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ARTE URBANO

DEIH: "Tiene sentido que los grafiteros diseñen fallas: ambas son expresiones artísticas efímeras y callejeras"

Hablamos con el artista valenciano con motivo de la exposición individual 'Life Mission' que presenta estos días en la galería Sabotage del barrio del Carmen

13/06/2019 - 

VALÈNCIA. Comenzó a mediados de los años noventa pintando grafiti en las calles de Mislata, aunque el universo gráfico que distingue su trabajo actualmente tiene poco que ver con el de aquella primera etapa de pruebas y exploración junto a amigos del barrio como Hope, Xèlon o Gons. Nacido en la capital del Turia hace 40 años, Deih pertenece a esa segunda o tercera generación de artistas urbanos valencianos que está haciéndose un hueco en el circuito de galerías después de pintar muros alrededor del mundo. Islandia, Bielorrusia, Cabo Verde y Estados Unidos son algunos de los países donde Deih ha diseminado los enigmáticos personajes futuristas y paisajes cósmicos que constituyen su identidad personal desde 2012. Fue aproximadamente ese año cuando comenzó a desarrollar el proyecto The Insider, que toma como principal fuente de inspiración el mundo del cómic y la ciencia-ficción. 

Tanto sus murales como la obra gráfica derivada de este proyecto está poblada de cuartas dimensiones, constelaciones y nodos neuronales. Pero, como él mismo explica en esta entrevista, su fascinación por los mundos lejanos está más relacionada con el misticismo de Moebius o el existencialismo de Stanislaw Lem que con las películas de ataques extraterrestres. Cita también entre sus principales influencias la literatura de ciencia-ficción de los ochenta, con autores como Jeff Noon –“Vurt y Pollen me marcaron muchísimo”- y William Gibson, creador de obras cumbre del cyberpunk como Neuromante y Conde Cero. O la agrupación de historietistas Humanoides Asociados -entre los que destaca la obra de Philippe Druillet, Enki Bilal y Juan Giménez.

“Creo que la ciencia-ficción genera nuevas carreteras para el pensamiento. Me siento muy cómodo con las metáforas del mundo de la fantasía; las utilizo para hablar de mis sentimientos o de cuestiones relacionadas con el mundo contemporáneo como la hiperconectividad y la inmediatez que se nos exige en todo momento”, explica. Deih nos atiende al teléfono desde la ciudad alicantina de Torrevieja, donde se trasladó con su pareja y su hija hace meses. “Hace tres o cuatro años no paraba de viajar. Fue genial, pero me apetecía parar y centrarme en reflexionar y trabajar en proyectos expositivos concretos. Vivir aquí frente a la playa, sin encontrarme a diez conocidos cada vez que bajo a la calle, me ha ayudado a centrarme y reflexionar”.

Podemos ver el resultado de este periodo de incubación en la exposición Life Mission, que el artista valenciano presenta hasta el 15 de julio en Sabotage Gallery (Calle de la Purísima, 5), una peculiar galería-anticuario que desde hace cerca de un año trabaja por visibilizar la obra en papel de ilustradores y artistas urbanos de la ciudad.

Un 'detective wall' para plasmar el proceso creativo

Según apunta la nota de la exposición, “Life Mission es un intento de comprenderse a uno mismo, viajando por diversos planetas confrontando extrañas situaciones que suceden a través de una galaxia que también es uno mismo”. Está compuesta de dos partes: en la primera se exhiben una serie de piezas enmarcadas sobre una pared pintada con constelaciones que proporcionan una experiencia inmersiva al espectador. La segunda parte está presidida por una instalación donde se plasma a golpe de vista el andamiaje del proceso creativo. Es una especie de detective wall repleta de bocetos, esquemas, notas, objetos mágicos y apuntes sacados del estudio y las libretas personales del artista. 

“Mi idea inicial era hacer un mural típico de detective como los que salen en las películas, pero la improvisación fue transformándolo en justo lo contrario: se parece más al típico panel del asesino en serie, forrado de fotos y dibujos de sus obsesiones”, ríe.  “En esta instalación se observa cómo ese caos inicial, lleno de pruebas y desechos, acaba ordenándose de alguna manera, y el resultado es la exposición en sí misma”.

