El festival DocsValència estrena el documental Equipo Crónica. Arte de trinchera, en el que reconstruye la historia del colectivo
VALÈNCIA. En aquel taller artístico de la calle Turia importaba, y mucho, cómo se llamaba a cada cosa. En pocas ocasiones, por no decir nunca, se usaba el nombre de pila de sus habitantes, quien allí operaba era Valdés, Solbes y, en un primer momento, también Toledo. Pero ahí no quedaba la cosa. Si uno uno frecuentaba el espacio, seguramente fuera conocido por un sobrenombre. El de Juan Antonio Toledo, por cierto, era Jeremías. También era importante cómo se llamaba el conjunto, qué nombre le ponían a la ‘banda’. Equipo Crónica sonaba bien, una marca que remitía a esa vinculación con la actualidad, con esos medios de masas de cuyas imágenes se nutrían, con ese presente que exploraban, reflejaban y denunciaban.
“Era un nombre un poco pretencioso”. Esta confesión la hace Manolo Valdés quien, junto a Rafael Solbes, es alma de un colectivo artístico clave para explicar la Historia del Arte de España y sus conexiones sociales y políticas durante el siglo XX. Es con la perspectiva del tiempo y, también, con la distancia física, pues desde hace décadas opera desde su taller en la ciudad de Nueva York, que Valdés recupera la historia de ese Equipo Crónica que es su historia y, al mismo tiempo, la de tantos otros. Lo hace en el documental Equipo Crónica. Arte de trinchera, que se estrena este sábado en los Cines Lys en el marco del festival DocsValència, una obra dirigida por Rafa Sesa y Felipe Villaplana y producida por Estrela Audiovisual, Zootropo Studio y Dacsa Produccions que busca indagar en las pequeñas historias que dieron forma al colectivo.
Es por ello que, además de Valdés y de Solbes, cuya voz queda reflejada a través de distintas entrevistas de archivo, el relato se hace grande de la mano de algunos personajes clave en esta historia plural del colectivo artístico, voces como las de las artistas Isabel Oliver y Rosa Torres, entonces ayudantes en el taller de Equipo Crónica, o el fotógrafo Francisco Alberola, que se convirtió en “uno de la familia”, un ojo a través del que conocimos más sobre aquello que acontecía en la calle Turia. Algunas de sus imágenes, por cierto, también acabaron formando parte de la obra del colectivo, con piezas como El sublime acto de la creación, que parte de una fotografía en la que se ve a Valdés y Solbes pintando en el taller.
Pero no son estos los únicos nombres que dan forma a un relato que supera su propio taller y, también, su tiempo. Así, el documental, que se estrenará en salas en octubre, suma miradas contemporáneas como la de Escif, que durante la grabación del documental realizó su popular mural contra la moda low cost. “Ellos querían utilizar el arte como una herramienta social y casi política. Más que por la idea de luchar, creo que es interesante la idea de cuestionar”, reflexiona Escif. “Estoy convencido de que si Equipo Crónica se hubiera formado hace diez años estarían trabajando en la calle, sin ningún lugar a duda”.
El pintor Jordi Teixidor; el experto Valeriano Bozal, recientemente fallecido; la responsable de colecciones del museo Reina Sofía, Rosario Peiró o el cineasta Fernando Trueba son otros de los que recuerdan la importancia de Equipo Crónica y su proyección internacional. “La primera vez que hablé con Billy Wilder, al ser yo español, una de las primeras cosas que me preguntó fue si conocía a Equipo Crónica, si me gustaba. Y me contó que él tenía siete u ocho obras de ellos”, recuerda Trueba.
Con todo, en este viaje por la historia de Equipo Crónica, es Valdés quien marca el ritmo del relato en torno a un colectivo que supuso una revolución estética, política y cultural. Aunque en un primer momento la ambición no fuera esa. “No había estrategia”, confiesa Valdés. El lenguaje pop liderado por Andy Warhol fue la base para construir un universo estético que, si bien bebía de esas influencias estadounidenses, quería marcar distancias con ellas. “Pensábamos que el pop arte americano tenía poco contenido. Nos servían sus imágenes, pero necesitábamos que tuviera más contenido”.
Esa distancia era explícita, con críticas a la guerra de Vietnam y, cómo no, a una dictadura franquista cuya persecución sufrieron de manera directa. “Estuve ocho años sin pasaporte. El partido comunista nos envió a cada uno un pasaporte falso y pasábamos cada día con miedo a que nos descubrieran”, explica Valdés. La crítica se mantuvo hasta la muerte del dictador Francisco Franco y más allá, con proyectos tan destacados como la serie inspirada en los fusilamientos del 27 de septiembre de 1975. La muerte de Solbes en 1981 supuso el fin de Equipo Crónica y el inicio del camino en solitario de un Manolo Valdés convertido a la postre en uno de los valencianos universales. Pero eso es otra historia.