entrevista al presidente de greenpeace españa

David Sandoval: “La Agenda 2030 es importante porque marca una hoja de ruta a toda la humanidad”

6/10/2021 - 

VALÈNCIA. David Sandoval hoy es la cara visible de Greenpeace España pero desde bien joven ha sido una persona comprometida con el medioambiente. Su acercamiento a la organización fue en los años ochenta, cuando un grupo de activistas de Greenpeace impidió el vertido de bidones radiactivos de un mercante holandés a 500 kilómetros de la costa gallega. Esa acción captó su atención y comenzó a seguir más de cerca su actividad —hasta 1984 no nació formalmente Greenpeace España—. “En los años ochenta se hicieron distintas acciones para proteger el Mediterráneo que llamaron mi atención y cuando vino el Rainbow warrior a València me acerqué a informarme y me enganché con su visión global del medio ambiente”, comenta David Sandoval, presidente de Greenpeace España.

Esa visión de los océanos sin fronteras, la manera de reivindicar la protección del planeta y esa mirada internacional le llevaron a hacerse simpatizante aún siendo menor de edad. Fue, a principios de los años noventa y con su primer sueldo, cuando pasó a ser socio de Greenpeace España para luchar por ese mundo mejor. Sin embargo, al ser abogado de profesión, su colaboración debe ser más cauta: “Al ejercer como abogado debo quedarme en segunda línea, que es impulsando proyectos desde la organización, algo que no me importa porque me gusta mucho”.

Ahora y desde 2018 David Sandoval sigue esa reivindicación por sus ideales como presidente de Greenpeace España —fue renovado en 2021 por tres años más—. Un mandato, además, que coincide con el compromiso de los países por cumplir la agenda 2030 en un momento en el que “el Planeta necesita de nuestra actuación”. 

- ¿Por qué el 2030 es tan crucial para el planeta?

- La Agenda 2030 es importante porque marca una hoja de ruta a toda la humanidad y es una visión que trasciende a los ecosistemas, a los países y las fronteras. Desde siempre, las instituciones internacionales han tenido el problema de la aplicación práctica por lo que esta agenda global es fundamental porque involucra a todos los estados a participar y aplicar medidas. 

- ¿Es una hoja de ruta realista? 

- Es una buena base pero se queda corta. Si el realismo se enfoca desde el punto de vista económico, que es donde siempre está el caballo de batalla, dependerá de los recursos que cada país tenga. Un claro ejemplo es Arabia Saudí, que está desviando sus inversiones hacia las renovables, el turismo… porque sabe que su pervivencia le va en ello. En países como China, India o Pakistán es más complejo porque tienen una densidad de población elevada y con estilos de vida muy diferentes. Las sociedades occidentales no deberían tener tanto problema en ese cambio. Si me centro en lo ambiental, la energía necesita una evolución porque somos ultra dependientes de energías como el petróleo o la nuclear, y en cambio tenemos capacidad para generar energía limpia. 

- Esa agenda 2030 compromete a las ciudades a ser más sostenibles, ¿cómo sitúa Greenpeace a València en materia de sostenibilidad? 

“HAY QUE SEGUIR REDUCIENDO LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA PORQUE LAS CUESTIONES DE SALUD NO PUEDEN APLAZARSE POR MÁS TIEMPO”

- En un estudio que realizó Greenpeace sobre la sostenibilidad de las ciudades situó a València cómo la segunda ciudad más comprometida con la movilidad sostenible —por detrás de Bilbao—. València ha hecho unos cambios en movilidad muy importantes y valientes, pero aún falta camino. Es cierto que ha habido una pequeña reducción de la contaminación atmosférica pero hay que seguir avanzando en este sentido porque las cuestiones de salud no pueden aplazase por más tiempo. Hay que potenciar que el tráfico sea más comunitario, más colectivo y más electrificado. Más allá de la movilidad se están llevando acciones muy interesantes, como la construcción de depósitos de tormentas, medida que el Ayuntamiento de València está realizando junto a Acciona, que permiten aprovechar el agua de las tormentas y separarla de la red de saneamiento. 

- Ahora se habla mucho más de desarrollo sostenible que antes, ¿por qué? 

El deterioro ambiental hace que los desastres naturales aumenten por lo que, para contrarrestar esa situación tan delicada, la sostenibilidad se vuelve más importante. Esto tiene su parte positiva pero también de moda pues en las empresas hay mucho Greenwashing.

- En otras palabras, que se puede concebir como un negocio, ¿no?

- Sí, ahora la energía renovable es un negocio. Hay grandes empresas que quieren desarrollarlo y ganar dinero por lo que el reto es lograr que esa transición energética sea justa y ecológica. Un claro ejemplo es la Cooperativa de Crevillente, una comunidad energética de referencia que produce la energía renovable en el pueblo para sus ciudadanos. O Todolella, al norte de Castellón, que recoge la biomasa de masa forestal para transformarla en energía.

