VALÈNCIA. “Hay cosas que no existen. Como las hadas, los duendes. Como los imberbes hípsters. Como el máster de Cifuentes”. El claro alegato contra la que fuera presidenta de la Comunidad de Madrid lo firma Día Sexto, alias tras el que se encuentra David Saiz (Valencia, 1986). La “popular” no ha sido el único objeto de sus canciones, donde han desfilado un nutrido grupo de perfiles públicos entre los que se encuentran Arturo Pérez Reverte, Inés Arrimadas o Bertín Osborne. Y los que quedan.
La política es solo uno de los temas que trata este joven valenciano mediante el rap. El desastre amoroso o el humor también nutren buena parte de su trabajo, que compagina con el grupo que comparte con Víctor Barroso (conocido en Internet como @masademocrata), Sons of Aguirre. El discurso de derechas es el eje de sus canciones, donde se lanzan todo tipo de contundentes sentencias disfrazadas de parodia e ironía (“Rap de clase explotadora directa desde las grandes esferas, pavo. No nos gusta tu mierda obrera”, se definen). Recientemente se han juntado con el grupo de heavy metal Scila y creado el disco Azul/Rojo, con el que han recorrido buena parte de los festivales más conocidos de este verano y con el que seguirán de gira por toda España en los próximos meses.
Se han convertido en un auténtico fenómeno social y abarrotar las salas que pisan ya no debería sorprenderles, pero no por ello Saiz olvida de dónde procede. “Antes trabajaba en una empresa de Artes Gráficas; imprimía las facturas que os llegaban a casa”, reconoce desde la humildad que caracteriza a alguien que odia las fotos (“soy muy poco fotogénico”), pero se ha expuesto ante miles de personas en el exigente escenario del Viña Rock. “Acabamos de montar la empresa ahora, una S.L. Como un maldito empresario de la música”, nos dice con una sonrisa. Música que comenzó a cultivar cuando no era más que un niño y hoy, décadas después, sigue siendo uno de los principales motores de su vida.
Por mucho que se esfuerce en distanciarse del triunfo obtenido, es sin duda su particular manera de contemplar el mundo lo que le hace diferente. Preguntado por su oda sobre la horchata, una canción que dedicó a la clásica bebida made in Valencia hace unos meses, se encoge de hombros: “Había que defenderla”. Temas cotidianos, crítica política y (des)amor. Sensibilidad, acidez y redención. Poesía sutil, delicada y cautivadora; rabiosamente ingeniosa y reivindicativa cuando resulta necesario. Nos proponemos descubrir todo lo que pasa por su cabeza, sin olvidar que, tal y como nos susurra una de sus canciones a modo de advertencia, nunca debemos “fiarnos de un poeta”. Lo tendremos en cuenta.
-¿Cuándo empiezas a componer y por qué?
-Llevo prácticamente toda la vida componiendo. Empecé haciendo música electrónica porque lo que escuchaba de pequeño era techno. Por aquel entonces era un niño; recuerdo que iba todavía al colegio. Era el típico que pedía una batería a los Reyes Magos. Siempre estaba con un instrumento en la mano, aunque nunca fui a clases para aprender. Lo que hacía era comprarme muchas revistas de música (todas las que veía en los quioscos). Muchas veces te regalaban algún CD con programas para componer, y así me tiré muchos años hasta que tuve Internet.
El rap lo conocí mucho más tarde con el Chojín, Tote King… A partir de ahí, me embarqué en ese viaje. De todas maneras, siempre he hecho techno y también música más heavy.
-Hay ciertos temas recurrentes en de tus canciones. ¿De qué te gusta hablar en ellas?
-La mayoría de los temas surgen de forma totalmente involuntaria. Nunca suelo pensar un tema y luego escribo sobre ello: hago primero la música, y según lo que me transmita o haya salido ahí, hablo de una cosa u otra.
Es cierto que muchas veces me muevo hacia lo político, hacia el desastre amoroso o hacia el humor. Son las principales vertientes. En otras ocasiones, son cosas que he vivido o estoy viviendo en ese momento y me apetece desahogarme. Nunca pienso: “Voy a escribir de esto”. No podría. Salvo algún tema como el de Cifuentes o algo muy de actualidad. Entonces sí, pero en esos casos suele ser humor.
