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Grand Place / OPINIÓN

Dear Donald…, “woof!”

4/04/2017 - 

“Honey…”, podía haberle dicho. ¡No yo!, sino Theresa May, cuando se dirigió a nuestro Donald —Tusk, el guapo—, el presidente del Consejo Europeo para anunciar el inicio de negociaciones por el Brexit. Porque así es como comenzó su carta de despedida la Primera Ministra británica, en su notificación a la Unión Europea de que abandonaba este proyecto de vida en común. Podría haber sido la carta de desamor de una pareja, después de 43 años de matrimonio, bien o mal avenido. Sí…, otra vez con el Brexit. Pero es que estas semanas vienen calientes, con repentinas declaraciones de amor y desamor en ambas orillas. 

La misiva comienza recordando la “profunda y especial colaboración de la que esperamos poder disfrutar, como tu más cercana amiga y vecina”, después de nuestra separación”. Miel en los labios. Sin perder la edulcorada flema británica, May se regodea en un tono casi amoroso y sigue, amablemente, deseándole a la Unión Europea que siga fuerte defendiendo su proyecto y sus valores, y a sí misma, de las amenazas terroristas”. Y aquí vierte una amenaza velada…, con Donald —el otro— Trump guardándole las espaldas, como diciendo: “Nos necesitáis para la ‘paz en el mundo’”, como diría cualquier Miss recién elegida. “Miss May” advierte de la necesidad de abordar “la futura relación” en términos de seguridad, para cuando se hayan retirado.

Y prosigue su carta de desamor con una nueva amenaza, tras insistir en que acatarán sus responsabilidades mientras sean miembros. “Cariño —parece decir— cumpliré mientras nos divorciamos, pero, pero si no hay mutuo acuerdo, me voy con el otro”. Y ésta es la amenaza, que no haya acuerdo. Y vuelve a amenazar con la paz en el mundo…, olvidando que todos los países de la Unión Europea están en la OTAN, en el mismo carro… de combate.

Pero la principal cuestión de esta separación, como en todos los divorcios, es el dinero. Primero hay que hacer cuentas. “Tenemos que discutir nuestros derechos y obligaciones”. Es decir, “Sé que tengo que pagar, pero no lo que me pides”. ¿Que hacemos con el piso, el chalet, los coches, los ahorros para la jubilación…? Y así, va recordando May… “Tenemos que negociar un buen acuerdo de libre comercio para nuestras empresas con la Unión Europea”. 

¿Y qué hacemos con los niños? Bueno, los ingleses están acostumbrados a moverse libremente por el mundo y así quieren seguir, de vuelta a su black passport. La diferencia es que, si los ciudadanos británicos quieren seguir viajando sin hacer cola por los aeropuertos europeos y usar nuestros servicios de salud —maravillosos— cuando vengan de vacaciones al Sur, tendrán que dar los mismos derechos con reciprocidad a los ciudadanos europeos en su isla. Por no hablar de los conflictos fronterizos-perdón, transfronterizos para entonces- entre España y Gibraltar, Irlanda e Irlanda del Norte o, por qué no decirlo, quizás también con la posiblemente independiente Escocia, cuyo Parlamento acaba de votar celebrar un segundo referéndum sobre su independencia, una vez finalicen las negociaciones del Brexit.

¿Y qué pasa con el perro? “Woof!”, que diría mi perro en inglés… Hombre, la respuesta aquí nos la ha dado Michael Barnier, el jefe del proceso de negociación para el Brexit en el lado europeo. “Se acabó llevar el perro de vacaciones a España”. Así de contundente resumió el exministro francés la dura negociación que se avecina. No va a haber privilegios ni condescendencias. No va a haber más honey o dear. A la Unión Europea no le valen las carantoñas. “Dejar la Unión tiene consecuencias”, decía a la prensa un miembro del Partido Popular Europeo durante una reunión la pasada semana en Malta. Y una de ellas es la libertad de circulación, una de las cuatro libertades en que se funda la Unión, la de las personas, pero también la de las mascotas, sobre las que también se ha legislado.

Y en la misma línea está la respuesta del Parlamento Europeo, que esta semana aprobará las condiciones para iniciar las negociaciones, anunciadas por Donald Tusk para el 29 de abril. No va a haber derechos para los británicos que no tengan los europeos en territorio inglés; no va a haber dinero de los fondos europeos que no sean los ya acordados hasta su salida y, después, los que se apliquen a países africanos, asiáticos o americanos; no va a haber perdón de la deuda que quede por pagar, incluso después de su salida; no va a haber acuerdos bilaterales entre las empresas británicas y las europeas, porque el único interlocutor económico y financiero es la Unión Europea; las instituciones europeas radicadas en el Reino Unido deben iniciar ya su deslocalización y abandonar la isla; no puede haber condicionantes sobre la futura seguridad interna o externa…

Como amante despechado, el Parlamento Europeo se ha enfadado. Y alienta para que el proceso de divorcio se produzca lo antes posible, a poder ser antes de las elecciones de mayo de 2019. Aún así y todo, no perdamos las formas… Porque, de momento “nothing has changed”, nada ha cambiado, como dijo nuestro amigo Donald Tusk tras recibir la carta de despedida de Theresa May de manos del Representante del Reino Unido en Bruselas. “Aquí está, seis páginas”, mostró el documento blandiéndolo ante los periodistas durante la rueda de prensa. “No hay razón para decir que hoy es un día feliz, ni en Bruselas ni en Londres”. No obstante, como él, como nuestro Presidente en el Consejo, digámosles a los británicos: “We already miss you”. Ya os estamos echando de menos…

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