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VALÈNCIA. En tiempos complicados de pandemia, no basta con resistir los vaivenes del mercado, sino que las empresas deben situarse a la vanguardia de los cambios. Y, en medio de este contexto, la innovación se erige como un vector fundamental para el devenir futuro de las empresas. Pero no todas las compañías tienen los recursos necesarios para contar con equipos propios, especialmente las más pequeñas. Para ayudarles en ese impulso están los Institutos Tecnológicos cuya vocación es precisamente posicionarse como un importante catalizador de conocimientos y desarrollos para las empresas.
Estas fueron algunas de las conclusiones del encuentro organizado por Valencia Plaza y la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit) que sirvió para poner en común reflexiones en torno no solo a la relevancia de la innovación como vector de crecimiento de las compañías, sino para evidenciar el papel que juegan los centros tecnológicos como catalizadores de ese desarrollo.
A la cita asistieron Fernando Saludes, Consejero Delegado de Industrias Saludes y presidente de Redit y del Instituto Tecnológico Metalmecánico, Mueble, Madera, Embalaje y Afines (Aidimme); José Company, gerente de Plastire y vicepresidente del Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas) y Manuel García Portillo, presidente de Tecnidex y del Instituto Tecnológico de la Alimentación (Ainia).
También, Juan Valor, CBU Director (Customer Business Unit) de Faurecia, empresa que ocupa la vicepresidencia primera del Instituto de Biomecánica (IBV); Juan Francisco Ramos, consejero delegado de Porcelanosa y vocal del Consejo Rector del Instituto de Tecnología Cerámica (ITC); Miguel Rivas, director general de Ibérica de Aparellajes y presidente del Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) e Ignacio Herrero, gerente de Ahora Soluciones, empresa asociada al Instituto Tecnológico de Informática (ITI).
El debate arrancó con una premisa clara: la innovación no solo sustenta el crecimiento de una empresa, sino que la mantiene viva con una proyección de futuro. "Si una empresa tiene recorrido es porque ha ido innovando. El tener clara esa visión a largo plazo parece algo menor, pero no lo es. También la administración ha hecho un gran esfuerzo. El IVACE lleva décadas apoyando a los centros tecnológicos y recientemente se ha creado la Agencia Valenciana de la Innovación o la Conselleria de Innovación pero la inversión pública en I+D sigue siendo baja y no hay que olvidar que nuestras empresas compiten con toda Europa. Si como sociedad no somos capaces de trasladar la importancia de la innovación y lo que nos jugamos, tendremos un problema", subrayó Fernando Saludes.
No obstante, reconoció que en épocas de bonanza cuesta poner el foco en la búsqueda de nuevos desarrollos porque se produce un 'efecto submarino' y la innovación "acaba muriendo de éxito". En cambio, puntualizó que aunque las crisis son dramáticas precipitan cambios en los modelos. Por ello, enfatizó la importancia de apostar por los intangibles, por esa innovación que en muchos casos acaba encumbrando a las compañías haciéndolas más punteras.
Juan Francisco Ramos señaló que la innovación es "un vector básico del devenir empresarial". Recordó, en este sentido, que hace 50 años en Porcelanosa, cualquier elemento de producción y cambio tecnológico costaba de media de 3-5 años, pero "hoy en día la innovación corre a la velocidad de la luz". "Cada vez hay que estar más encima y en un sitio más puntero. Se ha producido la gran revolución", recalcó. Y es que, a su juicio, aquellas empresas que no estén a la vanguardia, renovando producto, están condenadas a no sobrevivir.
Postura compartida por José Company, para quien la innovación se ha convertido en un elemento importante para las firmas de la Comunitat. "La mentalidad de nuestros antepasados era producir mucho para sacar el máximo rendimiento y ser el mejor, pero esas cuestiones han ido cambiando y ahora la innovación forma parte de la estrategia principal de la dirección de la empresa. En la pasada crisis primaba el 'sálvese quien pueda', pero en estos momentos es muy importante esta cuestión", apostillaba Company.