-De hecho, hay muchas referencias de personajes públicos y políticos en tus canciones: Bertín Osborne, Cristina Cifuentes, Inés Arrimadas... ¿Por qué?
-Me parecen muy graciosos. Gente como Bertín Osborne o Javier Cárdenas (que es el gran olvidado y se merece muchísimo una canción) es ese tipo de gente con los que puedes usar sus propios argumentos como humor contra ellos. Una de las canciones que más me gustan es la de Pérez Reverte. A pesar de ser un gran escritor y un hombre superculto, tiene esa parte “graciosa”, sobre todo, en Twitter. Es un genio.
No quiero hacerle una canción a Pablo Casado. Lo detesto demasiado. No se merece esa oportunidad, pero la verdad es que no para. A lo mejor me espero a que salgan unas cremas o algo mejor.
-¿Alguna vez alguno de estos perfiles ha reaccionado de alguna manera ante tus canciones a través de redes sociales?
-Twitter es la red social de reaccionar. Yo pongo un punto y la gente reacciona a ese punto. Hay de todo: bueno, malo, malísimo… Es maravilloso, un mundo aparte. Quizá haya algunos comentarios negativos en YouTube (no suelo leerlos); o me ha llegado alguno por Twitter de personas que apoyan, por ejemplo, a Bertín Osborne. Pero, generalmente, son los que menos. La gente lo escucha, se ríe, y entiende que es ironía.
Ellos contestando directamente… tampoco. Lo más cerca que he estado es cuando me entrevistaron hace un tiempo sobre la canción de Pérez Reverte, y sí teníamos esa inquietud de conseguir que lo leyera y dijera algo. Pero nada. Ningún afectado se ha pronunciado nunca.
-¿Todo rap debería ser político?
-Claro que no. Cada uno habla de lo que quiera. Un ejemplo es el trap. Siempre se dice que hay algo de política en la letra, quieras o no; se mezcla con tus palabras. Pero no tiene por qué. Existe rap de lo que quieras.
-Además de estos temas, tienes otras canciones donde haces homenajes u odas a cosas tan cotidianas como la horchata. ¿Cómo surgió esto?
-Esto son cosas que no sé por qué me pasan [ríe]… Lo expliqué un poco en la descripción del vídeo que subí: estoy en proceso de un nuevo disco y no estoy subiendo las canciones porque prefiero empaquetarlas y sacarlas todas a la vez. El caso es que llevaba tiempo sin hacer nada, y me apetecía mucho; el tema de la horchata se puso de moda por Auron Play y esa movida… Y dije: “Voy a ser la voz que apoye a la horchata”. A muchos nos gusta, está muy buena y se lo merecía. Me llamaron de varios radios de València por el tema. Realmente lo hice casi como una broma… pero guay todo.
-El rap se vale de muchos fragmentos de películas o bandas sonoras. En tu caso, ¿en qué te inspiras para ello?
-Hay películas como El bosque de Shyamalan que me evocan muchísimas cosas; de hecho, esta ha servido para alimentar varias de mis canciones. La de Pride también me llamó muchísimo para componer. Acabas de ver ese tipo de películas y se te queda algo: “¿Qué es esto que acabo de ver?”. Si veo algo que me impacta, en los siguientes días siempre suele salir algo de ahí.
-En este sentido, ¿hay que tener mucho bagaje cultural para poder hacer rap?
-La mayoría de gente que hace rap que conozco son reconocidos cinéfilos: Zatu, el Nega, Kase.O… Parece ser que hay una relación, aunque no creo que sea totalmente necesario. Existe gente que no ha visto una película en su vida y rapea maravillosamente con unas referencias brutales. Y dices: “Tío, no sé cómo te llega la información, por qué cauce…”. También hay chavales de 17 años que lo hacen super bien.
-¿Cuánto hay de ti en tus canciones?
