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EN PRIMERA PERSONA / OPINIÓN

Derechas antisistema

17/11/2020 - 

Hace ya algunos días que asistimos con perplejidad al espectáculo ofrecido por un candidato presidencial que no quiere asumir su derrota electoral, a la calculada deriva de un Presidente que hace meses anunció que no aceptaría un resultado electoral adverso. Donald Trump empezó a tejer hace tiempo la estrategia de deslegitimación del proceso electoral, y sus declaraciones de los últimos días culminan un mandato marcado por la posverdad. Con su verborrea falsaria sobre la limpieza de un proceso electoral Trump ha querido doblegar al sistema democrático estadounidense, y la democracia le ha mandado a la oposición. 

El presidente ‘fake news’ cerrará su mandato con una hiperbolización de su dudosa manera de gobernar: sembrando dudas sobre la democracia estadounidense para tratar de mantenerse en el poder, lanzando acusaciones de fraude para tratar de deslegitimar al ganador de las elecciones. Ha usado la falacia como arma para tratar de deslegitimar las democracia, y ahora las urnas legitiman su derrota. 

La política de crispación y polarización de Trump al frente de la Casa Blanca ha generado una movilización electoral de tal calado que el demócrata Joe Biden le convertirá en el presidente con mayor respaldo de la historia de Estados Unidos. Tiene por delante grandes retos sociales, sanitarios, económicos y medioambientales. También el de tratar de reparar el daño causado por las acusaciones de fraude lanzadas por un presidente que no aceptó las reglas del juego democrático.

La democracia implica aceptar la victoria pero también la derrota, porque la ciudadanía tiene la potestad y el derecho de elegir libremente entre diferentes opciones políticas. Participar en un proceso de elección democrático supone aceptar el funcionamiento del sistema y la capacidad ciudadana de elegir libremente. Y si algo tienen las derechas en su ADN político es cuestionar la legitimidad de todo gobierno que no sea el suyo -un ejemplo clarificador es Trump- pero también entorpecer el funcionamiento del sistema democrático cuando no ejercen el poder. Es un convencimiento arraigado en su forma de ejercer la política. Y esa ´melodía´ aquí nos suena demasiado, lo vivimos con Felipe González, con José Luis Rodriguez Zapatero y está ocurriendo ahora con Pedro Sánchez. 

Las derechas han llamado al Presidente del Gobierno golpista y traidor, la ultraderecha califica como ilegítimo al Gobierno. Tienen tan interiorizado que solo ellos están legitimados para el ejercicio del poder que el PP, lejos de comportarse como un partido con sentido de Estado, ejerce de derecha ‘antisistema’. Lo hace cuando acude a Europa a cuestionar la gestión del Gobierno mientras se debate la llegada de fondos europeos para paliar la crisis causada por el coronavirus, lo hace cuando bloquea la renovación del Consejo General del Poder Judicial y lo hace cuando veta cualquier posibilidad de ser parte del avance del país.

Convivir con una derecha que no asume la derrota no es un escenario político nuevo para los socialistas y las socialistas. Y tampoco en esta ocasión sus intentos desesperados por erosionar al Gobierno nos apartarán del camino. Los Presupuestos Generales del Estado son más necesarios que nunca porque debemos dar respuesta a la emergencia social, sanitaria y económica de nuestro país. No es momento de vetos sino de diálogo, es momento de sumar a todas las fuerzas políticas a la reconstrucción del país, de lograr la mayoría más amplia posible para aprobar un presupuesto con el que reconstruir nuestro país porque es lo que esperan las familias y las empresas, porque es lo que merece la ciudadanía. 

Frente a un PP obcecado en vetar el presupuesto del Estado y la salida de la crisis del país, son muchas las formaciones representadas en el Congreso que han permitido la tramitación del presupuesto porque han entendido la excepcionalidad del momento que vivimos. Es momento de poner en valor la madurez de nuestro sistema democrático y nuestra capacidad de anteponer el interés general a la discrepancia política. Así lo ha entendido una gran mayoría del parlamento y en manos del PP está seguir siendo una oposición ‘antisistema’ o sumarse a la mayoría política y social que sacará a este país de la crisis. 

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