Durante los últimos años la mayoría de la clase dirigente ha asumido sin discusión que vivimos de manera equivocada, esquilmando los recursos naturales y destruyendo nuestro ecosistema. Unos mantienen la tesis de la sobrepoblación, otros la de la contaminación ambiental, otros el uso abusivo del agua, etc., pero en todos los casos la culpa siempre se dirige hacia el hombre, ávido de progreso y bienestar.
Para fundamentar el cada vez mayor intervencionismo estatal, se asume como incuestionable que el cambio climático es únicamente consecuencia de la insaciable actividad humana. Es la forma de justificar la nueva gobernanza que se pretende imponer basada en un conservacionismo extremo. Se sustituyen los antiguos argumentos totalitarios de la lucha de clases por el alarmismo climático para tratar de imponer una nueva forma de vida.
Para defender la nueva religión climática no se duda en ridiculizar, demonizar e incluso perseguir a quienes discrepan de los postulados oficiales. Se califica como negacionistas a quienes no están de acuerdo con los postulados oficiales, aunque sus opiniones estén basadas en datos científicos contrastados. El caso es imponer el pensamiento ambiental único.
"Las movilizaciones consiguen que los gobiernos suspendan acuerdos para importar alimentos de terceros países"
Sin embargo, la agenda 2030 cada vez es más cuestionada por amplios sectores del tejido productivo europeo. El sector primario víctima de una legislación restrictiva que hace inviable el mantenimiento de las explotaciones agropecuarias, en las condiciones que los distintos gobiernos imponen, ha despertado y estallado contra la estrategia verde europea.
Las masivas movilizaciones de agricultores y ganaderos están consiguiendo que los gobiernos suspendan acuerdos para importar alimentos de terceros países que son lesivos para el agro europeo y modifiquen normativas ambientales restrictivas para facilitar la actividad agropecuaria.
Por otra parte, los embargos a Rusia, la subida del precio del petróleo y gas y la crisis de la cadena de suministro ha propiciado que, frente a los postulados de los ecologistas más radicales, las autoridades europeas consideren a la energía nuclear como energía limpia y por tanto uno de los pilares esenciales para reducir la dependencia energética europea del exterior y recuperar la competitividad comercial.
No sólo el sector primario o el energético están sometidos a la nueva dictadura ambiental, también el ámbito urbano sufre las consecuencias de la estrategia europea de descarbonización 2050 que impone fuertes restricciones al uso del vehículo particular y la movilidad urbana.
"los Municipios tienen que revertir planes de movilidad que no respondían a las necesidades de las personas"
Los desplazamientos de las personas en las ciudades y entre territorios se ha convertido en objeto del apetito insaciable de los medioambientalistas extremos y los urbanitas de despacho y coche oficial. Se estigmatiza el uso del vehículo privado y se discrimina a las personas con menos recursos, eliminando estacionamientos en superficie o impidiendo la circulación de los vehículos más antiguos.
Se proponen controvertidos planes de movilidad que, en la mayoría de los casos, son actuaciones que restringen la accesibilidad y dificultan la actividad comercial. La ciudad amable y cohesionada se transforma en inhóspita y tensionada. Parece que el objetivo a conseguir es imponer una nueva forma de vida con menos libertad de movimiento, en lugar de conseguir ciudades más humanas, accesibles y sostenibles.
Municipios gobernados por la coalición de centroderecha han tenido que revertir planes de movilidad que no respondían a las necesidades de las personas. Están demostrando que se puede recuperar la accesibilidad, mejorar la calidad de vida e impulsar la actividad económica minimizando los impactos ambientales mediante una nueva movilidad compatible con la accesibilidad.
Conseguir una transición ecológica justa en las ciudades implica que los gobernantes modifiquen las actuales políticas de movilidad y tengan en cuenta las necesidades reales de los ciudadanos. La agricultura ha marcado el camino. ¿Despertará la ciudad?