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GRAND PLACE / OPINIÓN

De ratones y hombres

4/09/2018 - 

Podría haber dicho De ratones y ratas y me habría quedado mejor o, al menos, más acertado. Porque… ¿cuál es la diferencia entre una rata y un ratón? El ratón nos recuerda al de Susanita, que tenía un ratón, un ratón chiquitín, que come chocolate y turrón y bolitas de aníiiiiiiiis -por favor, alargar el anís hasta el infinito y acentuar bolitas de forma esdrújula, como el Ártur de Artur Mas-. La palabra rata nos trae a la mente de inmediato el calificativo “de alcantarilla”. Como Samanta, la rata que asomaba por la cocina a la hora de comer, al olor de los deliciosos guisos de mi madre y a la que ella había bautizado así de tan familiar como se había hecho, de tan cotidiana que ni siquiera nos asustábamos al verla. Subía por la canal del patio interior trepando desde el desagüe. Te recuerdo Samanta… Aunque habría quedado mejor decir “te recuerdo Amanda”…

Pero he utilizado el otro titular, De ratones y hombres. No es original. Lo he robado del título de una de las conferencias que se ofrecen esta semana en la Universitat de València, dentro del III Congreso de Buen gobierno y transparencia de la Comunitat Valenciana. Lo organiza el profesor Lorenzo Cotino bajo el lema Transparencia digital, algorítmica y big data, dentro de la cátedra Cátedra Gobierno Abierto, Participación y Open Data que dirige Joaquín Martín Cubas. Este párrafo lo iba a escribir todo seguido sin ningún punto, pero me he apiadado del lector por si a alguien se le ocurre leerlo en voz alta. Bueno, pues también se lo he copiado, el titular, a otro de los conferenciantes, el coronel Ángel Gómez de Ágreda, que hablará de La necesidad de regulación de los Sistemas de Armas Letales Autónomos (SALAS) y de los sistemas de algoritmos de desinformación masiva -esta vez sí que va todo seguido…-, y que hace tiempo escribió un artículo bajo ese nombre sobre el ciberespacio y sus profundidades. Entre otras cosas, nos contarán cómo la selección algorítmica que hacen las redes sociales de nuestros gustos y preferencias nos lleva a reafirmarnos cada vez más en nuestras propias ideas y convicciones, sin ver ni oír lo que dice el otro... y mucho menos el contrario. De ahí al pensamiento único solo hay un paso. Y lo están dando. Paso firme e impasible el ademán....

Pero es que, además, también es el título de la película dirigida por Gary Sinise que todos recordamos por su crudeza. Se basa en una historia de John Steinbeck sobre dos jornaleros que intentan sobrevivir en plena depresión de los años 30, en la América profunda. Y, si bien lo miramos, en ello estamos, en la vuelta a un periodo entreguerras, o preguerra. Vale que no será una guerra con carros de combate y misiles teledirigidos. Pero el viento huele a tormenta. Y todas las piezas están ya sobre el tablero, la tormenta perfecta. Las ratas salen de las alcantarillas cuando llueve… y alguien ha soltado los perros de presa. Pero, ¿quién?

¿Quieren nombres? El ex estratega de Trump, Steve Bannon, ha aterrizado en Europa y pretende agrupar a todos los partidos europeos de extrema derecha en El Movimiento (The Movement). Es su sueño europeo —aunque en España nos suena bastante este nombre de reminiscencias fascistas…—, con sede en Bruselas y la intención de presentar candidatura al Parlamento Europeo en mayo del año que viene. Bannon ha encontrado el camino abonado. En menos de seis meses desde su desembarco, la ultraderecha europea se ha reorganizado y ha enseñado los dientes. El primer paso lo dio el norteamericano en Francia, con el cambio de imagen de Marine Le Pen, de Frente Nacional a Agrupación Nacional. Luego pasó por Budapest para entrevistarse con Viktor Orban, el primer ministro húngaro que no esconde sus intenciones ni sus emociones.

Bannon se reunió allí también con ultraderechistas de Polonia, Eslovaquia y la República Checa reivindicando la tradición judeo-cristiana de Europa y su supervivencia. Su periplo no acaba aquí. Pasó por Suiza, donde se reunió con los líderes de Alternativa para Alemania —ya estamos viendo las consecuencias—. Luego fue a Austria y Roma, donde visitó a Matteo Salvini. Tampoco escapan a su influencia en los partidos ultra nacionalistas escandinavos y el partido VOX en España. En el Reino Unido, a nadie escapan sus lazos con Nigel Farage, de UKIP,  y sus responsabilidades sobre el Brexit. El resultado no se ha hecho de esperar, con movimientos nazis patrullando por las calles de Alemania que nos retrotraen casi 100 años atrás. El fin de semana se saldó con 18 heridos y 38 detenidos.

Del otro lado tampoco lo tenemos fácil. En octubre hay elecciones municipales en Bélgica.  Hay un partido que concurre, se llama ISLAM y lo lidera Redouane Ahrouch, un concejal del distrito de Anderlecht, conductor de autobús y condenado en 2003 por pegar a su mujer. Se presentan en 14 comunas valonas, de 19, y en 14 flamencas. Lo de conductor no es por ponerlo, es que defiende que las mujeres y los hombres viajen separados en el transporte público. Además, ha paseado por todas la televisiones su idea de que “es inconcebible que una mujer sea cabeza de lista” electoral y su convicción de que en 2030 Bruselas será mayoritariamente musulmana. En uno de estos programas, Ahrouch se negó a mirar y a responder a una periodista que le dirigía una pregunta porque iba maquillada. ¡Atención a las defensoras del velo! Pero claro, como estas —primeras— medidas sólo afectan a las mujeres…

No comenzaremos a correr hasta que veamos a las ratas asomar por las alcantarillas.  Y ni aún así, porque nos resultarán tan familiares, se habrán hecho tan cotidianas… que sólo nos saldrá de la garganta un saludo, tal vez con el brazo en alto: ¡Heil Samanta!

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