En el centro de la instalación, un gran agujero negro. “Quería hablar del vacío que todos tratamos de llenar para tratar de ser felices. Yo trato de completarlo dibujando, del mismo modo que otros lo hacen con el deporte, ligando, drogándose, escalando el Everest, escribiendo…. o comprándose un Ferrari. Es algo que nos falta siempre y que no se llena nunca. Un hueco, una falta, que está en constante desplazamiento. Nunca somos capaces de llenarlo, y está bien que sea así porque es el motor de nuestra existencia, lo que nos incentiva a seguir haciendo cosas”. Esta idea tan lacaniana está muy bien representada en uno de los objetos de la muestra; un pequeño puzle deslizante que nos invita a reconstruir el dibujo sobreimpreso desplazando con el dedo las piezas. “Me gustaba mucho ese juego metafórico... si no existiera ese hueco en el puzle nunca podríamos construir el dibujo”, comenta el autor.

“Quizás haya una historia oculta que conecta todas mis piezas”

Muchos de los seguidores de la obra de Deih se preguntarán si hay una narración oculta que conecta todas las piezas que tiene diseminadas por esta y otras ciudades del mundo. ¿La hay? “Me parece todo un éxito que haya gente que piense en ello -contesta-. La respuesta es que sí que la hay, pero no está completamente estructurada. Es una especie de historia hipertextual con pantallazos unidos gráfica e conceptualmente. Todos vibran en la misma onda, pero en principio no forman una narración cronológica. A lo mejor llega un momento en que descubro que sí la había. Como le ocurrió a Mike Mignola, que después de 30 años dibujando a Hellboy se dio cuenta de que inconscientemente había creado una historia donde todo estaba hilado. Lo curioso es que las relaciones las descubrió después. A mí eso me parece brutal”.  

Tanto las piezas monumentales como las ilustraciones de Deih es recurrente la presencia de elementos de tecnología futurista, cyborgs y una atmósfera algo sombría. ¿Cuál es su posición con respecto a los debates contemporáneos en torno a los avances de la Inteligencia Artificial? “Me dan más miedo los humanos que las máquinas. Es mucho más factible que una persona utilice las nuevas tecnologías para suplantar mi identidad a que un robot se vuelva loco. Dicho esto, sí considero que nos han arrojado muchos avances tecnológicos que no sabemos cómo gestionar y están transformándonos de forma muy rápida, sin que tengamos tiempo para reflexionar sobre ello lo suficiente y adaptarnos como toca. Yo, personalmente, no me siento preparado”.

Esta conversación se produce poco después de que conociéramos el cierre de la galería Pepita Lumier, consagrada a la difusión de la ilustración y las artes gráficas. La galería Sabotage, uno de cuyos impulsores es el grafitero Vinz, es un espacio conceptualmente diferente, pero que también nace con el objetivo de subsistir mediante la venta de pequeñas piezas de arte gráfico. “¿De verdad que Pepita Lumier cierra? -contesta sorprendido Deih-. ¡Era una de las plazas fuertes en la ciudad! Me parece muy triste..” “Yo he tardado muchos años en poder vivir de mis dibujos. Hasta hace cuatro o cinco años me he ganado la vida sobre todo haciendo obras por encargo a las que no siempre podía imprimir mi estilo personal. He vivido de pintar cierres de comercios, decorando discotecas y restaurantes… Tuve la suerte de encontrar mi estilo, poder mostrarlo en festivales, y que gustara. Pero no descarto que vuelva a tener que volver a lo de antes alguna vez… Este mundo es así”.

- Hace años se hablaba de València como la nueva cuna del street art en España. La permisividad municipal y de los vecinos ayudó a la aparición de muchos artistas nuevos y a que vinieran nombres internacionales importantes. ¿Continúa siendo así?
- La verdad es que estoy bastante desconectado, no me atrevo a emitir una opinión. Pero sí he fichado a algún artista joven muy interesante como César Goce, muy influido por la fotografía nocturna de Sebas Velasco. Pinta muy bien sin ser relamido. Creo que hará cosas importantes.

- Hablemos también de cómo los artistas del grafiti han entrado por la puerta grande en el mundo fallero ¿Qué impresión te da ver a Okuda, Pichiavo o Escif firmando nada menos que el monumento de la plaza del Ayuntamiento? Ese paso de la clandestinidad a estar bajo el mayor foco posible.
- Creo que está más que justificado, porque ambas son expresiones artísticas efímeras y callejeras. Está sirviendo para que estas dos formas de arte se actualicen y amplíen su base de seguidores. Y, por ejemplo, me parece muy interesante lo que propone Escif para el Ayutamiento, que es una continuación de lo que hizo hace años en la falla de la calle Corona: diseminar la falla por escenas, en lugares distintos a la instalación central, para que no todo sea dar vueltas alrededor de una especie de altar. Me gusta mucho además que le estén dando esos proyectos a gente de mi generación como ellos, que son compañeros de batalla.

- Entiendo entonces que si te ofrecieran la oportunidad de hacer una falla, la aceptarías.
- ¿A mí? ¡Me encantaría!

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