-Son 100% autobiográficas. Me encanta la ciencia ficción, y puede que haya alguna canción que hable de cosas que no existen… pero la mayoría de veces son situaciones que me ocurren.
-¿Cómo es tu proceso creativo?
-La mayoría de las veces primero hago la música y luego el texto. Me gusta más componer música; es como empecé. Lo de las letras viene después. Y luego ya depende de lo que te evoque cada canción, que puede ser todo un mundo. Incluso puede ser únicamente instrumental. Lo que te pida la canción.
De hecho, sé cuándo empieza una canción, pero nunca cuándo acaba. Empiezo y voy tirando. Si me apetece seguir componiendo y la canción me pide más; pues por qué no, sigo adelante. Mi límite fue media hora. Lo pasé muy mal con esa canción porque la duración era tan larga que cada vez que tenía que abrir el proyecto en el ordenador eran como 10 o 15 minutos y lo pasaba fatal: “Un día no va a abrirse y no voy a poder terminarla”. Tuve que ir con prisas y corriendo al final.
Nunca he tenido miedo a hacer canciones muy largas que la gente no escuchara. Después de todo, vengo también de la música heavy. Me flipa Mägo de Oz, aunque sea una unpopular opinión. Es el grupo de mi infancia. Estoy acostumbrado a escuchar canciones que pasan de los 10 minutos fácilmente; en parte, gracias a ellos. También me gusta la música clásica y la mayoría de canciones superan los 8 o 9 minutos. Quizá por eso nunca he pensado que a la gente le fuera a chocar. Incluso no veo lo que hago como una canción, sino como un viaje; quien se quiera subir, que se baje cuando quiera. Además, funcionan bien: las canciones largas son las que luego tienen más visitas y demás. No parece que a la gente le importe.
-¿Hay un objetivo claro en lo que quieres transmitir?
-El único objetivo es que me llene y me guste a mí. De hecho, tengo multitud de canciones en el disco duro que no han visto la luz ni la verán porque no me dicen nada. Y si no es así, no las comparto. Me encanta que se genere una simbiosis con la gente y que se sienta identificada… pero no es mi finalidad en absoluto.
-A veces preguntas por redes sociales qué canción, o qué personaje les gustaría ver en tus canciones. ¿Hasta qué punto influye ese feedback?
-De hecho, pasó con lo de Pérez Reverte. Estaba entre hacer una canción de él o de Paco Sanz; pregunté, y ganó Reverte. La otra la tenía ya incluso preparada y no me la esperaba. La tuve que escribir casi en una tarde.
Pero, en realidad, no me influye. En absoluto. Lo hice esta vez, y por un tema de humor, obviamente. Me escriben mucho para proponerme cosas: “¿Puedes hacer una canción sobre esto?” “¿Y con esta base?” “¿Y usar esta película?”. Y siempre les digo que lo miraré, pero principalmente me tiene que gustar a mí.
-Comenzaste subiendo tus canciones a YouTube y desde hace poco están en Spotify. ¿Cómo o hacia dónde está cambiando la industria musical?
-De hecho, ni siquiera empecé en YouTube, sino en Myspace (por muy viejo que suene). No quería subir nada a YouTube y fueron mis colegas los que lo hicieron totalmente a traición.
Ahora mismo, creo que YouTube está haciendo bastantes cosas mal, sobre todo con los creadores de contenido. Hay muchos problemas a la hora de cobrar. Te llegan reclamaciones de derecho de autor de canciones tuyas, originales, casi a diario. Las impugnas y te dan la razón, pero tienes que estar así constantemente. La mayoría de mis canciones las hago yo íntegramente, pero igualmente, no sé si por un algoritmo que tienen o qué, van mandando denuncias y a veces se cuelan. Mucha gente se está cansando. Lo que sí es cierto es que en YouTube es más sencillo subir las canciones porque en Spotify tienes que pasar por una empresa para que te publiquen y puedes tardar hasta una semana.
-¿Y a nivel de remuneración?