- Esa apuesta por las renovables ha hecho que en la Comunitat Valenciana se genere un debate sobre dónde instalar placas solares

Hace más de una década, Greenpeace hizo el estudio Renovables 100% en el que señalaba la capacidad de cada territorio de generar energía renovable. En el caso de la Comunitat Valenciana, se vio que colocando fotovoltaicas en cubiertas, tejados y fachadas se obtenían dos veces y medio la energía que supuestamente será necesaria en 2050 en la Comunitat. Por tanto, según ese informe, no hacen falta esos grandes centros de producción en zonas rústicas o naturales. Si a esto se le suma la energía eólica o la biomasa, hace que no se necesite hacer esa inversión de campos de placas solares. 

- En este ámbito, el cierre de la central nuclear de Cofrentes ha sido una reivindicación histórica de Greenpeace en la Comunitat Valenciana

Exacto. A pesar de hacer varias acciones y destinar recursos Greenpeace no ha logrado todo lo que pretendíamos. Incluso el otro día juzgaron a diecisiete personas (dieciséis activistas y un fotógrafo) por las distintas acciones llevadas a cabo en la central nuclear de Cofrentes. El ecologismo no ha conseguido su cierre pero las centrales nucleares como Cofrentes terminarán cerrándose por su antigüedad y la inversión que requiere mantenerlas en funcionamiento con seguridad.

- La voz de Greta Thunberg se alzó fuerte por ese futuro más limpio

- Greta Thunberg enganchó a toda una generación en esa conciencia por proteger al planeta. Ella ha sido la primera persona de su generación con proyección pública real que ha dicho que las consecuencias de no haber cuidado al planeta las iba a sufrir su generación. Y ese mensaje en una niña tan joven ha sido tan potente que ha enganchado a toda una generación para que se percate de que ya no bastan las pequeñas acciones sino que hay que cambiar los hábitos para lograr ese equilibro. 

- ¿A una asociación como Greenpeace le molesta que surjan figuras como la de Greta Thunberg?

Su mensaje es complementario. Siempre lo digo: ojalá no hiciera falta una asociación como Greenpeace, porque eso significaría que seres humanos y naturaleza conviven en armonía. Greenpeace ayudó a venir a Greta a España y estamos con ella si lo necesita. Hay que tener en cuenta que Greenpeace es una organización madura (acaba de cumplir cincuenta años) pero sigue presente. Esto significa que hay una parte de la sociedad con la que Greenpeace sigue conectando y a la que se une la nueva generación, que es la que ha enganchado Greta con su mensaje. Por eso, son mensajes complementarios y el objetivo es lo fundamental.

- Un mismo discurso que señala que ya no es suficiente con cerrar el grifo del agua o reciclar. 

“València ha hecho unos cambios en movilidad muy importantes y valientes, pero aún falta camino” 

 - Exacto, la ciudadanía tiene que pasar a la siguiente fase, que implica cambiar algunos hábitos para que la actividad habitual de cada persona sea menos impactante en el medio. Hay que tomar conciencia de que vivimos rodeados de vida; que el océano no es una masa de agua sino una masa de vida. Cuando se adquiere esa conciencia la relación con el mundo cambia. Y ese es el camino que debemos seguir para vivir en un equilibrio que nos beneficia a todos.

- Una de esas medidas es la prohibición de la venta de frutas y verduras en envases de plástico a partir de 2023.

Sí, está muy bien pero hasta que llegue 2023 aún falta. Hace unos años Greenpece lanzó una campaña en la que se demostraba que el Mediterráneo tiene una densidad de plásticos comparable a las famosas islas de plástico del Pacífico —una pieza por cada 4m2—. Por tanto, primero es vital que los países dejen de verter plásticos en la cuenca mediterránea para luego estudiar qué se hace con todo el plástico que hay en el mar. Hay que pensar que cada bolsa dura cincuenta o cien años, se arroje hoy o mañana al mar, por lo que el plástico es acumulativo.  

- En líneas generales, ¿hay más conciencia ahora que antes?

Sí, mucha más. Tanto la sociedad en general como los agentes económicos tienen más conciencia ecológica, ya sea porque les afecta el deterioro del medio ambiente o porque ven que la sostenibilidad incorporada a su empresa tiene rentabilidad. En este sentido, la agricultura ecológica es un claro ejemplo porque en la Comunitat Valenciana ha crecido en dos dígitos y ha generado una buena economía en una época de crisis. Ahora viene lo más complicado: reducir el consumo, que no consiste en limitar sino de reducir y orientar el consumo para generar economía circular.

- Greenpeace acaba de cumplir 50 años, ¿ha cambiado mucho el activismo desde entonces? 

Sí, muchísimo porque las sociedades no son iguales. Antes bastaba con llamar la atención a través de una acción de propuesta pacífica pero ahora tienes que fundamentar la problemática. De hecho, en sus inicios Greenpeace llamaba la atención con acciones y desde la década de los noventa documenta e investiga la situación para trabajarla con los actores implicados, ya sean administraciones o empresas. Y si después de todo eso no se consigue impulsar el cambio, es cuando los activistas deciden hacer una acción. Algo así ocurrió con El Corte Inglés, que al no escucharnos, los activistas colgaron una gran raspa de pescado de 15 metros y al día siguiente responsables de El Corte Inglés se sentaron con nosotros para ver qué se podía hacer por la pesca sostenible.