
VALENCIA. "Estimado señor presidente del Gobierno: Permítame que me dirija personalmente a usted en esta especie de carta abierta. Lo cierto es que no suelo hacerlo. Esta modesta columna de opinión que escribo en este periódico suele ser una reflexión en voz alta sobre el complejo momento que atravesamos los valencianos. Ya me gustaría contar otras cosas, pero son los tiempos que nos han tocado vivir.
La decisión de escribirle esta carta la llevo meditando hace unos días. Más en concreto desde que escuché sus palabras en el vídeo preelectoral que su partido ha preparado para las elecciones catalanas. En él, pronunció una frase que, entiendo, pretende hacer un guiño al electorado mostrando su confianza en el pueblo catalán: "Los catalanes son gente emprendedora, hacen cosas, exportan...".
Le confieso que me quedé pensativo. Como comprenderá no fue por la profundidad de la sentencia en cuestión, entre etérea y críptica. En realidad lo que me llamó la atención fue su sencillez. No es nada extraordinario, todo sea dicho de paso, ya que gusta usted, señor Rajoy, de utilizar expresiones tan de ese estilo como el ya conocido "haré lo que haya que hacer y cuando haya que hacerlo".
Pero no es de la concreción de sus mensajes de lo que quiero hablarle, sino del concepto. Con ese "los catalanes hacen cosas" entiendo que quiso mandar un mensaje de admiración a un pueblo que anda estos días revuelto, con sus aspiraciones soberanistas. A usted, por tanto, señor Rajoy, le gustan los catalanes porque emprenden, porque hacen cosas, porque exportan...
No sé si esa demostración de afecto habrá calado hondo en Cataluña (mucho me temo que no) pero como parece que en su escala de valores esas cosas que hacen los catalanes cuentan, creo que estoy en la obligación de informarle de algunas cosas.
Y digo en la obligación porque tengo la sensación de que no hay nadie que se las diga, a pesar de que en los últimos meses la lista de agravios que está cometiendo su Gobierno con la Comunitat Valenciana empieza a ser preocupante. El último, el que colmó el vaso, fue su negativa a mejorar, siquiera como mero gesto, algunas partidas de presupuesto, petición que le llegó directamente del Gobierno valenciano.
Pero antes hubo otros, y el más importante es la fuerte caída de la inversión en la Comunitat Valenciana para el año que viene, lo que sin duda lastrará aún más la difícil salida de la crisis que tenemos por delante. Eso por no hablar del vacío institucional a que tiene sometido a la Comunitat Valenciana, donde no viene así se nos queme la mitad del territorio.
Dicen por ahí, en eso que los periodistas llamamos círculos políticos, que usted, señor presidente está harto de los problemas de la Comunidad Valenciana. Que los problemas económicos de la Generalitat, a la que ha tenido que estar asistiendo financieramente todo el año, y los numerosos casos de corrupción le han provocado un desapego a nuestra tierra. No le negaré que no le faltan razones.
Pero no me queda más remedio que decirle que no es justo que ese resquemor acabemos pagándolo todos los valencianos. Porque contrariamente a lo que usted quizá ahora piense, olvidando que han sido sus correligionarios del PP en este territorio los que nos han abocado a esta mala imagen de padecemos, la mayoría de los valencianos son emprendedores. Y hacen cosas. Y exportan... Me gustaría concretarle algunas de esas cosas que hacemos los valencianos que no aceptamos regalos impropios ni despilfarramos en grandes eventos y a los que nos cuesta entender el desapego de su Gobierno. La mayor cadena de supermercados de España es valenciana. Emplea a decenas de miles de trabajadores y crea empleo año tras año. Quizá le suene. Se llama Mercadona. Igual hasta ha hecho la compra alguna vez allí.
La aerolínea Air Nostrum, transporta a diario a miles de españoles por toda España. Esta considerada como la mejor compañía de vuelos regionales de Europa y, pese a las dificultades del momento económico, sobrevive con solvencia en el competitivo mundo de la aviación. Y también, señor presidente, es valenciana.
