AL OTRO LADO DE LA COLINA  / OPINIÓN

De líderes, de encubiertos y de necios

En esta época de cambios es cuando la sociedad busca más referentes a seguir entre sus líderes, y los problemas surgen cuando no encuentran a ninguno

23/05/2020 - 

Estos días pasados falleció un personaje de la política española, Julio Anguita, que a nadie voy a descubrir, después de tantos panegíricos recibidos, y polémicas suscitadas por su entierro en loor de multitudes, con dudosos  distanciamientos sociales. 

Pero hay un par de hechos del “Califa rojo”, como era llamado Anguita, o mejor dicho de su obituario que me gustaría destacar. El primero de ellos es como en estos complicados momentos, en los que la tensión política está llegando a las calles de forma peligrosa, pues eso de manifestarse parecía propiedad de un extremo ideológico, es reconfortante y muy oportuno ver, por el efecto moderador que tiene, como desde el extremo opuesto del panorama político del “Califa” se han producido reconocimientos a su figura. Lo triste es cuando desde las filas ideológicas de la ortodoxia de Anguita, no realizan el mismo esfuerzo reconciliador con personalidades del lado opuesto del espectro político, lo cual es lamentable, esperemos que maduren, democráticamente hablando, por la necesaria paz social.

El segundo dato a resaltar, que es la causa y explicación de la primera, es la coherencia del personaje, su austeridad en la forma de vivir, fruto quizás del entorno militar en el que creció, y esto le hizo ser respetado, a pesar de que al ocupar primeros puestos en la vida política, alcalde de capital de provincia, diputado o secretario general del tercer partido de España en ese momento, su vida podía haber sido mucho más acomodada por no decir burguesa. A diferencia por cierto, de lo que últimamente hemos podido comprobar en otros camaradas suyos, que de pisos colmena de barrios obreros han pasado a burgueses chalets con jardín y piscina, y el servicio que corresponda.

Esta coherencia, lenguaje y talante educado, y discurso pedagógico, se echa mucho de menos en el escenario político nacional e internacional. Fíjense sino en esos lideres como Jair Bolsonaro  o Donald Trump con una gran incontinencia verbal y unos modales, sobre todo con la prensa, francamente mejorables. Por no hablar de los burócratas de Bruselas cuando piden la aplicación de austericidios, mientras tienen unas formas de vida excesivamente barrocas (por decirlo suavemente), que recuerdan aquellas fotos de sindicalistas con mariscadas que recorrieron las redes hace tiempo. Líderes y responsables, que en lugar de aglutinar transversalmente a la comunidad, la vuelven más sectaria, aunque ellos no sean la causa de esa radicalización, y dada la crisis que se nos ha venido encima, estamos muy necesitados de grandes liderazgos que inspiren a la gente y sepan encauzar todas las energías nacionales.

Aunque en estas crisis, siempre surgen oportunistas, como durante aquella crisis que azotó Valencia hace ya casi 500 años, donde se juntaron las epidemias, la guerra por la lucha de poder, y donde cuando ya se estaba terminando con los últimos reductos agermanados sublevados, con el ajusticiamiento del velluter Vicente Peris, uno de sus últimos líderes, apareció el “Encubierto”, que se intitulaba Infante Don Juan e hijo de los mismísimos Reyes Católicos, que dio nuevos ánimos a la revuelta (aunque solo quedasen Játiva y Alcira en el bando sublevado), y que terminó siendo asesinado en Burjasot, precisamente en un mayo de un lejano 1522, por dos de sus secuaces para conseguir la recompensa prometida por el Virrey.  Y de estos oportunistas ya hemos visto aparecer a bastantes, desde aquel lejano 15M o crisis de la subprime hasta nuestros días, e incluso a alguno irse, tanto a nivel nacional (incluso local) como en el internacional, acuérdense de aquel David Cameron, que se le ocurrió empezar a convocar referéndums, y llevó (y aún le dura) a su pais a una profunda crisis institucional. Porque ya saben, los referéndums los carga el diablo y los convocan los necios.

Porque ignorantes, es decir necios, está la vida repleta de ellos, todos somos un poco legos en algo, o más bien en muchas cosas. Pero los problemas surgen cuando alguno de los que ocupan un puesto público, no se da cuenta de su ignorancia y sus limitaciones transformándose en necio, y, claro, todos los focos se centran en él, entonces la chulería, la altanería, el sectarismo, etcétera, ocupan esas lagunas del conocimiento y de sus capacidades, para dar la verdadera imagen y altura moral del personaje. 

Pero era evidente, no pidas peras al olmo, una persona que ha estado siempre en aulas, o sedes sindicales o políticas, sin experiencia profesional laboral previa trabajando en una empresa, ya sea como autónomo o como asalariado público o privado, antes de llegar a ocupar un cargo público, y que incluso no ha tenido ni trayectoria vital, poco tiene que aportar a la colectividad, sólo puede ofrecer ideología y sectarismo; y eso que alguno de ellos, a imitación de Roma, ha realizado un auténtico “Cursus honorum”, empezando por concejal, ha sido después alcalde o director general, más adelante Conseller o Subsecretario/Secretario de Estado, para terminar en Ministro o Presidente autonómico (dejando al margen la máxima magistratura nacional de presidente del gobierno), hay que votar con más cabeza y menos vísceras.

Aunque claro, estos problemas de elección, y que próximamente les toca ejercer a gallegos y a vascos, a los habitantes de la nación casi líder del mundo, la China de Xi Jinping, no les ocurre. A mi me gustaría, que los politicos elegidos, sean los que sean, tengan presente en estos momentos de crisis, aquella expresión de Melchor Gaspar de Jovellanos, y que ya les he repetido en otras ocasiones, “Acaso porque ellos fueron frenéticos seremos nosotros seremos estúpidos”, y por favor ocúpense más de la gestión pública y menos del sectarismo ideológico.