políticos, y también por la directiva encargada de su gestión. Al desmesurado derroche del zaplanismo y la "madrileñización" del ente público (con programas a cargo de gente como Julián Lago y un desembarco generalizado de "famoseo" madrileño en los programas de Canal 9) le sucedió un derroche no menos oneroso para las arcas públicas a lo largo de los años de Francesc Camps al frente de la Generalitat. Y, por supuesto, todo ello regado con un sectarismo ideológico y una manipulación grosera que no tenían nada que envidiar a la de la peor cadena de televisión en esta materia (pública o privada).
Justo es reconocer que la llegada de Alberto Fabra al Palau de la Generalitat, y con él la de su equipo de comunicación, ha dado un giro a esta situación: la política informativa de Canal 9, aunque desde luego no es imparcial, al menos es mucho más respetuosa con el pluralismo social e ideológico de la Comunidad Valenciana. Más cercana a la noción de servicio público que a la de propaganda ideológica. Todo ello en una situación extremadamente difícil, con RTVV (y la Generalitat) arruinadas, tras un Ere traumático, con criterios técnicos más que discutibles (acompañados por un factor ideológico que no cabe soslayar), que de hecho quizás sea revocado por la Justicia.
Nuevo estilo de la directora general
Nos habíamos acostumbrado a que el director general de RTVV ejerciese de sicario político del poder; que no rindiese cuentas a nadie, si podía evitarlo, y que en las contadas ocasiones en las que tuviera que hacerlo el tono empleado fuese impresentable para un gestor público. El anterior director general, José López Jaraba, acreditó todos y cada uno de estos defectos, acompañados, además, por decisiones por las que aún no ha rendido cuentas oportunamente, como contratar a un directivo de Intereconomía cuyos ex asociados, a continuación, consiguieron un contrato desmesurado con RTVV por unos documentales infames, para terminar ambos, Fernando Quintela y José López Jaraba, trabajando para la productora del primero tras su salida de RTVV.
La llegada de Rosa Vidal a la dirección general de RTVV ha supuesto, en este contexto, una indudable mejora. Por lo pronto, Vidal ha intentado normalizar las relaciones (más que enrarecidas en la etapa anterior) con la oposición política y con los medios de comunicación. Ha comparecido en las Corts para dar explicaciones sobre el "estado de la cuestión" de RTVV, hablando con claridad, exponiendo los datos en lugar de ocultarlos y renunciando a alguno de los aspectos más funestos del "legado" que le dejaron sus antecesores. Ha mostrado, en fin, propósito de enmienda.
Todo ello no es en absoluto algo excepcional. Bien al contrario, es lo que cabe esperar de un gestor público responsable: transparencia, rendición de cuentas y rigor en la gestión del dinero público. Pero nos habíamos acostumbrado, durante tanto tiempo, a que lo excepcional -y lo absolutamente impresentable- era la tónica general, que hay que dar la bienvenida a este cambio en las tornas.
Los informativos: casi todo tiempo pasado fue peor
Algo parecido ocurre con la evaluación que merecen los informativos de RTVV desde la llegada de Fabra: desde luego, no son la panacea informativa. Continúa habiendo un sesgo favorable al Gobierno valenciano y al PP, perceptible en la selección y orden de aparición de las noticias, y también en el contenido. Pero, sin duda, se ha avanzado bastante desde la funesta era Camps. Tanto en los programas informativos como en las tertulias y debates políticos: ver a un representante de la oposición en Canal 9, o a opinadores críticos con el poder, ya no es un fenómeno paranormal. La política informativa, que sigue siendo parcial, al menos ya no es un escándalo.
No se trata de que nos conformemos con unos pasos en la buena dirección, por supuesto; pero no está de más elogiar que esos pasos se den, en lugar de enquistarnos en una posición esencialista en la que todo lo que viene de RTVV es malo por definición.

En realidad, es ese el principal problema de RTVV: su credibilidad informativa, después de tantos años de obscena parcialidad, de manipulación con trazo grueso, está bajo mínimos. La mayoría de la sociedad no ve RTVV; incluso cabe preguntarse si la tiene sintonizada en el televisor (la radio, "hermana menor", cuenta con una aceptación mayor, hoy por hoy). Son unas bases extraordinariamente complicadas para recuperar a la audiencia: ¿cómo convencer a alguien de que vuelva a ver la TV autonómica cuando casi se ha olvidado de su existencia?
El proceso de recuperación será lento, y para que funcione hay que perseverar en la línea que parece haberse abierto en los últimos meses. Perseverar y profundizar en ella. Que la TV no sólo sea plural, sino que, además, lo parezca. Entre otros factores, porque una TV con apariencia de imparcialidad es mucho más eficaz como herramienta propagandística, y tiene una capacidad de influencia social mucho mayor.
