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AL OTRO LADO DE LA COLINA  / OPINIÓN

De bloques, bloqueos y elecciones

27/05/2023 - 

Decíamos ayer (en mi anterior artículo) y con permiso de los clásicos, de la vuelta (si es que en alguna ocasión se fueron) en el panorama internacional de dos bloques o polos de liderazgo, por lo que este fenómeno (la división en dos bandos) no es único de España.

Vivimos en un mundo donde coexisten dos bloques, en uno rige, o  lo debería hacer plenamente a pesar del globalismo reinante, el principio del respeto a los Derechos y Libertades de todos los ciudadanos (en cualquier etapa de su vida), desde el derecho a la vida, pasando por el respeto a las minorías o la libertad de expresión-prensa, terminando por el derecho a la propiedad privada, entre otros; y el otro bloque, repleto de tópicos totalitarios, autoritarios y falsos paternalismos, sin respeto a la autonomía de la voluntad, donde el Estado es dueño (finalmente) de la vida y bienes de sus ciudadanos-súbditos (y de sus hijos por supuesto), a los que se les impide, o eso se intenta, pensar libremente y desde luego, manifestarse.

En esta última semana, a nivel nacional e internacional, hemos tenido un buen ejemplo de todo ello. Por una parte un G7 (los siete países más industrializados del mundo de orbita occidental, a los que se les unió en esta reunión del Japón la UE)) más militante que nunca, pues ha afirmado que China, con motivo de su desarrollo de armas nucleares sin supervisión y participación en foros internacionales como el TNP y el TNPW (Tratado de No Proliferación Nuclear y Tratado de No Proliferación Armas Nucleares), es una amenaza, exactamente la define en un lenguaje muy diplomático, como “una preocupación para la estabilidad mundial y regional”, a la par que los USA confirmaban su apoyo al suministro de cazas a reacción de ataque F-16, de su manufactura pero en manos de sus aliados a Ucrania; que unido, entre otros factores, a la entrega a Ucrania de misiles operacionales (cuasi estratégicos) ingleses Storm Shadow, nos va a llevar a experimentar una nueva estrategia en la historia, escalar un conflicto convencional contra una potencia nuclear, ¿qué puede salir mal?.

A nivel nacional también se ha podido observar como los bloques van distanciándose cada vez más del punto medio o del centro, en una campaña repleta de incidentes, cada vez más tensionada por los casos de compraventa de votos electorales, delincuentes/asesinos en listas electorales, agresiones a candidatos principalmente de uno de los bloques, en fin recuerden aquello de José Luis Rodríguez Zapatero “lo que nos conviene es que haya tensión”, dicho a un complaciente Iñaki Gabilondo, ya saben de aquellos polvos…

Esta división en dos bloques, tanto a nivel nacional como internacional, nos conduce a situaciones de bloqueo institucional en todos los ámbitos, porque parecería que antaño la política consistía en la búsqueda del interés general de la sociedad, ahora parece que se va buscando los beneficios particulares, de clase y de grupo, más que el progreso y mejora de la comunidad en su conjunto, en donde hasta los sentimientos generan derechos (generalmente para usarlos como arma arrojadiza de un extremo contra el otro) e impregnan el pensamiento único y lo políticamente correcto; cuando no generan el espurio “que hay de lo mío”.

Por eso hemos llegado a un momento en que lo urgente oculta lo importante, y la gestión pública, eje e instrumento fundamental de cualquier gobierno, es un tema que prácticamente, y con su debida profundidad, no ha aparecido en campaña, excepto gloriosas excepciones, aunque sean deslavazadas. Porque ya ha llegado el momento en el que la Unión Europea nos ha advertido en que hay que reducir el gasto público, dado que el último dato del Banco de España es que tenemos una deuda pública nacional del 113 % del PIB, cuando lo máximo permitido por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea es del 60 % del PIB para una economía que quiera crear puestos de trabajo y progreso económico. Por su parte nuestra Comunitat, que según la ley Orgánica 2/2012, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera en desarrollo del artículo 135 de la Constitución y de la normativa europea debería tener en cuenta que el “límite de deuda pública de cada una de las Comunidades Autónomas no podrá superar el 13 por ciento de su Producto Interior Bruto regional”, y que ahora mismo tiene un PIB regional entorno a los 112.000 millones €, cuando la Generalitat tiene una deuda de unos 55.000 millones €, por lo que las cuentas no nos salen.

Así es como una de las prioridades del nuevo Consell salido de las urnas de este domingo 28 de mayo (como en su día lo será del próximo gobierno de nación), será, para así poder mantener el Estado del Bienestar, afrontar el redimensionamiento del gasto público, y eso sólo se puede hacer mediante la racionalización y reorganización del sector público (además de sus políticas de gasto), introduciendo técnicas modernas de presupuestación y no utilizar siempre la clásica orgánico-funcional incremental, ampliar los sistemas de gestión (ya probados) que economizan los servicios públicos como es la colaboración público-privada en educación y sanidad. Que por cierto estas funciones son las principales políticas de gasto, presupuestadas para este año 2023 en 5.549.501 millones € y 8.493.263 millones € respectivamente, además del servicio de la Deuda con 6.576.658 millones €, de ese total consolidado de 30.050 millones €, de los que aproximadamente corresponden 1.600 millones € al sector publico instrumental sobre el que habría que aplicar con máximo rigor la cuasi non nata Supervisión Continua.

Y cuanto más se tarde en hacer los deberes respecto al gasto público, mayores recortes nos exigirá la UE, fíjense que a partir del último informe de la Comisión del día 23, se calculan éstos en unos 9.000 millones para todas las Administraciones Públicas, porque si no, y parafraseando a aquella campaña de Bill Clinton con aquel ¡es la economía estúpidos!, cuando nos vengan los hombres de negro de la UE y pongamos cara de … póker, nos dirán lo de ¡es la gestión pública, estúpidos¡.

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