nueva exposición en caixaforum valència

Del surrealismo a la crisis climática: un siglo de naturaleza y arte según Dalí, Picasso o Kandinsky

28/11/2024 - 

VALÈNCIA. Cuando uno cruza el portón de entrada de Caixaforum València por primera vez es posible que tenga que comprobar si se encuentra en el interior del Ágora de la Ciutat de les Arts i les Ciències o todavía no. A pesar de estar a cubierto, ahora está habitado por un jardín vertical, una sala en forma de nube y hasta su propio arcoíris, este último fruto del trabajo de la artista valenciana Inma Femenía, formas que provocan un juego constante con la idea de interior y exterior y que ahora se potencia de la mano de artistas como Picasso, Kandinsky, Le Corbusier o Georgia O’Keeffe, entre otros. Muchos otros.

El centro cultural vuelve a poner el foco en la relación del arte y la naturaleza, ahora a través de su nueva propuesta expositiva, una ambiciosa muestra que despliega en València parte de la colección del prestigioso Centre Pompidou de París -por cierto, antes de su cierre por obras-, generando un recorrido que pasa por las formas sensuales inspiradas en nuestro entorno sin esquivar el componente político del medio ambiente, un viaje desde el surrealismo hasta la mirada afectada por la crisis climática. Todo cabe en Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo, que propone un viaje por el arte del siglo XX e inicios del XXI a través del diálogo entre distintos lenguajes creativos en torno al arte y a la naturaleza.

Pero, ¿qué es eso de biomorfismo? El concepto fue utilizado por primera vez por Alfred H. Barr, primer director del MoMA de Nueva York, en una exposición de 1936 dedicada al arte abstracto para diferenciar las obras que no encajaban en las características del arte abstracto y geométrico propias de aquella época, piezas que hacían un uso de las formas naturales y que las dotaba de un carácter propio. Este es el punto de partida de una exposición cuyo recorrido comienza con una mirada a la idea de la transformación a través de dos obras: la escultura de bronce Métamorphose (Metamorfosis), de Henri Laurens, y el cuadro L’Âne pourri (El asno podrido), de Salvador Dalí, dos visiones distintas a la creación de figuras que no son propiamente humanas ni animales y que nos sumergen en un mundo en el que todo es posible. 

“La primera parte de la exposición presenta un arte mucho más esteticista, con representaciones no formales de la naturaleza, empezando por el surrealismo”, relata Muntsa Ciurana, coordinadora de la muestra, en conversación con Culturplaza. La exposición, que ha sido comisariada por la conservadora del Centre Pompidou Angela Lampe, inicia este relato con esas imágenes más oníricas, un viaje que reúne sugerentes piezas de otros artistas como Julio González, Georgia O’Keeffe o Max Ernst, en un recorrido que supone todo un “festival de grandes maestros”. 

Son importantes las piezas como obra conclusa, pero también los “diálogos” que se generan entre ellas, incide Ciurana, un recorrido que nos habla de cómo ha cambiado nuestra manera de mirar y contar la naturaleza y que genera curiosas parejas como la formada por Vasily Kandinsky y László Moholy-Nagy. Del primero se muestra la obra Bleu de ciel, que presenta distintas formas pintadas sobre un fondo azul que remite al agua, pero también al cielo, recordando organismos microscópicos y pequeñas amebas. Del segundo, una película de vanguardia de 1936 sobre la vida de la langosta. Otras de las conexiones que se pueden ver a través del recorrido es la que se genera entre las esculturas de Jean Arp junto al universo sensual de las fotografías de desnudos femeninos de Raoul Hausmann.

Las técnicas de fotografía microscópica, que desvelaron una dimensión de la vida hasta entonces invisible, potenció sin duda la fascinación por la naturaleza durante un siglo XX en la que se miró del derecho y el revés, con miradas tan distintas -y, al tiempo, sugerentes- como la obra de Alexander Calder Four Leaves and Three Petals (Cuatro hojas y tres pétalos), de 1939, en la que las formas que crea el artista se mueven como los elementos del mundo real, hasta las maquetas de Alisa Andrasek, que trabaja a partir de materiales biónicos que se producen a partir de materias biológicas tratadas con herramientas digitales para crear formas arquitectónicas inspiradas en el mundo orgánico.

Mirada crítica

“A medida que avanzamos en la exposición, especialmente a partir de los años 60, vemos cómo el arte tiene un papel más reivindicativo, así como movimientos como el arte povera italiano o el land art estadounidense”, relata Muntse Ciurana. Este cambio de mirada queda patente en Caixaforum València con propuestas como Bouquet III, de Jeroen de Rijke y Willem de Rooij, que remite a la participación holandesa en la segunda guerra del Golfo a partir de un ramo de flores. También, desde el arte povera italiano se reflexiona sobre cuestiones como el consumismo, con piezas como el Albero (Árbol) de Giuseppe Penone, que revela una árbol oculto en las vigas industriales de madera.

Así, este viaje a través de un siglo conexiones entre arte y naturaleza llega hasta un siglo XXI en el que ya definitivamente queda lejos la mirada desde lo exótico o la fascinación únicamente relacionada con la estética, un relato artístico que avanza de la mano de la propia sociedad. El signo de los tiempos. “En el último apartado nos referimos a la idea de amenaza, a la crisis climática, medioambiental, que estamos viviendo. Se trata de un arte más reivindicativo, que pone en evidencia el papel de arte como espacio de reflexión para repensar nuestra relación con una naturaleza que es vulnerable pero también amenazadora”, reflexiona la coordinadora de la muestra. Así, la exposición finaliza con una carga reflexiva "más profunda", un final de trayecto marcado por la instalación audiovisual del artista inglés Jeremy Deller, Exodus (Éxodo), que nos permite ver murciélagos hibernando y reproduciéndose en una caverna y, al final, salen volando, una obra que remite al virus del covid-19. 

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