La propaganda que funciona es la que no parece propaganda. La propaganda que funciona es, también, la que consigue llegar a la gente, no la que se queda en resultados ridículos, inferiores al 5% de la audiencia. De manera que, viéndolo cínicamente, el PP debería ser el primer interesado en revitalizar RTVV y darle un lavado de cara, si lo que quiere es que RTVV le sirva para sus propósitos políticos.
Como TVE... Al revés
Es algo que se ha visto muy claramente en el devenir de TVE desde que la gestiona el PP. En uno de los aspectos sin duda más positivos del legado de Zapatero (tan escaso, en líneas generales), el PSOE forjó, a lo largo de sus siete años en el Gobierno, una televisión pública con prestigio y audiencia, conseguidos sobre los cimientos de la credibilidad. Lo cual no significa, en absoluto, que la TVE de Zapatero fuera imparcial. Sutilmente, en los informativos, y sobre todo fuera de los informativos (en tertulias políticas e incluso en programas de ficción), se deslizaba una visión de las cosas cercana al PSOE; un marco de referencia social y cultural que comulgaba mucho más con los preceptos ideológicos y las medidas concretas adoptadas por este partido político. Pero, desde luego, no era algo evidente. Y precisamente por eso funcionó tan bien.
Y también por ese motivo la audiencia rechazó la receta del PP, que era lo mismo de siempre: control de los informativos evidenciado en un sesgo ideológico muy presente en TVE; a pesar de las protestas de muchos políticos del PP, que consideran que TVE sigue sin ser "suya", porque, por lo visto, serían más felices volviendo a la época de Urdaci... Pero con mucha menos audiencia que entonces.RTVV, para tener éxito, debería seguir exactamente la línea contraria a la adoptada por el PP en TVE: como la mujer del César, debería hacer todo el esfuerzo posible no sólo para ser "virtuosa" (es decir, plural), sino para parecerlo a ojos de los ciudadanos. Y debe intentarlo partiendo de unas condiciones mucho más precarias que la propia TVE: sin apenas dinero, con aún menos audiencia, sin que se haya clarificado todavía qué sucederá con los contratos programa, a qué empresas y en qué condiciones se adjudicarán, etc. Y todo ello, además, con la amenaza de que la justicia tumbe un Ere mal diseñado, con decisiones (técnicas y políticas) discutibles, y de tal envergadura que en palabras de José Ciscar, en caso de que fuera declarado nulo, RTVV tendría que cerrar.
Una interpretación apoyada en la pésima situación financiera de la Generalitat, pero que obvia que, en ese caso, la responsabilidad sería, ante todo, de la Generalitat que decidió realizar en esos términos el ERE. Y que también obvia la importancia que sigue teniendo para esta sufrida Comunidad Valenciana la existencia de una radio y una televisión públicas, que incluso ahora cumplen un papel importante (que podría serlo mucho más en el futuro) como instrumento de vertebración territorial, dinamizador cultural y, especialmente, fomento de la lengua propia. Porque, con todos los respectos, perder RTVV no implica lo mismo que cerrar la TV de Castilla-La Mancha o de Murcia.
#prayfor... Fabra y el coaching
Esta semana, el diario Levante desveló la existencia de un contrato firmado por presidencia de la Generalitat con un especialista en "coaching" (signifique lo que signifique esto; venta de humo o algo que tenga algún tipo de utilidad) para asesorar en materia de liderazgo al president Alberto Fabra. En muy poco tiempo, el asunto adquirió velocidad de crucero y entró en los medios nacionales, obligando a Fabra a rectificar.
Uno no sabe qué es peor, si la cuantía del contrato (20.000 €) o lo que implica que el president de la Generalitat considere necesario que le asesoren para mejorar su capacidad de liderazgo; y, sobre todo, que le asesoren desde el turbio mundo del coaching, la autoayuda, y demás vendedores de crecepelos varios.
A favor de Fabra juega, sin embargo, su rápida reacción y rectificación públicas, renunciando al coaching de marras y ofreciéndose a pagar de su bolsillo las sesiones ya impartidas. Con ello demuestra, si no liderazgo, sí, al menos, sensatez y percepción de la realidad que le rodea. En otros tiempos, alguno de nuestros amados líderes cogido en tal tesitura habría creado una Dirección General de Coaching para huir hacia delante y nunca, nunca, nunca rectificar, porque los "coaches" de los años de bonanza ya se encargaron de impartir, entre otras sabias enseñanzas, la doctrina de que rectificar y reconocer errores es síntoma de debilidad.
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Guillermo López García es profesor titular
de Periodismo de la Universitat de València.