MADRID. Las correlaciones típicas de los mercados se rompieron la semana pasada. La fusión forzosa de Credit Suisse con UBS disipó temporalmente las inquietudes sobre la banca europea. Sin embargo, una "subida moderada" por parte de la Reserva Federal y el temor a una reducción del crédito bancario en Estados Unidos provocaron una fuerte caída de los rendimientos de los bonos del Tesoro.
Los activos de riesgo se debatieron entre las preocupaciones bancarias, por un lado, y el impacto positivo de tipos de interés más bajos, por otro, y terminaron la semana casi sin cambios; las divisas de los mercados emergentes, mientras tanto, subieron en su mayoría. La corona noruega fue la divisa más destacable de la semana, impulsada por la agresividad de su banco central. La volatilidad aumenta en todas partes, sobre todo en los mercados de renta fija.
Los informes de inflación y posiblemente las noticias sobre el sector bancario dominarán la semana. El informe preliminar sobre la inflación de la Eurozona correspondiente a marzo, que se publicará el viernes, será el tema central. Los mercados esperan que el índice subyacente alcance un nuevo máximo histórico. El informe sobre la inflación del PCE en EE UU que se publicará ese mismo día corresponde a febrero, por lo que no debería tener el mismo impacto. Aparte de eso, en el resto de principales áreas económicas se publicarán sobre todo datos de segundo orden.
El contraste entre la retórica de línea dura del BCE y la postura moderada de la Reserva Federal impulsaron a la moneda común en la primera mitad de la semana pasada, y las excelentes cifras del índice PMI de marzo le favorecieron el viernes. Sin embargo, los dudosos rumores sobre el Deutsche Bank y el nerviosismo general obligaron al euro a ceder sus ganancias del viernes, lo que ilustra la volatilidad y el nerviosismo de los mercados. Dichos rumores fueron desmentidos por el primer ministro alemán Scholtz, lo que bastó para que el euro terminará la semana con una modesta subida frente al dólar. Se espera que la inflación subyacente, que se publicará el viernes, aumente hasta alcanzar otro máximo histórico. Además, los bancos europeos parecen estar en mejor forma que los estadounidenses, por lo que no esperamos que el BCE ponga fin a su ciclo de subidas de tipos, lo que debería ser positivo para el euro.
Tras las fuertes oscilaciones de las dos últimas semanas, los mercados pronosticaron una subida de tipos de 25 puntos para la reunión de la Reserva Federal de la semana pasada, y eso fue lo que Powell anunció. Sin embargo, tanto la declaración que acompañó a la decisión como la rueda de prensa dejaron claro que la Fed espera cierto grado de endurecimiento financiero como consecuencia de las turbulencias bancarias. Esto significa que el banco central pecará de cauteloso hasta que se aclare el alcance de ese endurecimiento en los próximos meses. En consecuencia, la diferencia de tipos al otro lado del Atlántico, y entre EE UU y la mayoría de los demás países del G10 se está reduciendo rápidamente, lo que debería tener consecuencias bajistas para el dólar.
La sorpresa inflacionista de principios de semana obligó al Banco de Inglaterra a subir los tipos en 25 puntos básicos más, y su retórica también se tornó agresiva, haciendo hincapié en las recientes sorpresas positivas en términos de crecimiento. No podía ser de otro modo: la inflación subyacente se disparó y se situó un 0,5% por encima del consenso, en el 6,2%, una cifra sin precedentes, invirtiendo por completo los modestos avances de los últimos meses. Si unimos la nota generalmente positiva de las publicaciones macroeconómicas, el repunte de la inflación y el aparente giro agresivo del Banco de Inglaterra, creemos que el camino de la libra será al alza.
Enrique Díaz-Álvarez es director de Riesgos de Ebury