Las Olimpiadas o Juegos Olímpicos son un aliciente para las tardes y noches de verano, algunos de nuestros atletas logran el oro tras mucho esfuerzo y trabajo, nuestros políticos aspiran al bronce y gracias. Esperemos tener gobierno antes de septiembre
En pleno verano olímpico, viendo como nuestros deportistas logran éxitos que apenas salen un par de días en portada, me hago la reflexión sobre el exceso de valor que los medios dan a la política. El 90% de las portadas y de cada portada, suelen centrarse en lo que denominamos ‘noticias políticas’, protagonizadas en la mayoría de ocasiones por personajes grises, de aspecto y de sesera, con currículums plagados de cargos en el partido y poco más. Mientras nuestros deportistas invierten horas de entrenamiento, de anónimo esfuerzo y de sacrificio personal y profesional, y en cambio vemos a un señor al que han votado más de cinco millones de personas, repito, más de cinco millones de almas, descansado en la playa y ausentándose de su obligación profesional, y sobre todo moral: encontrar las fórmulas para alcanzar un acuerdo que facilite primero la investidura y después la legislatura. Si hay elecciones navideñas y Snchz es el candidato del PSOE, en la sede de Ferraz deberían colgar el cartel de ‘cerrado por liquidación’ de ideas, de personas y del partido.
Las personas importan, claro que importan, y mucho. Con personajes de tan baja capacidad intelectual y de tan pobre talla humana, es mucho más complicado poner a funcionar un país. La política se ha degenerado en los últimos lustros y las consecuencias las pagamos todos los ciudadanos, pero no nos engañemos, los políticos forman parte de esta sociedad empobrecida culturalmente y desarmada moralmente. Así que la reflexión debería ser global y los cientos de hombres de éxito que hay en España tendrían que tomar cartas en el asunto. La sociedad atraviesa una crisis que se refleja en la política y los prohombres del siglo XXI deben implicarse y dejar esa hipócrita distancia –respeto a los políticos dicen algunos– y opinar en foros, en tribunas, en radios y televisiones.
Una democracia fuerte sólo se construye cuando sus mentes más brillantes toman partido en la vida pública, no llenando las calles con manifestaciones y protestas, ni luciendo camisetas y extraños atuendos. En estos días de cierto reposo estival, releía una de mis obras favoritas [La rebelión de las masas, Ortega y Gasset] y creo que es bueno identificar y reflexionar sobre el hombre-masa y la minoría selecta. En la política actual hay más hombres del primer grupo cuando deberían ser del segundo.
Ya en harina, la semana pasada reconocía el mérito de Mariano Rajoy intentando tender puentes a los dos partidos constitucionalistas para lograr algún tipo de acuerdo, pero esta semana el protagonista ha sido, sin duda, Albert Rivera. Pese a su ofrecimiento con seis puntos ‘sine qua non’ como resaltó en repetidas ocasiones en su rueda de prensa, algunos medios rápidamente recordaron algunos de los hits –disculpen el lenguaje musical– de Ciudadanos que no aparecen entre éstos: supresión de las diputaciones o despolitización de la justicia; y otros medios colocaron al partido naranja como la única fuerza que trabaja para lograr la gobernabilidad y compararan la actuación con las de Andalucía y Madrid. Otros le recuerdan la ‘maldita hemeroteca’, aunque también deberían recordar que rectificar es de sabios y trasladar su responsabilidad por tercera vez en un año a los españoles, no me parece lo más sensato.