De tele y vinillos

Descorches en serie

Hoy es viernes de mantita y sofá. De darle al mando sin descanso y salivando. Que vamos a ver la tele despertando el apetito y comiendo bien rico. Con vino, claro y siempre.

| 11/02/2022 | 4 min, 20 seg

Hablamos de series con el plato delante y descorchando, que es gerundio y la compañía necesaria. Esas pelis por fascículos que se cuelan en casa para quedarse en la memoria en forma de amistades, amores y hasta familia. Que te hacen reír, enfurruñar, recapacitar y muchas, muchas veces llorar. Pero en esta ocasión se trata de gozar. Con historias que, aunque en gran parte no giren en torno a la comida, la veneran de la forma más certera. Alrededor de mesas más o menos humildes con recetas de todo tipo y contigo, que eres mi equipo. Así que damos al botón de on, que aunque no todas serán las más buenas, vamos a disfrutar mogollón.

Empezando con el Fino Coquinero en Rama (Osborne). Parlanchín que, aunque refinado, nos habla de amontillado. Intensidad descarada con su saber estar cuando las circunstancias lo requieren. Y quiere llamar la atención con salinos que chisporrotean sin quemar el mobiliario. Que va a ser necesario para sentarnos a ver ‘Paquita Salas’ picando unos torreznos.  

Con el As Bateas 2013 (Adega Pombal) volamos de Galicia a Shinjuku con grandes expectativas. Las que se ven cumplidas compartiendo escapadas al mar que nos rodea para siempre volver a casa. Lugares donde sabemos que los amigos nos rodean  a pesar de que a veces no se vean. Relente que miramos de frente con un ramen al curry en ‘La Cantina de Media Noche: Historias de Tokio’.

El Lanius 2018 (Alta Alella) es de beber con parentela en números altos. Curiosidad calmada en forma de chardonnay con su aquel melocotonoso, florido y hermoso. Juventud con edad adulta y la madurez justa para dar buenos pasos. Como los que se propinan cuando empiezas el día con un desayuno en condiciones a base de huevos con beicon en casa de ‘Los Larkin’. 

Volvemos a Japón, esta vez vía Cádiz y con el Ovni 2017 (Equipo Navazos). Nave hecha de pedro ximénez que nos lleva a nuestro destino sin dar rodeos tontos. Con seriedad para que nadie se pierda en el camino. Y con el disfrute de sacar los pies del tiesto cada día un ratito. Tanta austeridad como sueños bien presentes, por ejemplo el de convertirse en ‘El Gourmet Samurai’ y devorar una caballa seca a la brasa. 

El João Tavares de Pina, Rufia! 2019 (João Tavares de Pina) es internacional que, aunque nacido en Portugal se va de Nueva York hasta Italia y ni tan mal. Porque es punky y naturi de los que sí. Rosado que juega a rufetes con mencías. Frutillas livianas que crecen entre rocas lisas y brillantes. Amor verdadero que se escapa entre los dedos, aunque podría ser duradero mientras dura ‘Master of None’ y un plato de tortellini.

Entre hogar y restaurantes

De vuelta a Galicia nos pasamos a los tintos con el Massimo 2019 (Mateo y Massimo). Descenso por la Ribeira Sacra hasta alcanzar hogares que reconfortan aunque sean mafiosillos. Eucaliptos altotes y jugosos de savia que juega a ser sencilla. Apariencia incierta porque puede enseñar el fondo que tiene. Y se sostiene de maravilla con el pollo cacciatore de ‘Los Soprano’. 

Con La Mujer Caballo Verde 2018 (Fil·loxera & Cia.) nos adentramos en Levante y todo palante, porque estalla de texturas. Bellezas en montes que miran al Mediterráneo con lustre y sin límites. Peso y decisión con montones de tesón para hacer la vida bonita. Señorío poderoso que despliega sus mejores galas con baile en ‘The Restaurant’ para terminar con un rôsti de madrugada.

Nos pasamos al gurbujismo, que vienen curvas de las que duran y perduran. Con el Olivier Horiot Metisse Brut Nature (Olivier Horiot), ensamblaje de pinot noir y pinot blanc de ocho parcelas que encuentra el gusto en la variedad. Cremosito de bollería fina y su ligera oscuridad que nos hace ojitos embaucadores. Y lo consigue, porque convence de lo que quiera viendo ‘Breaking Bad’ con un cubo de pollo frito.

El Nude 2020 (Barbadillo) es tintilla de rota con fruta desatá y entretenimiento asentado en sus frutas más rojas. Placentero con sus palomitas, chuches y lo que haga falta. Porque no le falta desparpajo y nunca habla de trabajo. La facilidad de sumergirse en historias con su fondo de seriedad y hechuras perfectas junto a la tortilla de Sacromonte de en la cocina de ‘Hannibal’. 

Cerramos el ciclo fílmico con una de Tauromaquia  Oloroso Viejísimo (Gracia Hnos.). Pedro ximénez de Montilla. Corpulencia de intensidad con elegancia y toda la sustancia. Recolecta de avellanas y almendrucos que tostamos para degustar sobre una mesa de madera firme y bien lacada. Calcada a aquellos tiempos de juventud y furnitura en rededor, amor. Con ‘Twin Peaks’ y su tarta de cerezas. Dulce final para la espera hasta que nos volvamos a ver o leer. De querer. 

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