Las iniciativa de las sociólogas valencianas Isabel Gadea y Arantxa Alfaro que plasman en libros personalizados la existencia anónima. Su proyecto: Tu Vida es de Libro
VALÈNCIA. Mi abuelo acaba de cumplir 100 años esta semana. O 101, no lo sabemos muy bien porque el registro y la partida dicen cosas distintas. Él, por coquetería, opinaba que eran 99 pero ha acabado aceptando que se le ha pasado ya un siglo así de repente. Finalmente hemos celebrado los 100 y ha soplado las velas medianamente eufórico. Llegados a este punto la memoria se escurre definitiva entre las manos y se va recogiendo a impulsos para que quede algo.
Isabel Gadea y Arantxa Alfaro, de Benimaclet, se ocupan de que la memoria no se diluya sin testimoniar, de que no sea únicamente un recuerdo verbal transferido por generaciones de manera caótica. Son esas manos, las biógrafas oficiales de la gente anónima. Su misión sociológica garantiza que vivencias recorriendo el tiempo y abrazadas a la intimidad no acaben sepultadas por el olvido. Su iniciativa, Tu Vida es de Libro, lleva ya recogida un buen puñado de existencias, biografías inesperadas que se atrincheran en los recuerdos para convertirlos en imperecederos.
Primera historia. A la luz de Benimaclet, donde la cotidianidad funciona al margen de la ciudad, les jaqueteres cosían y cosían protagonizando uno de los oficios capitales del barrio en la posguerra. Mujeres y mujeres marcaban el paso hilando sus vidas. Centenares de historias calladas, apenas verbalizadas. Ellas, Arantxa e Isabel, vieron en sus testimonios la primera oportunidad para convertirse en biógrafas de lo anónimo. El libro se llamó Descosint la invisibilitat. Les jaqueteres de Benimaclet. Convierte en protagonistas a quienes nunca lo fueron. Guardan bajo llave para la historia sus vivencias. Confiere a aquellas trabajadoras dignidad en el pasado. El libro obtuvo el premio Joan Francesc Mira que concede la Asociación Valenciana de Antropología.
Algo parecido le ocurrió a Yolanda, a Merche, a Fina… o a Ade, a la cual su grupo de amigas (“les carxofes” se hacen llamar) le regaló el libro El mundo de Ade: una vida entre carxofes. “9 mujeres que se aman han ido escribiendo esta sorpresa de papel para Ade y, con ello, han inmortalizado su tiempo compartido, un tiempo que las constituye y las une”. Cuando se lo entregaron a Ade, exclamó: “El libro me ha hecho sentir que tengo una suerte inmensa, porque a la gente que a mí me importa, yo también le importo”.
Qué bálsamo contra la desmemoria. Frente a la búsqueda alocada por la inmediatez, del hilo líquido bajo píxel, la victoria del papel, tan testarudo, para pasar de generación en generación sabiendo de dónde viene uno.
En cada proceso de confección ellas dos acaban sintiéndose nietas, hijas, madres, hermanas, amigas y compañeras de cada una de las personas en cuyo vida se sumergen. Cuando estudiaban sociología no imaginaban que acabarían inventando su oficio: “es nuestra particular manera de aplicar la sociología para hacer aquello que más nos apasiona: rescatar las grandes historias de la gente de a pie”.
Cada vez que les encomenda una biografía primero hacen entrevistas informales a la persona interesada, les explican el método de trabajo, recogen la información biográfica, diseñan los guiones de entrevista. Más tarde empiezan las entrevistas a todas las personas que participarán en el libro. Las registran en una grabadora de voz. La tercera fase está dedicada al proceso técnico: transcripción, vaciado de contenidos, organización de la información y, finalmente, el relato para la historia. Tras editar las fotografías, diseñar y maquetar, el libro de la vida estará preparado para publicarse en la intimidad personal.
La utilidad social de su trabajo es poderosa. ¿Qué es lo que da sentido a vuestra labor?, les consulto. Y responden: “Porque permite plasmar lo intangible del pasado en un libro que permanecerá en el tiempo; porque en nuestras cotidianidades raras veces nos paramos a expresar cosas bonitas y, nuestros libros, dan cabida a todas ellas; porque ofrecemos la posibilidad de transmitir los orígenes familiares a las generaciones venideras... porque solo por ver la emoción de quien recibe un Libro de Vida, nuestra labor merece la pena”. Escrito queda. Felicidades, iaio.