Eso sí, el vicepresidente de Aimplas reconocía que no todas las empresas tienen capacidad suficiente para poder contar con un departamento de I+D+i propio porque sus estructuras limitadas no se lo permiten. Y es ahí donde entra en juego el papel fundamental de los Institutos Tecnológicos que permiten canalizar todo el potencial de esa empresa. "Ofrecen la gran oportunidad de ir con una idea y que el retorno sea la materialización en un proyecto", destacó.
En este sentido, Saludes puntualizó que para estos centros las pymes son "un mandato" y parte de su valor y modelo se nutre de la idea de "no dejar a nadie atrás". "Los Institutos Tecnológicos son santuarios de colaboración con las empresas porque hay confidencialidad y todos los actores entran a colaborar en un ecosistema", resaltó.
Manuel García Portillo destacó que el instituto tecnológico supone una asociación cuya base con las empresas, lo que les permite conectar con ellas porque se trabaja de forma conjunta. "Somos empresas y pensamos y trabajamos con ellas. Tenemos que generar valor para las empresas y no competir con las empresas", enfatizó para subrayar que la innovación es "colaborativa siempre" y esa es la esencia de los centros tecnológicos, encargados a relanzar en el campo del desarrollo a todas las firmas que así lo deseen.
"Lo importante es tener una cultura innovadora en la empresa y cuando eso está, se detectan todas las necesidades. Pero todo el proceso tiene que ser innovador, incluso en lo que no es tu propia compañía y forma parte del resto de la cadena de valor", defendió para señalar que la "educación es fundamental en este sentido" porque es en las escuelas donde se debe inculcar el concepto de innovación para "construir principios y valores desde niños".
En el sector del automóvil, la innovación es crucial, casi una cuestión de supervivencia. Así lo puso de manifiesto Juan Valor, quien, de hecho, destacó que Faurecia cuenta con un centro tecnológico propio en Paterna. "Tenemos una presión muy fuerte por innovar y necesitamos a los institutos porque somos muy pragmáticos y no hay lugar para la creatividad. Somos expertos en productos y procesos, pero no en ciencia y tecnología y eso es lo que nos proporcionan los institutos", señaló.
Explicó que las compañías de su sector están muy centradas en procesos muy estructurados y mecánicos, que les impiden acceder a otro tipo de conocimientos. "Y eso es lo que nos aportan los institutos tecnológicos: acceso a conocimientos teóricos que están en el mercado y liberarnos de esta rigidez de nuestro sistema", detalló.
Miguel Rivas también valoró su experiencia colaborativa con estos centros para hacer ensayos y desarrollar productos que luego prueban en sus instalaciones. "Participar y aprender", ese es el feedback que se ha llevado del ecosistema tecnológico que ofrecen estos espacios. No obstante, también cree que la administración debe convencerse de la importancia que tiene la innovación y los institutos en el retorno de valor a las empresas.
Entre las principales trabas que encuentra es la búsqueda de talento. "Tenemos universidades estupendas, pero los estudiantes cuando acaban no se quedan con nosotros porque no los podemos absorber en nuestro mercado laboral y, en época de crisis, mantener el talento es imposible", lamentó. Una opinión compartida por muchos de los empresarios presentes en el encuentro que también pusieron encima de la mesa algunas inquietudes respecto a la necesidad de una mayor inversión por parte de la administración en este tipo de cuestiones, así como un mayor apoyo a la figura del empresario. Aunque reconocieron que ahora existe un mayor apoyo desde el Ejecutivo autonómico, le emplazaron a una apuesta "más real y decidida".
Ignacio Herrero puso el acento en el tamaño de las empresas y la necesidad de que las administradores apoyen fusiones entre compañías y den un impulso de los más pequeños. Incluso planteó que las compañías más grandes deberían fijarse también en las pymes porque "podemos aportar más innovación que las grandes porque somos más ágiles", apuntó.
Y es que en el sector informático reconoce que la mayoría de compañías cuentan con un tejido reducido y suelen trabajar de forma individual por el nivel de competencia que existe. En su caso, vieron una oportunidad de acercarse al ITI para analizar nuevas líneas de investigación y complementar soluciones. Y ha sido clave en la transferencia de conocimiento.