El patrimonio gráfico de las frutas
El Centre del Carme expone Frutas de diseño una muestra con la que pasearse entre cajas y envoltorios para apreciar su diseño desde los años 50 hasta la actualidad
VALÈNCIA. Poca gente debe quedar en València que no sepa que nuestra ciudad será capital mundial del diseño en el año 2022. Se trata, ciertamente, de una gran noticia para un lugar en el que la indiscutible importancia en este terreno no tiene nada de impostura ni es un constructo artificial reciente, sino, más bien al contrario, se basa en una buena dosis de talento, pero también en la tradición histórica. València es merecedora no sólo por lo que ahora hacen sus profesionales y empresas en este terreno, sino por un relato creativo que le viene dado desde hace siglos, puesto que el mejor diseño ha estado presente en los más diversos sectores de la fabricación desde tiempo inmemorial. Es el caso de València, por tanto, un ejemplo como pocos para, aprovechando esta capitalidad, no sólo fijar la mirada en el presente para proyectarla hacia el futuro, sino también procurar una lectura del pasado que nos explique cómo hemos llegado a este admirable presente. Lo contrario sería trazar y dibujar una visión incompleta del éxito del diseño en València. Si queremos explicar, a quienes nos visitarán de fuera, que no van a ser pocos, los logros actuales del diseño valenciano y porqué València es la mejor capital mundial del diseño posible, una mirada retrospectiva es fundamental y parte indisociable del todo.
Como anticuario siempre he sido consciente de la parte de diseño que tienen muchas de las piezas que mis compañeros y yo, en las tiendas y galerías ofrecemos. De hecho, es precisamente el particular diseño de la pieza una de las razones por las que a esta se le da un determinado valor de coleccionista frente a otras: la rabiosa modernidad del mismo, aunque tenga quinientos años, la originalidad de la propuesta y personalidad de esta, la rareza de la misma etc. Cierto que los anticuarios, si bien no “producimos diseño”, sí que somos, a través de la búsqueda y estudio, conocedores, reivindicadores y protectores del diseño que nos ha acompañado desde la Edad Media hasta prácticamente el siglo XXI. No hay mejores defensores de este legado que nosotros, junto a los coleccionistas y en algunos casos las instituciones públicas a través de sus colecciones museísticas.
Nunca hemos necesitado que alguien nos convenza de que la cerámica valenciana del siglo XV o del XVIII es ante todo diseño, o también un mueble escritorio o una puerta del siglo XVIII, así como una pieza de orfebrería previamente “diseñada” con papel y lápiz, para después proceder a su cincelado, o una encuadernación antigua o la calidad y originalidad de una edición de un libro del siglo XVII, como también un cartel publicitario de artistas como Dubón, Ballester, Llop o el gran Renau. El proceso creativo y el trabajo intelectual sigue siendo de la misma naturaleza en una época o en otra.
Sirva este texto, por tanto, como reivindicación del diseño histórico y de nuestra profesión como rescatadores de aquel que ha tenido el enorme mérito de sobrevivir al paso del tiempo, y que, por ello, hoy todavía se busca y se reclama no sólo aquí sino también allende nuestras fronteras. No todo el diseño ha sido capaz de ello de igual forma. Reivindicar una labor, la nuestra, en estrecho contacto con los coleccionistas e instituciones encaminada a evitar, por tanto, que el diseño se convierta en un producto de usar y tirar, en unos tiempos, además, en los que parece que haya que reivindicar más que nunca esa condición de permanencia física.
Reivindicamos que la capitalidad valenciana sea también un evento donde se explique el fabuloso diseño que hay en el artesonado del primer piso del Consulado del Mar de la Lonja, en los esgrafiados barrocos de la iglesia de San Esteban, en la cerámica del vestíbulo la Estación del Norte o en la casa Ferrer. Confío en que estos hitos del diseño no se pasen por alto durante el 2022, y que, por poner un ejemplo entre muchos que se me ocurren, el Museo Nacional de Cerámica González Martí sea uno de los puntos calientes de este evento.
Van a ser más de 100 actividades y 150 ponentes, 25 espacios y un centenar de entidades implicadas por lo que quiero pensar que una parte aun pequeña va a estar dedicada a nuestra fascinante historia del diseño valenciano. Quiero pensar, aunque quizás peco de un exceso de confianza, que en una parte de la extensa programación va a quedar reflejado ese legado del que se habla en la presentación de la capitalidad. Un legado que no se expande solamente a partir del diseño actual hacia el futuro, sino también desde el extenso pasado hasta el presente. Así, parte del diseño del siglo XXI se convertirá en un legado para la ciudad como lo es de igual forma el diseño de otras épocas. Esta es una historia dividida en capítulos, pero sin solución de continuidad.
Mucho tiene que ver con lo que reivindicamos en este artículo, y por tanto me congratula, el muy interesante proyecto dentro del gran evento que es la capitalidad, denominado TiposQueImportan, detrás del cual está el tipógrafo Miguel Maestro, que tiene la finalidad de impulsar, descubrir y proteger el patrimonio gráfico urbano de carácter histórico. Un conjunto patrimonial que en las últimas décadas ha sufrido como pocos en nuestras poblaciones. Se trata de una mirada retrospectiva del diseño ya convertido en patrimonio y memoria de la ciudad. Esa misma mirada convendría aplicarla a otras artes fundamentales en nuestro contexto artístico y patrimonial como la cerámica arquitectónica valenciana, el trabajo del corte de la piedra, la forja, los estucos decorativos o el diseño de carpintería en tantas puertas de nuestras calles. En ese mismo sentido reivindicativo y proteccionista del patrimonio otro de los proyectos participativos de la ciudadanía destacable está destinado a localizar y “mapear” la cerámica de Nolla instalada en espacios arquitectónicos con el fin de su difusión y conservación del patrimonio. Ese es, sin duda, el camino a seguir.
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