Valencianos son los más de 10.000 empleados de la factoría de Ford en Almussafes y de su proveedores. Esos que con su buen hacer tanto desde la responsabilidad sindical como en el profesional han conseguido convertirla en una fábrica de referencia del grupo Ford en el mundo. Un trabajo bien hecho que ha sido recompensado con nuevos proyectos cuando el sector del automóvil está cerrando plantas.
Valenciana es la empresa líder en atender a las parejas que no pueden tener hijos y tienen que recurrir a los avances médicos. Miles de españoles han nacido gracias a las técnicas de reproducción asistida que ha desarrollado el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI). En Castellón se concentra un cluster azulejero que, durante décadas mantuvo el paro en mínimos en la provincia. Hoy la crisis ha diezmado el sector. Pero muchas siguen. Tal vez le suene Porcelanosa, líder en revestimientos cerámicos de alta calidad que compite en todo el mundo. Una competitividad que, quizá usted no lo sepa, su Gobierno está poniendo en peligro con el aumento de la tasa del gas, esencial para su funcionamiento, y que los diputados de Castellón de su partido tuvieron que votar en contra de una enmienda que se presentó para suprimirla.
Quizá sin darse cuenta, en alguna de sus excursiones campestres, con o sin tupper, ha calzado unas Panama Jack. Unas botas de nombre aparente pero que se diseñan en Elche para todo el mundo. O tal vez ha comprado un juguete para un niño sin darse cuenta de que lo ha fabricado Famosa-Feber en Alicante.
Y por no alargarme demasiado, déjeme también que le cuente el trabajo de nuestros agricultores. Anecoop es la primera exportadora hortofrutícola de España. Con unos márgenes casi ridículos, esta empresa y sus cooperativas agrarias asociadas, envían a todo el mundo frutas y verduras desde hace siglos. Una agricultura que da empleo a muchas familias durante las campañas y que, frente a otras, no está subvencionada, ya que ha luchado por su rentabilidad en cada momento.
Como verá, los valencianos son emprendedores, capaces de poner en marcha proyectos líderes aquí y fuera. Y exportan como el primero. De hecho, como el segundo, por detrás de Cataluña. Y encima con una balanza comercial positiva. Vendemos más al exterior que compramos.
Y después están la inmensa mayoría de los ciudadanos de a pie, los que hacen cosas, como ir al trabajo cada día, el que lo tiene, o se esfuerza por salir adelante desde un pequeño taller, una fábrica modesta, o un estudio de diseño.
Creo, señor Rajoy, que cumplimos los mismos requisitos que a los catalanes les han valido una peculiar frase de ánimo. Pero los valencianos seguimos esperando. Una espera, valga la expresión, desesperada. Porque no entendemos el castigo al que parece ha decidido someternos. Porque la mala política de la Generalitat en los últimos años merece una reprimenda, cierto, pero no puede ser a costa de hipotecar el progreso de la Comunitat Valenciana y de sus ciudadanos. Sé, presidente, que la próxima semana viene usted a Valencia. No sé si los dirigentes políticos locales tendrán valor para decirle que esto tiene que cambiar. Para plantarse. Para, en definitiva, ejercer de lo que deberían ser: los representantes de los valencianos. Si lo que usted tiene es un problema con ellos (le recuerdo que usted eligió a nuestro presidente actual, Alberto Fabra), resuélvalo. Pero que esas disputas no arrastren a los ciudadanos. Bastante hemos pasado ya con las excentricidades de otros compañeros suyos y las de sus amiguitos del alma.
Quizá medio mundo nos vea ahora como ejemplo de todo lo malo. Podemos asumir la parte de responsabilidad que nos toca como ciudadanos. Pero no haga pagar al conjunto por el daño causado por unos cuantos. Los valencianos somos emprendedores, hacemos cosas y exportamos, señor Rajoy. Y eso es lo que hay que hacer para salir de la crisis, según sus propias palabras. Actúe, pues, en consecuencia".