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Derecha democrática, se llama…

4/12/2018 - 

Lo ha hecho en un tweet. Ya hace tiempo que esta red social ejerce de altavoz y púlpito a la vez para los líderes políticos, comenzando por el presidente norteamericano Donald  Trump, que parece que no lee -perdón-, que no escribe, más allá de un tweet. Twitter también está llegando a ser más fiable que cualquier pronóstico electoral de las mejores agencias demoscópicas. Pero esta vez ha sido Guy Verhofstadt, el líder liberal europeo Guy Verhofstadt, que encabeza la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) en el Parlamento Europeo. Se lo ha dicho alto y claro, es decir públicamente, a Albert Rivera, a quien recibió no hace mucho en Bruselas. “Congratulations to @CiudadanosCs for their huge gains in #EleccionesAndalucía. The success of the far-right, however, should worry us all. We face a battle for Europe's soul at the European elections in May”. Traduzco el tweet: “Felicidades a Ciudadanos por su gran avance en las elecciones de Andalucía. El éxito de la extrema derecha, no obstante, debería preocuparnos a todos. Enfrentamos una batalla por el alma de Europa en las elecciones europeas en mayo”.

Con una primera entrevista a pie de urna del diario ABC, Marine Le Pen le daba la enhorabuena a Vox, partido que ha doblado sus expectativas de entrar con seis escaños al Parlamento andaluz, y que las ha doblado. Y no sólo eso, sino que en plena campaña, tanto PP como Ciudadanos adelantaban y no le hacían ascos a un posible gobierno de la Junta de Andalucía en colación con Vox. Y todo ello en oposición a la “plataforma transnacional” lanzada para el Parlamento europeo e integrada por, entre otros, Emmanuel Macron con su partido En Marche! y otros demócratas libérelas europeos. La clave es sumar esfuerzos para evitar el avance de los xenófobos, nacionalistas y populistas. 

¿Pero los hay en España? ¿Hay una derecha demócrata y liberal? ¿La ha habido nunca cuando el mismo PP sigue negándose en todos los foros a condenar el franquismo? Lo hicieron hace años en el Parlamento Europeo y, más recientemente, en el Congreso español. ¿Cabe alguna duda? Si en ideario y en programa electoral, tanto PP como Ciudadanos se diluyen. Vean, si no, el modelo económico social al que aspiran y que en el caso de Ciudadanos es más extremo que los fundamentos que inspiran el FAES de José María Aznar.

Escucho anonadada a Isabel Díaz Ayuso, secretaria de Comunicación del PP, comparando los extremos de Podemos y de Vox. Perdón, la diferencia es la democracia, amiga. Para su descargo, nació con la democracia, con lo que no ha conocido de primera mano la dictadura. Sí que ha conocido la democracia y la forma en que la han entendido en su partido, siempre a los pies de los que han liderado el PP de Madrid y hoy con problemas en los tribunales por delitos de corrupción. Su aprendizaje.

Claro, a su lado, Vox es un mirlo blanco. Pero no lo tiene mejor Ciudadanos, avisado como está por Europa ante el avanza imparable del fascismo y del nazismo, que es como hay que llamar sin tapujos a la extrema derecha o a la derecha extrema, a gustos. Sí, lo que reniegan de la democracia. Los que niegan la entrada a su sede electoral a un medio de comunicación en pleno escrutinio. Lo hicieron el domingo por la noche con los periodistas de La Sexta y lo han repetido al no dejarles preguntar en una rueda de prensa. A los que abuchean a su contrincantes políticos a pie de urna. Lo hicieron los apoderados de Vox contra Susana Díaz, aún presidenta de Andalucía cuando fue a votar. Indigno e indignante. Y esto son sólo las formas. El fondo… no tardaremos en verlo.

Porque el fondo anida en lo más profundo de Europa y hacia ella se dirigen en la próximas elecciones al Parlamento en Bruselas con The Movement, el movimiento de unión populista que ha creado liderato y financiado Steve Bannon, estratega de la campaña de Trump y viejo conocido en estas líneas. Su objetivo es acabar con la Unión Europea. Nos lo creemos cuando detrás estás los nacionalismos extremos del húngaro Viktor Orbán, los checos, los polacos y los austriacos, Pero también los suecos y los finlandeses o los daneses que abogan por confinar a los inmigrantes ilegales en una isla. O los italianos de Salvini. O los ingleses de UKIP que han fagocitado a la mayoría del Reino Unido con el Brexit y que se van oiga, de verdad. Pese a la distancia que quiera demostrar el embajador británico en España, Simon Manley, estos días en Valencia para consolar a sus ciudadanos que viven y trabajan en la Comunitat Valenciana, la mayor colonia de residentes británicos en territorio europeo. “No nos vamos de Europa, sino de la Unión Europea”. 

Lo acaba de lamentar Manuel Valls, líder de Ciudadanos para Barcelona y ex primer ministro francés. “Hay que mantener la cabeza muy fría. El populismo de extrema derecha ha emergido y eso no es una buena noticia, es una pésima noticia.” Más valiente ha sido la primera canciller alemana Angela Merkel, que se va cuando más se necesita un liderazgo europeo sin ambages y que veremos si Macron está a su altura. La lideresa marcó claramente las distancias con la xenófoba Alternativa por Alemania, que le incendió las calles el pasado verano. “El odio en la calle no cabe en Alemania”, dijo. No cabe en un Estado de Derecho. Y ésta es la clave. ¿Qué es lo que cabe en un Estado de Derecho? ¿qué cabe en una democracia? Hitler llegó al poder tras un proceso electoral.

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