Las fiestas de Carnaval se celebran en España de manera destacada en Cádiz, con sus ingeniosas chirigotas y, en las Islas Canarias con sus coloridos desfiles al más puro estilo carioca. Este año parece que hay Carnaval nacional y que no va a acabar el Miércoles de Ceniza
A nivel local no hace falta relatar los nombres, cargos y empresas de los diferentes casos de presunta corrupción que ciernen sobre el PP en Valencia y su provincia. Puesto que para ello, Valencia Plaza está haciendo una cobertura informativa excelente. En vista del desfile de caras largas que hemos visto en los últimos días en los cuarteles y tribunales, seguro que más de uno preferiría llevar las clásicas máscaras de los carnavales en Venecia. Pero es justo que de la misma forma que se da la cara tras ganar las elecciones con mayoría absoluta, se de ante la Guardia Civil y la Justicia. La palabra carnaval, entre sus diferentes acepciones contiene una –“conjunto de informalidades y actuaciones engañosas que se reprochan en una reunión o en el trato de un negocio”– que nos recuerda algo a las noticias que leemos estos días.
La labor de los medios es la de informar (pero también la de vender, la de ser los más leídos/visitados) y la labor de los ciudadanos debe ser informarse de cuantas más fuentes mejor y formar nuestro propio criterio, a poder ser crítico y escéptico. Por ello, creo que a nivel de medios de comunicación estamos cayendo en el amarillismo informativo, especialmente las TV; y a nivel social en la condena popular, el sambenito de la Inquisición que tanto censuramos. Cosas de estepaís, auténtica ‘marca España’, un mezcla letal de hipocresía y cainismo.
La Comunitat Valenciana no es uno de los lugares en España, donde la celebración de las fiestas de Carnaval [Carnestoltes en valencià] tenga un especial arraigo. Pese a ello, quiero destacar tres ciudades donde se festejan con mayor intensidad en nuestro territorio: Vinarós en el norte de la provincia de Castellón; Villar del Arzobispo en el interior de la provincia de Valencia y Pego en el norte de la provincia de Alicante. Pero como en Cádiz en ningún sitio, sus chirigotas y sus famosas comparsas hacen de los carnavales de la ‘tacita de plata’, los más relevantes de la península ibérica. ¿Algo más carnavalesco que su alcalde?; quizá estos días para contrastar vista de traje y corbata.
Parece que los tiempos que marca el calendario están marcando los tiempos de la política, alguno lo llamará el ‘Carnaval de la corrupción’, del PP claro y en Valencia. No vayamos a decir que la ex alcaldesa socialista de Jerez de la Frontera, Pilar Sánchez, duerme entre rejas en la cárcel de Alcalá de Guadaíra por un “delito de falsedad en documento oficial, prevaricación y malversación de caudales públicos”, ¿les suena? Ni nos atrevamos a dedicar decenas de noticias y artículos a la presunta y curiosa financiación de Podemos procedente de Irán y Venezuela, ejemplo ambos de democracias liberales y estados de derecho y bienestar, no de regímenes totalitarios y donde se vulneran las libertades.
Y si faltaba algo para animar el Carnaval nacional, Pedro Sánchez se postula como próximo presidente del gobierno con el peor resultado de la historia del PSOE, por debajo de 100 diputados. Algo que pudimos oír en boca de Susana Díaz en las grabaciones filtradas del Comité Federal y donde se comprueba la enorme diferencia entre lo que piensan y dicen nuestros gobernantes cuando no hay (o creen que no hay) micrófonos. Pero entre la confusión y la diversión del Carnaval y el arrepentimiento y la penitencia de la Cuaresma, quizá tenga razón Salvador Sostres cuando afirma: “Merecemos, nos merecemos que el Rey le haya acabado encargando a Pedro Sánchez, merecemos vernos en este espejo de nuestra propia mediocridad, en este espejo degradante, humillante para cualquier sociedad articulada.”
Estamos viviendo una época clave para el futuro de España y los dos partidos que consolidaron la democracia representativa están manteniendo un comportamiento infantil y arrogante, están jugando con fuego mientras se dejan seducir por los consejos y presiones de Albert Rivera y Pablo Iglesias, respectivamente. Ante tanto surrealismo y tan poco nivel, sólo nos queda confiar en que algunos decidan abrir un tiempo de reflexión, de arrepentimiento, de cambiar algo para ser mejores y logren ver y entender que el color morado significa ‘luto y penitencia’, para que sólo asistamos al entierro de la sardina y no al de la España democrática y constitucional.
Este fin de semana me gustaría destacar dos citas que acontecen en Valencia por un mundo mejor. Dos citas que no deberíamos dejar pasar. Dos citas que sensibilizan y que ponen un granito de arena por un mundo mejor.