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Historias del diseño valenciano (xxii)

DequeDéque: Breve pero intenso

La unión de cinco compañeras de Bellas Artes dio lugar a una rara avis en el ámbito del arte y el diseño de la València de los ochenta

| 24/05/2022 | 7 min, 29 seg

VALÈNCIA.- La facultad de Bellas Artes de València fue el origen de un breve —brevísimo— grupo de diseñadoras formado por Amparo Simó, Amparo Montoya, Cristina Gutiérrez, Lourdes Ortún y Elena Ferrer. El «estudias o trabajas» que servía para romper el hielo en la noche de los garitos era respondido por estas cinco compañeras, integrantes y fundadoras del grupo DequeDéque, con una afirmación doble. 

Los apenas cuatro años de trayectoria conjunta del grupo —entre 1987 y 1990— son ahora revisados gracias a la participación de este colectivo en dos exposiciones que casi han coincidido en el tiempo: Ruta gráfica. El diseño del sonido de València, que reivindica en el IVAM el legado plástico de la ruta del bakalao, y Artistas y máquinas. Diálogos en el desarrollo del arte digital, acogida por el Centre del Carme en diciembre del pasado año.

Compañeras y amigas

«Teníamos tanto una amistad como una afinidad en el modo de ver el arte, con intereses comunes como en el caso del pop art. Por ello fue natural comenzar a colaborar juntas». A mediados de los años 80 la especialidad del diseño gráfico no se encontraba todavía demasiado extendida, ni entre las propias carreras más afines como puede ser la de Bellas Artes. «Una de las particularidades de todas nosotras», señalan desde DequeDéque, es «que todos los trabajos encomendados por nuestros profesores los enfocábamos hacia el terreno de la gráfica, ya fuera el cartel o la portada de libros». Ese enfoque en el trabajo en equipo fue un motivo de unión, al igual que la participación de todas las componentes en un seminario de arte electrográfico y copy art impartido por José Ramón Alcalá y Fernando Ñíguez, en el que se planteaba la creación artística mediante el uso de fotocopiadoras como medio de manipulación de textos e imágenes.

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De las artes plásticas al diseño gráfico

 «Ya en 1988 nos presentamos a varios concursos de carteles, entre ellos el del Dia Internacional de la Dona, la Semana Santa de Gandia y otro convocado por la discoteca Chocolate, todos ellos muy cercanos en el tiempo. Lo curioso es que de la mayoría salimos como finalistas o con premio». 

El buen resultado de estas primeras colaboraciones refuerza la idea de las todavía alumnas de Bellas Artes acerca de continuar y profundizar en el trabajo conjunto. «El hecho de participar con éxito en estos concursos», señalan las DequeDéque, «aquilata la orientación de nuestro trabajo hacia el diseño gráfico, pese a que nunca nos habíamos planteado la gráfica como una aplicación de las Bellas Artes. Marcó el camino a seguir y al mismo tiempo el comenzar a fijarnos en el diseño gráfico que nos rodeaba».

Como las mismas DequeDéque reconocen, la aproximación al diseño gráfico, durante los años de carrera, fue puramente «intuitiva», gracias a faros como la biblioteca del IMPIVA, «en la que encontrabas libros sobre diseño editados en el extranjero que nunca habrías tenido la posibilidad de leer» o la referencia de los profesionales de La Nave, como Paco Bascuñán o Nacho Lavernia, a través de una compañera, la también diseñadora Lina Vila, que por aquel entonces iniciaba su carrera profesional en la calle San Vicente, sede del grupo de diseño.

