VALÈNCIA. Desde la mente del creador hasta que llega a las manos del lector, un libro recorre caminos pedregosos, lucha con gigantes y se expone a ser olvidado. El producto final puede -o no- distar mucho de la idea original del creador, y esa es tan solo una de las problemáticas del mundo editorial, que ha sido el tema central de Los Desayunos de La Rambleta de ayer. El evento contó con los testimonios en primera persona de Guillem López, escritor; Paz Navarro, directora de Editorial Sargantana; y David Brieva, gestor cultural y la mitad de la librería Bartleby.
La charla empezó con una presentación individual, en la que cada uno de los invitados introdujo en qué momento del proceso de creación de un libro participan. Por su parte, Guillem López hablo del hecho de considerarse escritor: "Es muy difícil, por no decir casi imposible, considerarse escritor profesional. Al final, la mayoría de gente que escribe tiene que mantenerse con otro trabajo, y entonces te ves despertándote a las 5 de la mañana para ir a tu despacho y aprovechar dos horas antes de ir al trabajo para escribir, mientras el resto de tu familia duerme", ha contado. Y ha añadido: "Conforme mejor me va, más me cuestiono si considerarme escritor, porque además la proceso de escritura a mí me agota rapídisimo".
Por su parte, Paz Navarro ha contado por todos los procesos por los que tiene que pasar un libro con una editorial, tanto a nivel de selección (la línea de Sargantana se divide en tres patas temáticas: álbum infantil, narrativa y cultura valenciana) como el cuidado de los aspectos legales, de diseño, distribución, maquetación, promoción y relación con la prensa. antes ha expuesto los datos de la propia editorial, que en tres años ha hecho un importante esfuerzo en tener un catálogo muy nutrido. También ha mostrado un gráfico, a modo orientativo, de cómo podría ser el reparto del coste final del libro, en el que el autor se lleva tan sólo un 10% o la editorial un 15%. El resto se lo reparten entre la imprenta, la distribuidora y la librería,
Por último, David Brieva ha hablado de la experiencia Bartleby como una librería singular y con identidad propia, que ha sido la gran de su proyecto, junto a Luci Romero: "Tener una librería realmente tiene que ser algo vocacional, y buscar una identidad propia para tu local no sea exactamente igual que cualquier otra, o que una gran cadena, es la clave", según ha contado. Bartleby también ha encontrado su hueco especializándose y haciendo una selección cuidada de los libros que se venden: por una parte, se encontraría la sección de narrativa, de la que se encarga Romero, y por otra, la parte de cómics y álbumes ilustrados, que lleva él mismo, además de libros de otras temáticas que igualmente caben en su local. También ha destacado su idea de librería como contenedor cultural, en el que se suceden presentaciones de libros, exposiciones y otras actividades culturales, además de buscar también un fuerte arraigo al barrio en el que se enmarca (en este caso, Ruzafa).
El turno de preguntas también ha despertado debates en los que los tres ponentes, cada uno desde su conocimiento parcial de la industria, han dado su opinión. Una de las cuestiones ha sido la del constante debate que cuestiona si en España se imprimen demasiados libros. La respuesta de los tres ha sido que sí, pero desde diferentes perspectivas. Paz Navarro ha querido destacar que se edita más que se lee, y que la solución pasa por aumentar el índice de lectura, que en España no se sitúa en un lugar especialmente alto, comparado -por ejemplo- con Francia: "Las escuelas son la clave, y creo que una de las primeras medidas para fomentar la lectura entre la juventud es no obligando a leer los mismos libros a todo el mundo, sino que el alumnado pueda escoger qué le interesa y descubrir la literatura a partir de su propio mundo". David Brieva ha querido ser más polémico y hablar de las diferentes prácticas de las distribuidoras, que fomentan una cultura del "pelotazo", con un dato salido del boca-a-boca, que asegura que en las grandes editoriales solo son rentables uno o dos de cada diez libros. Por su parte, Guillem López ha querido recoger todo lo dicho anteriormente para exponer que los mayores perjudicados son los escritores, que ven como la vida útil de sus obras acaba contándose en semanas: "en seis meses es muy posible que tu libro se quede en los almacenes", ha comentado.