-Spotify paga bastante mejor que YouTube; sobre todo, porque en Spotify escuchas la canción hayas pagado o no (gratis o premium), y a ti te genera ingresos igual. En YouTube casi todo el mundo utiliza un adblock; yo lo tengo puesto. Si tienes la opción de ponerlo, obviamente lo vas a usar, y eso te resta mucho dinero en YouTube. En Spotify no tienes ese problema, te genera bastante más.
Utilizar adblock no perjudica al creador. El problema viene de que se pasan tres pueblos con los anuncios. Llega un momento que te cansas y es un problema de YouTube. Spotify ha demostrado que se puede solucionar esto de otra manera.
Y luego están los conciertos. Vivo de eso prácticamente. Es cierto que Youtube y Spotify generan unos ingresos al mes, pero no podría vivir de eso; en todo caso sobrevivir comiendo solo pan y agua [ríe]. Pero los conciertos y la venta de merchadising es lo que genera realmente dinero.
-¿Cómo acaba Sons of Aguirre con una banda de heavy metal como Scila?
-El tema es que todo el management de Sons of Aguirre lo gestiona Rubén, bajista de Scila. Los conocimos por eso. Nos enamoramos de la música y lo que hacían. Estar de gira con unas personas que admiras tanto es maravilloso. Son unos musicazos.
Todo comenzó por un mensaje de WhatsApp que nos enviaron con una base (totalmente altruista) que habían compuesto para nosotros. Víctor y yo estábamos trabajando en una canción, y cuando la escuchamos nos pareció que estaba a otro nivel. Era jugar en otra liga. Nos quedamos flipando. A partir de ahí llegó el disco y todo lo demás.
El rap podría combinarse con cualquier otro género; sería igualmente válido. Lo que pasa es que rap y heavy metal siempre lo ha reventado mucho a lo largo y ancho del planeta. Limp Bizkit y este tipo de grupos han sido detonantes para ello.
-Ahora que habéis estado tanto de gira (y lo que queda), ¿hay complicaciones o retos a la hora de cantar rap en directo?
-Yendo solo sí que es un reto. En este caso, al ser un grupo y con varias voces de apoyo que te hacen coros, es bastante cómodo. Yo lo paso mal igualmente cuando salgo a un directo por temas de miedo escénico, pero creo que incluso rapear es más sencillo que cantar en algunos grupos como Slipknot. Eso lo veo mucho más difícil.
Yo lo paso fatal, la verdad. La media hora antes de salir es mortal. De hecho, no hago conciertos por eso. Aquí vamos con un grupo, sé que es humor, hay multitud de gente detrás y un apoyo. Pero en los dos conciertos que he hecho solo habré perdido diez años de vida en cada uno.
Además, no hay técnicas para combatirlo. Lo paso mal y ya. Para mí es como el momento antes de subirte al Dragon Khan o al Shambhala: lo tienes que pasar mal para luego pasarlo mejor. Ese momento de nervios tiene que estar ahí; si no estuviese no habría ni ilusión ni nada, sería todo demasiado automático. El hecho de que te ilusione hace que ese miedo exista.
-Haceros más conocidos a nivel público también os ha reportado un gran número de haters. ¿Cómo lo afrontas?
-Es cierto que hemos generado un movimiento hater muy fuerte. Hay gente que nos odia: porque es Twitter y porque es España. Eso lo hemos asumido siempre y nos parece maravilloso que la gente nos odie. Si no, no seríamos nadie. Te tienen que odiar. Pero a los grados de linchamiento que se ha llegado alguna vez… lo veo innecesario. De todas maneras, nadie ha venido por la calle a decirnos nada, estos debates no se han producido fuera de las redes sociales, que son un mundo aparte.
Estuve un tiempo sin entrar a Twitter y, cuando me “desintoxiqué”, me pregunté qué necesidad había de ese odio. Lo he dejado como un canal para anunciar conciertos y decir cuatro chorradas, pero ya ni opiniones. Es un mundo horrible.
