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 EL MURO  / OPINIÓN

Descontento cultural

Anda el patio revuelto. Y hasta respondón. El descontento manda en el ámbito cultural. Demasiada teoría pero pocos resultados

21/07/2019 - 

VALÈNCIA. Tenía que llegar. Lo que transmite el ambiente es que nos espera un otoño divertido. Esto no ha hecho más que empezar. El desconcierto y descontento comienza a escampar. Se palpa en el ambiente. Las cosas no están claras, más bien jamás lo han estado aunque la luz cegara la mirada de esperanza y confianza. Pero ante la ausencia de discurso, programa y objetivos o políticas claras o decididas solo faltaba saber que el reparto de cargos en el área de Cultura de nuestra Administración Autonómica ha vuelto a ser política. Mal comienzo o, en su defecto, constatación de perspectivas. Así que continuamos en un limbo.

Ya que había que situar a cargos descabalgados -llámese nueva Secretaria Autonómica de Cultura que aún no hemos escuchado decir ni “mu” porque, según cuentan, no le encontraron acomodo político en el área de Educación y estará aprendiendo a la carrera- hemos vuelto a la casilla de salida...

En fin. Primero nos dijeron que la herencia económica era muy complicada. Lo suscribo. Después, el sistema encorsetaba la acción política. Bueno. Nos embaucaron con que los concursos públicos serían ejemplo de transparencia para acabar demostrando la ausencia de claridad y objetivos tangibles, salvo lo de siempre. No sé para qué algunos reclaman una Conselleria de Cultura independiente cuando aún no se han aclarado después de cuatro años qué, quién, cómo o por qué. El conseller Marzá es una nebulosa. Como el Consell. Ya lo describía hace unos días Carlos Garsán: mucha teoría pero pocos resultados. Y es general, no sólo particular.

No me extraña que desde Presidencia, en la que tampoco hay que confiar demasiado, visto lo visto, hayan querido quedarse competencias. Compromís ha sido durante estos cuatro años anteriores un espejismo global en el ramo. Mucho discurso. En manos del PSPV podría haber sido también peor. Además, han consentido. Pero lo grave es que no hay nitidez de ideas ni de proyectos.

Así que hemos pasado casi un lustro de reparto de subvenciones, que es lo único que genera afinidad y confianza. Y también, de mesas de entendimiento o muros de contención cultural que, al fin y al cabo, no eran más que una forma de respaldar el reparto del dinero público sin justificación objetiva.

Estas líneas no tendrían mayor peso, salvo formal, si  de repente el denominado sector de  las Artes Escénicas no se hubiera levantado en armas. Yo pensaba que era sólo porque la subvención pública llegaba tarde. Pero a él se ha añadido el actoral, el de bibliotecarios –nos van a cerrar la Biblioteca Publica por falta de personal durante las tardes de agosto- más el comité de empresa del Palau de la Música después de la caída de sus techos y los círculos o asociaciones en defensa del patrimonio. Esto está creciendo. La suerte es que viene agosto. Pero septiembre  irá a más. Porque si el Palau de la Música no avanza en su deconstrucción y conociendo a sindicatos y músicos, aquello puede terminar en un polvorín. Se puede montar una buena, ojo, como se la montó hace poco en el Cor de la Generalitat cuando le amenazaron su futuro. Si  olvidar lo que se ve por el horizonte con Ä Punt,  la escabechina prevista y la batalla política que va a suponer hacer frente a un destarifo de gestión en ese medio de comunicación público que ya tiene en ebullición  a productoras y lo que denominan también sector audiovisual. Tanto discurso heroico para acabar sucumbidos en manos de productoras foráneas y apagón de programación. Haber pensado antes el modelo, que es lo que se debería de haber hecho y no sólo pensar en un medio al que someter y controlar desde el poder pero sin audiencia y fracaso económico como resultado.

Hoy la cultureta está en manos de gestores externos y de festivales que suman gracias a la financiación pública-privada y demuestran una gestión más que eficaz, respetable e innovadora. Una vez desactivada la sociedad civil por culpa del falso neoliberalismo para nada liberal no queda nada, o todo continúa en fase de  neo construcción.  

Yo animaría a todas esas organizaciones que hace un par de años se fotografiaban en muros culturales, mesas sectoriales y toda es milonga de formalismos a unirse. Un buen debate público sería lo oportuno. Si es que alguien tiene realmente algo que decir y no sólo quejarse. Ojo, el poder político gestiona nuestros impuestos pero el dinero no es suyo, aunque se lo crea.

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