Gurbujismo ancestral

De vinos molones y resultones

Hace ya algún tiempo que desfilaron entre alfileres por nuestras páginas hedonistas. Pero hay que volver a ellos ante lo que en dos semanas vendrá, y que ya se verá, tracatrá… Mientras esperamos nos refrescamos entre gurbujas y menudas grujas. ¿Que cuáles? Las más ancestrales

| 11/10/2019 | 5 min, 25 seg

Hablamos de vinos espumosos que, a diferencia de los más habituales, los del método tradicional o champanoso (uy), realizarán la segunda fermentación dentro de su botellita, bonita. Para conseguirlo no hay más que dejar una pizca de azúcar residual de la que comerán los hambrientos bichitos que cambian el dulce por carbónico. Así, sin prisa y con mucho arte, toca aguardar el tiempo necesario con la espada en todo lo alto hasta el día en que toque brindar. Unos chinchines de personal personalidad. Divertidos a veces, en ocasiones de porte seriote y muy loquitos casi siempre. Todo un mundo por descubrir, mejor sin prejuicios y con la mente bien abierta, que la sed aprieta. Y sin más nos dejamos de tonterías con un espumante delante y un poquito de casquería en el plato.

Para empezar con el Tipzzy 2015 (Rafa Bernabé). Monastrell entre guijarros de volumen agitado que se vuelve manso y sosegado. Calla, pero siempre a nuestro lado, y reflexiona, porque hay mucho que pensar. Que lo seco es de querer y no nos sobra ni falta nada, porque hay veces que las cosas, como son, son mejores que más. Y suman con el jugoso crujiente de unas mollejas de cordero salteadas.

El Taïka 2013 (Castell D’Encus) tampoco se queda corto en austero, que aunque un poquito frescales, se presenta serio y directo. Integrante integrador nos intriga al traer desde la panadería más cercana unos bollitos recién horneados con su aquel de cítrico rallado. Sauvignon blanc y sémillon de Costers del Segre que nos encanta muy mucho con unas cocochas al pil pil, las que borda algún buen amigo. Delicadeza por dos.

Desde Galicia y de árbol en árbol llega el Komokabas Espumoso 2017 (Komokabras). Albariño con sus lías que la lía en cuanto nos despistamos un minuto. Entre ramilletes de flores y cestas rellenas de lima-limón, demuestra que esto no es decoración. Es lo rebueno embotellado para colmar nuestros días de agradables momentos, con un guisote, por favor, unos garbanzos con crestas de gallo y olé.

Els Vinyerons Pregadéu Ancestral 2016 (Els Vinyerons Vins Naturals) nos ataca en son de paz.  Xarel·lo que tira chinitas de las que hacen cosquillitas. Porque es de agradar y disfruta llevándonos a un obrador de los de siempre para comprarnos una pistola levada con calma. ¿Para qué? Para mojar a base de bien la salsa verde de unos callos de bacalao.

Guapos, frescos y con su chicha

Con el Telúrico Ancestral Pink 2018 (Finca Fuentegalana) nos teletransportamos al buen tiempo de aguas color turquesa y algunos cisnes dorados. Syrah y cabernet sauvignon para gente guapa, bien fresca y con su chicha. Mordisquea restallante la fruta y alguna golosina acidilla. La catarsis de la frescura con chispa, nos soplan al oído, y con unas tostadas de hígado de rape.

El Minipuça Ancestral 2017 (Vinyes Singulars) viene a dar gustillo sin más tonterías. Xarel·lo varietal y refrescoso que tan solo busca complacer. El vivir del hoy y ahora, gozando cada segundo.  Dejando atrás complicadas historias, decide ponerse chinorris y se saca de la manga unos tendones salteados con puerros.  

El Metamorphica Escumós Ancestral (Costador Terroirs Mediterranis) es amable y evita simples concesiones. De colorín mirindoso, nos pone ojitos mientras dice que es hermoso. Y tal cual, valiente, nos convence de que es finito y gastroguay. Medida y comedida combinación de chenin, garnacha, xarel.lo, macabeo y parellada que combina de maravilla con unos sesos de cordero huecos, de los de no abuela.

Sincero en intensidad el Ancestral Xarel·lo 2017 (Joan Rubió) tiene una boca impetuosa, grasiosa y un poquito revoltosa. Ligero y sin pretensiones, deja huella a su manera. Con la magnitud de los apasionados sorprende en un frutal de no parar. Y se pone mimosón con un anticucho de corazón, cariño.

No dejes para mañana lo que poder beber hoy

Con el Mañana (Fernando Angulo) no esperamos ni a esta tarde, que la botella es muy chica y vuela sin sentir. Maceración carbónica de palomino y tempranillo, refermentado con moscatel, es una cosa tan chiflada como rica.  Rápido, refinado y de trago largo, se nos queda corto de tanto gluglú y con una tapita de sangre encebollá.

Desde Francia y con amor aparece el Mam’zelle Bulles (La Ferme des Roumanes). Chardonnay nacido en Languedoc Roussillon, seriote de aromas y chalado en sus sabores. Juguetón y con matices camina garboso por holgados y floridos campos. Un paseo entre sus brazos y en el plato esa orejita a la plancha con su salsa picantona.

Mahara Espumoso Aguja (Bodega Vinifícate) es palomino, chiclanero y está lleno de salero. Claro, verdadero y directo, pasa de puntillas en arrullo suave y delicado. Ligero como quiere, se queda a nuestro lado en balancín y mirando al mar mientras devoramos una facera de atún guisada con un poquito de oloroso.

Volvemos al Penedés y a su xarel·lo con Els Vinyerons Predagéu 2016 (Els Vinyerons). Seco, crujiente e intenso de mil sensaciones ofrece su origen con generosidad. Nos pone a pie de carretera con camión de melones en plena temporada y recordamos niñeces con tanto regocijo como seriedad. Que el tiempo se escapa y lo queremos con una antigua receta de pata alcaparrosa.

El Vinya del Mas Ancestral 2016 (Mas del Serral) se une al experimento del espumante más disparatado. Seguimos en uva y paisajes de amplitudes inmensas y grandes horizontes. Potencia sin prepotencia sidrosa. Voluntad de estética con resultados discontinuos y unos higaditos de pollo y su arroz blanco.  

Y llega el momento de la despedida, que ajolá nunca, pero sí, esto es así y mejor con el Subconscio (Roberto Marton). Rosato de Treviso de uva marzemina bastarda, chulo de los de verdad. Nos llena el corazón desde el rosita claro al rojo intenso de compartir con amor. El de la amistad más molona con la copa siempre medio llena y unos buenos callos.


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