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PREMIO ALFONS ROIG DE ARTES VISUALES 2022

De muro a lienzo: una mirada artística al psiquiátrico de Bétera

El Centre del Carme acoge en su sala Zero la muestra 'De lo abyecto', en la que Patricia Gómez y María Jesús González exploran los muros del psiquiátrico de Bétera y los elevan a un plano artístico

7/10/2023 - 

VALÈNCIA. Si las paredes hablasen… contarían historias sobre la memoria. Desde las anécdotas que suceden ante sus ojos hasta las intervenciones a las que se ofrecen. Las paredes de los edificios y los muros de las ciudades hablan de quienes las observan, las transitan y las habitan: pósters, fotografías, pintadas con spray y hasta rallajos en según qué casos. Estas intervenciones se amplifican cuando el sujeto que interviene pasa la mayoría de su tiempo en un mismo lugar: colegios, centros penitenciarios, hospitales y en el caso de esta muestra un psiquiátrico. 

Las artistas Patricia Gómez y María Jesús González analizan las historias de estos muros a través de De lo abyecto, una muestra en la que se sumergen en el psiquiátrico de Bétera y “arrancan” sus paredes para crear una narrativa en el Centre del Carme. El museo recubre su sala Zero de pequeños fragmentos del interior y exterior del psiquiátrico para contar su historia a través de esta muestra, galardonada con el Premio Alfons Roig de artes visuales 2022. 

Un archivo mural de 20 metros de longitud establece una relación simbólica entre el visitante y quienes habitaron los módulos psiquiátricos de Bétera antes de su abandono. Las paredes cuentan su propia historia a través de sus escritos: “La gran broma se empezó a construir en 1968” reza uno de los muros exteriores, en lo que cree Gómez que se trata de la inscripción de alguien que trabajara en la creación del centro. 

Desde que empezó a construirse el 16 de julio de 1968 pasando por su inauguración en el 1973 hasta las reformas que lo fueron vaciando: una en el año 1986, otra en el 1993 y hasta el año 2000. La promesa de la mejora del centro solo ha dejado módulos vacíos que ahora se prestan a la interpretación de Gómez y González, quienes posan su mirada sobre diferentes salas del psiquiátrico y elevan el muro al plano artístico.

Los fragmentos de las paredes de los pabellones en desuso del psiquiátrico sirven, tal y como lo explica Gómez, para contar una historia sobre salud mental: “Abrimos ventanas en los muros para traer estos paisajes, cuentan lo que han visto y lo que han oído y a su vez consiguen algo muy bello y pictórico. Las paredes se transforman y permiten mirar a un lugar extenso, no esperábamos algo tan plástico ni pictórico”, explica la artista. 

Tal y como lo explica González el proceso para extraer esta parte de la historia de las paredes es el mismo que se emplea para la restauración de las pinturas románicas, una técnica de los años 40 que no requiere un arranque directo sino que funciona a través de cola: “La parte que queremos que se vea queda oculta y tapada por una malla, se trabaja con cola y agua hirviendo y se levanta todo con agua”, explica la artista, que observa que este arranque permite entrar de manera emocional a las habitaciones de los pacientes.

La sala Zero se llena de cuadrados que fueron piedra y ahora son lienzo, y que miden lo mismo que las ventanas del centro psiquiátrico, creando de esta manera una conexión artística que nos permite conocer ahora a los protagonistas de la historia según lo explica Gómez: “Con el tiempo los pacientes fueron marcando los muros y creando cadenas plásticas y pictóricas. Las paredes cuentan una historia que se ha ido transformando con el paso del tiempo y que nos recuerdan a paisajes que rescatan su historia”. 

En la sala se crea un paseo pictórico casi involuntario, González aclara que los propios pabellones del psiquiátrico se prestan a la interpretación a través de sus formas y colores: “Entramos como artistas y creadoras, los pacientes fueron marcando y detectando sus cadenas plásticas y pictórcas. Las marcas de los espacios exteriores están como escondidas y además se pueden ver los diferentes colores que marcan las funciones de su pabellón. Antes de entrar no éramos conscientes de los colores y a lo que se prestaba el espacio”. 

De esta manera los muros del Centre del Carme se transforman en los de Bétera para acercar a los visitantes a las historias de los pabellones deshabitados, un acercamiento que para las artistas supone "luchar contra el olvido" y que trae la conversación sobre salud mental a un plano público. Un proyecto que para ambas ubica el psiquiátrico en la colectividad y lo salva del abandono, al menos en el plano artístico.

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