Una de las cosas que se nos ha echado en cara al Consell del Botànic ha sido la falta de amor profesado entre los miembros designados por uno y otro partido que formaban parte de la coalición de gobierno. Así, el llamado mestizaje ha acabado siendo considerado como una especie de maldición y no se ha llevado pocos apelativos.
Para huir de esa supuesta maldición, Vox y PP no han hecho uso de esa opción y se profesan amor a todas horas de manera superlativa. A mi personalmente me parece estupendo, pues me cuesta ver las diferencias entre unos y otros y los veo como una unidad política inseparable, como un matrimonio bien avenido, con las mismas inquietudes e intereses.
Fruto de ese amor han nacido cinco proposiciones de ley cuya andadura ya ha comenzado en Les Corts y que pretenden desmontar los avances alcanzados por el anterior gobierno en materia de democracia. Poca broma.
Pues elementos clave de la democracia son la transparencia en las acciones del gobierno, la garantía de incompatibilidades en el ejercicio del cargo, el derecho de información objetiva y plural y en la lengua oficial que uno elija, el derecho a la memoria democrática, la independencia de quien dirija la Agencia antifraude, y una normativa que garantice la calidad educativa.
Así que en un mismo día presentan estas leyes que no son más que un Regreso al futuro pero sin la gracia de Michael J. Fox, pues su pasado tiene cara de Zaplana declarando en el juzgado gracias a que un sirio encontró en un piso unos papeles olvidados donde se detalla como el President de la Generalitat del PP (y su indigno sucesor) nos robaba a espuertas antes de ser ministro de trabajo del gobierno de Aznar y portavoz, cargo bajo el cual mintió a todos los españoles vestido de riguroso luto atribuyendo a ETA el atentado de Atocha, cuando sabían que todos los indicios apuntaban a Al Qaeda.
Se trata de eliminar los pilares construidos por los partidos que componíamos el Botànic para que la democracia valenciana dejara atrás para siempre la etapa de los Gürtel y el amiguito del alma de Camps, Rus y sus 1000, 2000, 3000…. Y el autodenominado yonki del dinero, las “traductoras rumanas” del caso Emarsa, y un extenso etcétera que nos lleva a 154 personas condenadas por sus tramas de corrupción. Amor mucho, pero por el dinero ajeno, el de todos.
Pero para destruir estos pilares hay que vestir al santo, y para ello cada ley tiene su vestimenta o más bien disfraz. Hay que vender el producto, o, como se dice ahora, tener un relato. ¿Cómo eliminas instituciones que funcionan y que pretenden controlar tu gestión para evitar la corrupción? Llámalas chiringuitos, no te cortes. ¿Cómo derogas los derechos de memoria democrática sin que te acusen de ensalzar el fascismo? Menciona a las víctimas de ETA. ¿Cómo derogas las normas de transparencia del gobierno? Habla del exceso de información superflua. ¿Cómo derogas las incompatibilidades para que el alto cargo no beneficie a sus empresas? Di que estás abriendo la puerta a encontrar talento para la gestión pública. ¿Cómo eliminas la independencia de la TV pública valenciana para que vuelva a ser el peor Canal 9? Di que la quieres modernizar. ¿Cómo derogas las mejoras en la educación pública? Habla de adoctrinamiento. Pero siempre repite una misma palabra: libertad. Una maravillosa palabra que nada tiene que ver con este proceso de derrumbe de los pilares de nuestra querida democracia.
Como vemos, PP y Vox se querrán mucho, pero amor por esta tierra no tienen ninguno.