Su primer proyecto fue crear una ‘app’ enfocada al mundo fallero que sólo se descargaron diez personas. Ahora, Fernando Marzal, CEO de Mobincube, tiene más de seis millones de usuarios repartidos por todo el mundo
VALENCIA.-¿Qué es una app? Es posible que dar explicaciones en 2016 no tenga demasiado sentido pero bien que tuvo que hacerlo el valenciano Fernando Marzal, CEO de Mobincube, allá por el2008. Entonces no se conocían ni lo que eran los emprendedores ni las startups. Todos eran empresarios o autónomos y que invirtiera en ellos un fondo era una misión prácticamente imposible. «A emprender empiezo pronto;estudiando ya pensaba que quería montar algo», explica Marzal, quien decidió estudiar una Formación Profesional de Informática y a partir de ahí se dejó caer en el mundo de las aplicaciones o apps.
Marzal y sus socios llegaron pronto al mercado, son conscientes, y eso les valió algún disgusto. Uno de los más curiosos fue en 2006, cuando lanzaron Las Fallas en tu móvil. «Hicimos tonos de descarga cuando empezaban los politonos y se nos ocurrió hacer el juego de La Ofrenda», apunta Marzal. Llegaron a un acuerdo con la Federación de Fallas de Especial para poner un cartel pero la gente decidió descargarse los politonos. Diez descargas fue lo que tuvo el videojuego en todas las fiestas.
«Era nuestro producto estrella, lo que más nos había costado desarrollar porque el resto lo habíamos subcontratado», ríe. Pero era muy pronto para el mercado. Había que entrar en Internet, no se sabía el coste y la gente no lo veía claro. Incluso desarrollaron la primera guía turística para móviles de la Comunitat.
Pero en 2008 apareció la luz con los primeros iPhone y Android, momento en el que se atrevieron a centrarse en aplicaciones. Entonces Marzal y sus socios decidieron sacar Mobincube y después de llegar a los 60.000 usuarios, Inveready y Fundación Bankinter entraron como inversores. Ahora un millón de usuarios utilizan su servicio y emplean a dieciocho personas. «Nadie entendía lo que hacíamos», asegura.
«Cuando sales con un producto que automatiza la realización de apps pero nadie sabe qué son las apps tienes que evangelizar». Su producto permite hacer aplicaciones y ganar dinero a través de la publicidad que ellos mismos gestionan, además de tener planes de pago. «Tenemos bastantes casos de éxito, hay gente que gana más de mil euros todos los meses». Se trata de aplicaciones simples, menos interactivas con el usuario y que son utilizadas para dar a conocer recetas o consejos, por ejemplo. Sus usuarios llegan desde España y Latinoamérica principalmente, aunque asegura que están creciendo mucho en la India.
Otro de sus clientes son las pymes. «Si una peluquería quiere hacer un catálogo de sus productos, facilitar las reservas y enviar notificaciones o un restaurante decide enviar todos los días su menú puede hacer una aplicación con nuestro software». «Se completa a través de pantallas, es muy fácil», explica.
En total, la startup ha pagado ya más de 1,6 millones de dólares a sus usuarios. Eso es gracias a los más de seis millones de usuarios activos mensuales que tienen esas apps instaladas, el 25% de los cuales están en España.
Estas ganancias provienen de anuncios mostrados en las apps, publicidad de todo tipo que ha sido vista más de un billón de veces, gracias a los acuerdos de Mobincube con redes publicitarias móvil como StartApp, Airpush, HeyZap, BillyMob, Mobusi o Google Admob. Sobre su competencia asegura que no existe demasiada, sobre todo al dirigirse al particular ya que la mayoría se enfoca a las pymes.
En 2014 Mobincube decidió abrir delegación en Silicon Valley (San Francisco), cuna de startups tecnológicas, y allí se marchó su socio Iñaki Roda para buscar partners e inversores. «San Francisco es complicado porque todas las startups del mundo están ahí, y te has de ir con el bolsillo lleno porque es carísimo». La visibilidad tampoco es fácil, pero por poco que se consiga es mucho ya que los acuerdos tecnológicos le han permitido a Mobincube incrementar la facturación un 100% en un año.
«Todas las empresas de tecnología móvil con las que se pueden cerrar acuerdos están ahí», asegura Marzal. Sobre todo han hecho tratos de partnership que les proveen clientes de publicidad, además de intentar abrir la búsqueda de financiación en fondos americanos. «Estamos intentando realizar una ronda de serie A y allí hay muchísimo fondo. Tiras una piedra y das a un inversor, no como en España», reconoce.
Desde que Marzal empezó a emprender ya ha pasado un mundo y reconoce que todos los que salen ahora de las aceleradoras lo hacen con una terminología perfecta y unas métricas estudiadas. «Da envidia, ojalá me hubiera hecho alguien esa formación en su día porque están instruyendo a emprendedores brutales, les oyes hablar y son una maravilla». Sin embargo, hay algo que no le acaba de convencer. «Da miedo que todos los emprendedores se estén convirtiendo en clones. Todo son métricas, levantar capital, y los procesos vienen marcados, nadie sale de ahí», asegura.
De hecho, cuando piensa en una startup americana cree que el éxito de Silicon Valley deriva a partes iguales de la locura y la innovación, algo que permite su facilidad para encontrar inversión. «Igual tienen que dejar que te equivoques; no hay un emprendedor que haya triunfado y no se haya pegado tres guantazos antes. Las incubadoras sacan a gente a quien se lo han dado todo hecho y cuando llega la primera dificultad muchas veces se estrellan», lamenta enfatizando que «el salto de aceleradora a aceleradora hay que alargarlo para poder enfrentarte al mundo en solitario».
«Echo de menos que aparezcan emprendedores tecnológicos como Mark Zuckerberg o los fundadores de Google que se programaban sus propias ideas», reconoce. Sobre que las empresas se hayan lanzado a impulsar incubadoras lamenta la existencia de mucho «postureo» con las startups. «Menos postureo y más invertir de verdad; hay que arriesgar», opina. Apuesta por que dejen de ser noticia las rondas de 100.000 o 200.000 euros para que lo sean las de diez millones.
«Las grandes empresas deberían apostar más por las startups. Son el I+D del país», asegura. «Si coges a un emprendedor con toda la energía que tiene y le das capital para que desarrolle su idea te va a dar beneficio a futuro en el área de innovación».
* Este artículo se publicó originalmente en el número 25 de la revista Plaza (noviembre 2016)