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Desguazar un partido por goteo o por fusión: Ciudadanos, ¿tras los pasos de UV y de UPyD?

19/02/2021 - 

VALÈNCIA. Los resultados de las elecciones catalanas han llevado al punto de ebullición a las principales formaciones de la derecha española. Vox atraviesa un momento dulce, mientras el PP vive horas difíciles y, Ciudadanos, se encuentra en estado crítico.

Quizá por la situación de estas dos últimas fuerzas políticas, han surgido diversas informaciones que apuntan a la posibilidad de fusión entre PP y Ciudadanos. O, prescindiendo de eufemismos, la pretendida absorción de los naranjas por parte de los populares.

En el ámbito nacional, La Razón señalaba que el expresidente de Ciudadanos, Albert Rivera, estaría apuntalando esta operación. Mientras, Inés Arrimadas, calificó este jueves de "cortina de humo" estas informaciones. Mientras, referentes del PP como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, sí animaban públicamente esta unión aunque, eso sí, siempre que el PP llevara la batuta del proceso.

Bonig, líder del PPCV y el coordinador de Cs, Toni Cantó. Foto: RAFA MOLINA

Pero no es sólo una operación de ámbito estatal. Las Provincias también apuntaba este jueves a movimientos dentro del PPCV favorables a la fusión encabezados, en este caso, por Carlos Mazón, presidente de la Diputación de Alicante. De momento, desde la dirección de Ciudadanos en la Comunitat Valenciana se alejan de esta posibilidad, si bien admiten el descontento con la gestión llevada a cabo por la dirección nacional en los últimos meses. Prueba de ello son las últimas críticas del coordinador autonómico de Ciudadanos, Toni Cantó.

Así pues, tal y como informó Valencia Plaza días atrás, Ciudadanos -o más bien su electorado- se ha convertido en un botín muy preciado para diversos partidos en la Comunitat Valenciana. La pregunta es, ¿cómo se desguaza un partido absorbiendo a sus votantes?

Obviamente, el método más natural es la fusión voluntaria a través de una negociación de ambas fuerzas políticas. Si esto no es posible por la resistencia de la dirección, generalmente, del partido menos poderoso, se procede al intento de incorporación de representantes -cuanto más importantes y simbólicos, mejor- del partido sobre el que se pretende aplicar esta especie de OPA hostil. Un goteo de fugas que termina por facilitar la fusión o propicia la desaparición del partido más pequeño.

El PPCV tiene experiencia en ello. En el imaginario colectivo permanece el recuerdo de cómo supo someter y devorar a su principal competidor en las urnas a finales de los 80 y en los años 90: Unió Valenciana. Un partido regionalista que, en sus años dorados, llegó a disponer de siete escaños en Les Corts (1991), dos en el Congreso (1989) u ocho concejales en el Ayuntamiento de València  (1991).

Lizondo (UV) y Zaplana (PP), tras sellar su pacto en 1995. Foto: EFE

Los cinco diputados conseguidos por UV en 1995 fueron necesarios para aupar al popular Eduardo Zaplana como presidente de la Generalitat, lo que dio lugar al conocido como Pacto del Pollo que concluyó con la formación regionalista dentro del Gobierno valenciano encabezado por el líder del PP. En los siguientes meses, la crisis interna en UV, que incluso terminó con la expulsión de su carismático fundador, Vicente González Lizondo, que fallecería poco después, facilitó los deseos del PP de comenzar a incorporar a referentes de UV dentro de la disciplina del PP en la recta final de la legislatura. 

Así, en 1999, el partido valencianista se quedó a las puertas de la representación parlamentaria y comenzó una travesía en el desierto en la que las esperanzas de recuperar la influencia perdida se diluía ante los grandes resultados del PP, que incluso fichaba posteriormente a José María Chiquillo, expresidente del partido. Una decadencia que concluyó con el golpe definitivo en las elecciones autonómicas de 2011 cuando Francisco Camps y el entonces líder de UV, José Manuel Miralles, anunciaban  la confluencia de los proyectos que, tras los comicios, se saldó con el nombramiento de este último como alto cargo en el gobierno del PP. Unió Valenciana, pasaba a la irrelevancia.

UPyD, el ejemplo más cercano y con protagonistas comunes

Un caso similar al de Unió Valenciana y más cercano aún puede ser el ocurrido entre UPyD y Ciudadanos. En 2014, se produjeron negociaciones para la alianza electoral entre ambas formaciones: en aquel momento, el partido liderado por Rosa Díez atravesaba una buena época al disponer de cinco diputados -uno de ellos Toni Cantó- en el Congreso. Por su parte, la fuerza liderada por Albert Rivera preparaba su salto a escala nacional tras el esperanzador resultado logrado en Cataluña (nueve escaños) en 2012.

El pacto entre Rosa Díez (UPyD) y Albert Rivera (Cs) nunca se concretó. Foto: EFE

Las negociaciones no fructificaron, algo de lo que se culpó interna y mediáticamente a Rosa Díez, que terminó fuera del partido. Referentes valencianos de UPyD como Toni Cantó, Alexis Marí o Fernando Llopis se incorporaron a las filas de Ciudadanos a las puertas de las elecciones de 2015: el partido magenta quedó fuera de las instituciones mientras el naranja, logró 40 diputados en el Congreso y 13 escaños en la Comunitat Valenciana. UPyD, tras varios intentos infructuosos de reflotar, terminó por disolverse a finales de 2020.

Unos antecedentes que permiten comprender mejor la situación actual y las maniobras que parecen iniciarse desde el PP con el objetivo de fortalecerse en su particular lucha frente a la competencia de Vox. Mientras, en Ciudadanos, el optimismo brilla por su ausencia y la preocupación puede resumirse en las palabras de un cargo del partido a este diario: "A Arrimadas se le está poniendo cara de Rosa Díez".

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