La peculiar situación en la que se encuentra España, a unas semanas de volver a llamar a los ciudadanos a las urnas, tiene mucha relación con la ‘política de manual’ que ha sabido llevar a la práctica con éxito Pablo Iglesias y sus correligionarios.
En nuestra sociedad existen diferentes estructuras que la organizan y sistematizan, todas ellas tiene en común gran cantidad de factores que las conforman. Desde las asociaciones vecinales, las fallas en nuestra ciudad, las organizaciones sociales, empresariales, sindicales, las asociaciones de padres de alumnos –hoy movilizadas de manera especial–, las ONG y demás asociaciones o fundaciones del ámbito cultural, social o asistencial, y por supuesto los vilipendiados partidos políticos.
La inmensa mayoría de organizaciones humanas deben estructurarse y tener una dirección si pretender perdurar en el tiempo y alcanzar los objetivos para los que se constituyeron. Su éxito suele tener mucha relación con el tipo de liderazgo de su representante, y también con la imagen y la comunicación, características fundamentales en la actualidad para lograr notoriedad y presencia pública.
Si uno se detiene y analiza casos de éxito, en cualquier ámbito, suele encontrar dos características que pueden darse por separado o ser complementarias: una organización compacta y/o un liderazgo carismático que concita voluntades. Pese a ser un tema apasionante para el estudio y análisis, iremos al grano y nos referiremos al ámbito de la política. La realidad en España es que tenemos un Partido Popular que pese a los casos de corrupción, los años en el poder y su lógico desgaste y la falta de un líder carismático, mantiene una sólida estructura en todo el territorio nacional y fue en las elecciones del 20D la fuerza más votada. Y frente a este “éxito” del grupo compacto y organizado, surge en dos años un producto universitario ‘de manual’ que no para de avanzar en la consecución de sus objetivos. Podemos es el fruto de poner en práctica lo que se estudia en los manuales de ciencias políticas y de comunicación y marketing político, pero también debe mucho de su éxito a un líder carismático, casi mesiánico: Pablo Iglesias.
La estrategia segui
“Un partido político es en primer lugar una tentativa organizada de conseguir el poder”
Schattschneider
“Un partido político no es…un grupo de hombres que se proponen promover el bienestar público. Un partido es un grupo cuyos miembros se proponen actuar concertadamente en la lucha competitiva por el poder político”
Schumpeter
En la teoría sobre la tipología de los partidos políticos, existen los que se denominan partido atrapatodo –se suele utilizar la expresión en inglés catch-all, pero la reciente campaña de la RAE y la Academia de Publicidad me ha sensibilizado–; suele referirse a que busca votantes en cualquier ámbito de la sociedad, también denominados partido escoba (que lo recoge todo). Tras las alianzas de Podemos con hasta 16 agrupaciones políticas, buscando siglas y agrupaciones por toda España, se ha convertido en un bla-bla car de partidos o partido que atrapa todo lo que estaba desperdigado. Una vez más, de manera planificada y calculada al analizar los resultados del 20D donde el PP obtuvo mayoría absoluta en el Senado. Los líderes de Podemos analizan nuestro sistema electoral y hacen todo lo posible para copar todo el poder. Pese a presentarse como adalides del pluralismo y la diversidad, fíjense como han puesto en práctica el dicho ‘la unión hace la fuerza’ y pretenden llegar a fagocitar al propio PSOE, al tiempo.
Joseph Schumpeter en ‘Capitalismo, socialismo y democracia’, puso el foco sobre algo en lo que conviene reflexionar de manera destacada en estos tiempos convulsos que por desgracia nos está tocando vivir, dados al populismo y la manipulación. Con gran inteligencia, desmonta tres ideas que en la actualidad están clavadas en nuestro pensamiento y que logran perversos resultados a la hora de comportarnos como electores. Y son las siguientes: el “bien común” es irrealizable, pues la sociedad es compleja y difusa y existen diferentes puntos de vista que se contraponen; la “voluntad general” se desvanece, pues hay diversos y particulares intereses, y la propaganda política moldea esa voluntad cuando no abraza irracionalmente las soflamas de los líderes carismáticos y por último, la idea del “pueblo racional”, como se comprueba a través del control de la información y el discurso sentimental, es una quimera, y lo saben.