-Incluso peligroso dependiendo de para qué. A James Gunn, guionista de Guardianes de la galaxia, lo han despedido por unos comentarios que hizo sobre violaciones y pedofilia en de 2008 a 2011…
-Yo, que llevo escribiendo canciones toda mi vida, miro hacia atrás y escucho canciones como La séptima fila del cine o anteriores y pienso: “¿Pero qué mierdas decía aquí?”. Esto es absurdo. Ahora soy totalmente incapaz de comprender eso, pero nadie nace aprendido. Decía unas machistadas que flipas y seguiré diciéndolas hasta que alguien venga y me corrija.
-Hay algunas letras de tus canciones que podrían compararse con las de Valtònyc. Con todo lo que ha pasado con este caso, ¿te has planteado no decir ciertas cosas?
-Tenemos una canción juntos, en la que colaboramos, por la que a él le han condenado; la de El fascismo se cura muriendo. En la sentencia, además, aparece que la ha subido él, y realmente la tengo la tengo yo en mi canal. Ha entrado a juicio por esta canción, aparte de otras. En todos los conciertos mandamos apoyo… que, por otra parte, me parece que también se queda ahí. Decir: “Máximo apoyo a Valtònyc” es simbólico. Te aplauden y te vas a casa, pero no cambias nada.
El abogado David Bravo hablaba del efecto que provocan las condenas y denuncias a gente como Valtònyc o Pablo Hasel. Ya no es que ellos no vayan a seguir haciendo lo que hacen, sino que mucha gente que quería hacer una canción... ya se lo piensa. Porque ha habido una sentencia, un juicio. Incluso mis padres me lo dicen: “Tú ten cuidado, no lo hagas; que lo hagan otros”. Mucha gente cae en eso y siempre intentamos expresar que nadie tenga miedo. Yo voy a seguir diciendo lo que me apetezca.
-Se ha hablado mucho del término "apropiación cultural" por el tema de Rosalía, que siendo catalana canta flamenco. ¿Cómo lo ves tú?
-Yo soy de Albacete y hago rap [ríe]. En una manifestación artística todos pueden participar. Creo que lo que se le echaba en cara es que el flamenco siempre ha sido minoritario y ahora lo ha llevado al ámbito comercial. Entiendo la postura de esa gente, pero no la comparto. La música, el cine, una obra de arte… tiene que estar al alance de todo el mundo. Si alguien quiere hacer flamenco, genial; y si encima le va fenomenal, mejor para él.
-¿Es todavía el rap un territorio eminentemente masculino?
-A la vista está. Los cabezas de carteles son quienes son. No se puede negar la evidencia. Hay muchos grupos que están saliendo ahora: Machete en boca, Gata Cattana… A ella la tenía en un pedestal, me encantaba lo que hacía. Era maravillosa. Tuve la suerte de conocerla en persona y era una tía genial. Es una pena que se haya ido gente como ella. Pero sí hay chicas que hacen rap y lo están petando bastante.
El tema es que todo se basa en si llenas o no llenas. Nosotros hemos accedido a los festivales porque nos fue bien en la primera gira y llenamos. A un festival le da igual llevar a un grupo de mujeres que no llevarlo. La barrera está en la gente; es el público el que tiene que dar ese paso, no los festivales. Si se empieza a consumir música hecha por mujeres y a la gente le gusta y tienen muchas visitas, las llamarán e irán a sus festivales.
-¿Cuál crees que es el estado actual del rap en España?
-En València tenemos la suerte de contar con Los Chikos del Maíz, Zoo… El rap, actualmente, está en un estado de forma inmejorable. En Madrid también están Ayax y Prop, que están llevando el género a otro nivel… son maravillosos. Kase.O sigue batiendo todos los récords. Veo que hay mucho futuro. También creo que todos tenemos una edad, y que tienen que llegar una renovación de chavales frescos. A mí todavía me quedan lejos los 40, por ejemplo, pero no vamos a estar ahí toda la vida nosotros.
Siempre hay un público afín al rap. Ahora ha salido la máxima competencia, el trap, o el reggateon, y no por eso la gente ha dejado de consumir rap. Al que le gusta, siempre está ahí.
Naufragios, obsesiones infantiles y criaturas marinas se dan cita en Ballenas invisibles (Barlin), el ensayo en el que Paula Díaz Altozano aborda la fascinación por los grandes cetáceos a lo largo de los siglos