VALENCIA. Fue un encuentro discreto convertido ¿interesadamente? en secreto a voces. El presidente del Consell, Ximo Puig, se entrevistó este sábado como su homólogo en Cataluña Artur Mas. Fue un desayuno, a instancias del valenciano, en un hotel de Mahón (Menorca) en el que el segundo pasa sus vacaciones. Puig estaba en la isla descansando unos días en casa de un amigo, donde se aloja tras su participación en una tertulia en el Ayuntamiento de Es Mercadal. El encuentro adquirió la forma de conversación informal frente a un café.
El motivo de la cita, como no podía ser de otro modo, fue el de las elecciones del próximo 27 de septiembre, aunque también hubo tiempo para hablar de las dos comunidades tan próximas y, muchas veces, tan alejadas. Ambos se conocen desde hace años, aunque su relación -cordial- no se puede calificar de ‘profunda amistad'.
Puig le trasladó a Mas, su punto de vista sobre la situación de Cataluña. Defendió el encaje de la comunidad en el conjunto de España insistiendo, sobre todo, en la idea de que después del 27 de septiembre habrá un día 28 y que ganar los comicios por, simplemente, un voto de más no puede considerarse requisito suficiente para iniciar un proceso de ruptura. Las consecuencias, le recordó, son imprevisibles.
El objetivo de Puig, con vistas ya a las Elecciones Generales de finales de noviembre (las fecha aún no está clara) es consolidarse dentro del partido como un interlocutor con la comunidad catalana y España para afianzar, así, su condición de ‘hombre de estado'.
El jefe del Consell se sentó delante de Mas como una persona con una visión de España muy alejada del inmovilismo del actual presidente Mariano Rajoy, en la que las relaciones entre Cataluña y España se basen en el diálogo y el respeto y donde la primera pueda tener una mayor libertad de movimiento sin amenazar la unidad territorial del Estado.
Por su parte, el cabeza del ejecutivo catalán defendió que está dispuesto a llevar hasta las últimas consecuencias su decisión de iniciar el proceso soberanista: la apuesta no tiene marcha atrás. Mas repitió el mantra de que Cataluña ha hecho todo lo que estaba en su mano para encontrar su sitio en España, pero la intransigencia del ejecutivo central le ha obligado a convertir las elecciones autonómicas de septiembre en un proceso plebiscitario.
Aunque el encuentro fue cordial, no parece que ninguno de los asistentes consiguiera influir lo más mínimo en el punto de vista del otro.