VALÈNCIA. Lloc Nou de la Corona, el municipio más pequeño de España y situado en la comarca de l'Horta Sud, se ha convertido en símbolo del abandono y la vulnerabilidad frente a la catástrofe de la Dana. Con una densidad de población de apenas 100 habitantes, la mayoría de edad avanzada, este diminuto enclave valenciano ha enfrentado una de las peores crisis de su historia tras el paso del temporal por la región. "Nos hemos sentido completamente solos. Durante tres días estuvimos sin luz, agua, ni cobertura y nadie venía a ayudarnos", afirma la alcaldesa, Paqui Llopis, en declaraciones a Valencia Plaza.
Las viviendas, muchas de ellas de una sola planta, quedaron totalmente inundadas, dejando a sus vecinos prácticamente en la calle. "No teníamos recursos para comenzar a limpiar el lodo que había invadido nuestras casas. La ayuda llegó demasiado tarde", lamenta Llopis. En su opinión, el tamaño del municipio ha jugado en su contra, ya que los equipos de emergencia priorizaron localidades más grandes y visibles, donde la magnitud de los daños materiales se agravó de forma exponencial.
Por otra parte, la demora de las autoridades en su llegada a Lloc Nou de la Corona agudizó el sentimiento de abandono entre la población. Es más, no fue hasta tres días después del temporal que comenzaron a desplegarse efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), bomberos y policía. "Entendemos que se trata de una catástrofe que ha afectado a muchos municipios, pero no podemos aceptar que se olvide a los pueblos más pequeños. Aquí también hay vidas en juego", enfatiza la alcaldesa, subrayando la necesidad de un protocolo más inclusivo que no discrimine por tamaño o población.
Sin embargo, la tragedia no solo ha afectado a la infraestructura del pueblo, sino también al ánimo de sus habitantes. Llopis describe el panorama como desolador: "Lo hemos perdido todo. Las casas están llenas de lodo, no tenemos muebles, electrodomésticos ni elementos básicos para vivir. Aunque ya hemos recuperado los servicios de agua y electricidad, eso de poco sirve si no podemos volver a nuestras casas con dignidad".
La población, en su mayoría anciana, enfrenta además el peso emocional de la pérdida. "El impacto psicológico ha sido muy grande. Muchas personas mayores están teniendo dificultades para afrontar lo sucedido. Lo único que quieren es recuperar su vida de antes, cocinar en sus casas, lavar su ropa, ver la televisión... y ahora todo eso parece imposible", señala a este diario la alcaldesa.
Además del apoyo emocional, Llopis apela a la urgencia de contar con recursos materiales: "Necesitamos ayuda para dotar a las viviendas de lo mínimo indispensable. Lavadoras, camas, mesas... cosas básicas que nos permitan empezar de nuevo". Por otra parte, la alcaldesa también insiste en que estas necesidades deben ser cubiertas cuanto antes para evitar que las heridas emocionales por esta tragedia se enquisten entre los vecinos afectados.
El desastre climatológico no ha sido el único golpe para este pequeño municipio. El temor al saqueo y la inseguridad ha aumentado en los últimos días. "Estoy durmiendo con la puerta abierta porque tengo miedo de que alguien entre a robar. Esto no es vida", relata Llopis, reflejando la preocupación compartida por el resto de vecinos. Un miedo que, por otra parte, no es infundado: en municipios cercanos a Lloc Nou de la Corona ya se han reportado robos en viviendas o supermercados afectados por la Dana.
La estructura del pueblo, con casas bajas y accesibles, lo hace especialmente vulnerable al pillaje. De este modo, los habitantes se han visto obligados a organizar turnos de vigilancia para proteger lo poco que les queda, algo que perturba su descanso y agrava aún más el estrés provocado por la catástrofe natural. "No solo hemos perdido nuestras pertenencias, ahora también hemos perdido la tranquilidad", agrega la alcaldesa.
Ante esta situación, el refuerzo policial es una de las prioridades más urgentes. Llopis afirma que se han realizado peticiones formales para aumentar la presencia de las fuerzas de seguridad en el municipio. "No podemos vivir con miedo constante. Merecemos sentirnos seguros en nuestras propias casas", insiste a este diario. La inseguridad añade una capa más de tensión a una comunidad que ya estaba al límite tras haber padecido los efectos devastadores de la Dana. "Somos un pueblo pequeño, pero nuestras necesidades son tan importantes como las de cualquier otro lugar", reivindica Llopis.