Para reforzar esta orientación algo más profesional de su colaboración —sin olvidar que en aquellos años continuaban cursando Bellas Artes— las DequeDéque alquilan un pequeño estudio situado en la calle Vicente Sancho Tello. La parquedad de medios hace de la necesidad una virtud y ante la inexistencia de ordenadores, las socias profundizan en el trabajo puramente manual con medios básicos como las tijeras, el cúter, letraset y la fotocopia a la hora de confeccionar las propuestas gráficas, en las que juegan con repeticiones y ampliaciones para la creación de texturas sugerentes, sorprendentes y coloristas, junto con el empleo de técnicas como el collage

Participación en exposiciones

El seminario que une a las DequeDéque tiene una continuidad en la invitación cursada para participar en la II Bienal de Arte Electrográfico, celebrada en las instalaciones de Bancaixa en la plaza de Tetuán de València —así como para la realización del cartel de esa edición— para la que plasmaron en tres dimensiones sus trabajos anteriores a través de una curiosa estancia con diferentes muebles, forrados en papeles estampados, en estado de levitación. Posteriormente, parte de esta propuesta pasaría a formar parte de los fondos del Museo Internacional de Electrografía de Cuenca. 

A esta invitación llegarían otras, como la posibilidad de mostrar su trabajo en la feria Summer-Atelier (Hannover), en el año 1990, ya una vez finalizada su etapa en Bellas Artes que marcaría la separación del grupo. 

Gracias a estos proyectos, el trabajo de las DequeDéque se orienta en dos vertientes: una más relacionada con las artes plásticas —que tiene como destino exhibiciones como las de Hannover y la Bienal valenciana—, junto con otra vía más enfocada al diseño gráfico.

Colaboración con Vicente Pizcueta

En esta última dirección se enmarca la cartelería realizada para la discoteca Chocolate y que es una de las escasas aportaciones femeninas incluidas en la exposición Ruta gráfica del IVAM. Esta colección de carteles para el local dirigido por Vicente Pizcueta se realizó siempre mediante técnica electrográfica, aunque combinando medios más cercanos al diseño gráfico junto con otras manifestaciones próximas a las Artes Plásticas. 

Pese a no alzarse con la victoria en el humilde certamen convocado por la discoteca valenciana, las propuestas de las DequeDéque cayeron en gracia a Vicente Pizcueta, que les reclamó multitud de carteles durante un par de años, tanto para la discoteca como para otros locales en la órbita del promotor. Propuestas para las que Pizcueta dejaba «libertad absoluta». Aunque pueda parecer sorprendente, las DequeDéque tan solo visitaron Chocolate una vez, y fue de mañana, con motivo de la preparación de una decoración para una fiesta. 

Para las integrantes del grupo, la muestra Ruta gráfica, en la que se integran algunos de sus carteles, es «muy necesaria» con la finalidad de «reivindicar y dignificar el legado cultural paralelo a la ruta del bakalao, que ha estado tristemente olvidado hasta este momento. En el instante en que todos estos trabajos han estado reunidos bajo un mismo paraguas, el visitante se ha dado cuenta de la cantidad de profesionales que trabajamos la parte creativa de aquel movimiento y el volumen de trabajos realizados».

Otros proyectos realizados en estos cuatro años de trayectoria están relacionados son la imagen de campañas de distintas concejalías del Ayuntamiento de València, fogueres experimentals de Alicante o trabajos de diseño corporativo para pequeñas empresas.

Una separación tan natural como su unión

A pesar de esta breve trayectoria y el éxito de las colaboraciones gráficas, las DequeDéque no tenían, como ellas mismas reconocen, «una conciencia de formar parte de un grupo artístico o de diseño. Teníamos apenas veinte años. Simplemente nos juntábamos para hacer trabajos y disfrutábamos colaborando juntas, sin más pretensiones. Tal vez es ahora cuando nos damos cuenta de que podríamos habernos considerado un equipo en cierta manera». 

Tras la finalización de su etapa universitaria y por la necesidad de disponer de una mayor independencia económica, las DequeDéque se disolvieron sin necesidad de enviar comunicados de prensa a los medios.

Tras la separación, las componentes de DequeDéque nunca han perdido el contacto y han continuado, en mayor o menor medida, vinculadas al diseño o el arte. La celebración de las exposiciones en el Centre del Carme y el IVAM ha servido para poner de relieve el breve pero intenso trabajo de un grupo de amigas y creadoras cuya aportación es también particularmente relevante por ser representativo del potencial del arte y el diseño desarrollado por mujeres durante la València de la década de los ochenta.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 91 (mayo 2022) de la revista Plaza

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