De vinos valencianos

A menudo nos asalta la duda, salpicada de cierta intriga, de conocer qué y cómo interpretan los demás nuestras cosas, qué piensan estos o aquellos de nosotros, de lo nuestro.  En lo que nos ocupa, nada mejor que hacer un viaje hedonista de ida con billete de vuelta con vinos valencianos bajo el brazo para saber cómo son o pueden ser percibidos en otros lares, vinos mediterráneos que abren fronteras para instalarse en los gustos de parajes bien dispares.

Hemos salido a la calle y, entre mucho hablar y alguna copa, nos hemos llenado de sensaciones. Del carácter cálido de Levante que también es capaz de traer brisa fresca. De variedades autóctonas que en ocasiones se mezclan con maestría con las foráneas. Tipicidad que bien trabajada da muchas alegrías y nos lleva a la conclusión de que Valencia nos mata. Para bien, para muy bien.

Viajamos por norte, centro y sur. Nos cuesta encontrarlos por copas (con excepciones), pero  van creciendo las referencias por botellas, especialmente aquellas capaces de aunar calidad y amabilidad en el precio. Etiquetas que encontramos y se quitan de las manos en tiendas especializadas, bares de vinos y algunos restaurantes. Los más demandados, sin duda, los tintos, pero no podemos olvidar las variedades blancas con las que además se elaboran espumosos cada vez mejores. Porque sí, en la Comunidad Valenciana hay cavas y algunos están bien buenos. Se encuentran con facilidad en muchos comercios y además gustan. Cada vez más. Por ejemplo el agradable Pago de Tharsys Brut Nature Millesime 2009 (Bodega Pago de Tharsys). Un vino elaborado en Requena con las uvas macabeo, chardonnay y parellada de aromas almibarados, fruta y algo de bollería. Ligero y de agradable burbuja nos provoca comer esos salazones que tan bien hacen por Levante. Otro grato cava es el Dominio de la Vega Authentique Brut Nature Reserva (Bodega Dominio de la Vega), un macabeo 100% fresco con buena acidez y fino carbónico que tomamos con unas buenas gambas rojas cocidas en agua de mar en su punto justo.

Pasamos a los blancos tranquilos, es decir, sin burbujas. Como decimos, más desconocidos en general, pero entre los que encontramos auténticas joyas. Hablando de tierras valencianas imposible obviar a uno de los productores icónicos para casi todos los amantes del vino: Rafa Bernabé. Tiene estupendos tintos como ese Tragolargo que excelente relación calidad precio, pero hoy nos quedamos con El Carro 2015 (Bodegas Bernabé Navarro). De la tan especial variedad moscatel de Alejandría y tras cuatro meses de crianza en barricas grandes, de 500 litros, nos sorprende por su gusto salino y sabroso. Incisivas flores blancas de gran mineralidad ideales con unas ostras valencianas.

Vamos ahora con otro vino de una de las bodegas que está dando más que hablar por aquí últimamente: Fil.loxera. Como en el caso anterior tiene tintos fantásticos de los que hablaremos con calma otro día como su Sentada sobre Bestia. Sin embargo nos vamos a centrar en esta ocasión en Beberás de la copa de tu hermana. Vi Blanc Collito 2015 (Bodega Fil.loxerra&Cía). Mucha fruta madura equilibrada por una estupenda acidez y un elegante amargor. Intenso, graso y ancho. Un vino muy gastronómico que nos encantaría con una paella de conejo.

Según hemos observado los vinos valencianos más demandados  fuera de la región son los tintos de carácter mediterráneo en los que la calidez propia de la tierra se combina con un acertado frescor. Uno de los más populares es Mestizaje 2014 (Viñedos & Bodegas Mustiguillo). Un vino joven y jovial que combina la autóctona uva bobal con tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y shiraz. Desbordante de fruta con cuerpo, ágil y redondo se nos antoja con algo de pasta. Unos espaguetis con salsa boloñesa.

Nos vamos a un perfil muy diferente de gran éxito en la península: Parotet Vermell 2014 (Celler del Roure). Un vino de monastrell, garnacha tintorera y la poco habitual mandó, que tiene la peculiaridad de haber sido criado en tinajas de barro enterradas en una galería subterránea. Auténtico como pocos. Uno de esos vinos que no te cansas de beber. Tan divertido como emocionante nos parece muy apropiado con un rosbif muy poco hecho.

Otro vino diferente que arrasa allá donde llega es Cerrogallina 2013 (Cerrogallina), una bobal de la zona de Requena de enorme tipicidad que conjuga potencia y equilibrio. Peso aromático que combinamos con una olleta o potaje de legumbres, verduras y embutidos.

La Tremenda 2014 by Enrique Mendoza (Bodegas Mendoza) es un vino alicantino de uva monastell que hace de embajador de su tierra con carnoso tanino de calidez justa y expresión levantina. Nos atrevemos con una all i pebre de anguila, venga, a lo loco.

En otra línea más seria tenemos que acordarnos de El Sequé 2014 (Bodegas y Viñedos Artadi), un vino de la variedad monastrell rotundo, expresivo y estructurado que ganará con los años y que bebemos junto a un jugoso y de crujiente piel cordero a la brasa.

Inevitablemente tenemos también que recordar al protagonista de este espacio hace unas semanas: Bruno Murciano. Sus divertidos El Novio Perfecto y La Novia Ideal y sobre todo La Malkerida, uno de los vinos valencianos más deseados.

Antes de despedirnos un guiño a unos vinos únicos, aunque aún poco conocidos, algo que habrá que solucionar. El fondillón es un dulce elaborado en Alicante con uva monastrell sobremadurada que supera los 16 grados de forma natural, sin añadirle ningún alcohol, y que envejece durante un mínimo de 10 años con el sistema de soleras y criaderas, como los vinos de jerez. Sólo una pincelada y un ejemplo, el Fondillón Primitivo Quiles Solera 1948. Maravilla de pasificados torrefactos que junto a un elegante roquefort hace de perfecto cierre de nuestra cata. Nos detenemos sabiendo que nos dejamos muchos en el tintero, algo fácil de solucionar. Otro día más.