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Diario (atípico) de un español por el mundo

3/04/2018 - 

VALÈNCIA. Desde hace un tiempo las televisiones se llenaron, en un boom de reporterismo de infoentretenimento, de las experiencias de españoles por el mundo…en la playa, de fiesta, enseñando sus hazañas por los países a los que llegaban. Desde Callejeros Viajeros, uno de los formatos más populares en su especie, hasta Españoles (Madrileños, Andaluces o Canarias) por el mundo. También, los hay con una vertiente más aventuresca como Planeta Calleja. Interesa viajar, ver qué hay al otro lado y saber de primera mano cómo son las diferentes culturas. Lo que distingue es el cómo hacerlo. Juan Sepúlveda Sanchis considera que podría ser uno de los tantos españoles que han aparecidos en estos programas. Y es que “a veces como turista, otras como estudiante” no ha parado de visitar otras ciudades. Sin embargo, lo que plantea en Diario de un español por el mundo no es narrar cómo somos nosotros mismos en otros lugares, “tampoco ser una guía de viaje a pesar de contener algunos consejos turísticos”. En formato de comedia romántica lo que pretende el escritor es explicar sus experiencias y anécdotas en primera persona.  

“No me considero un español demasiado típico. Por eso la idea ha sido recoger el choque cultural y contarlo en forma de diario. Para mi lo fundamental es dar ganas de viajar a los lectores.” Con este propósito Juan Sepúlveda ha publicado un primer volumen sobre sus vivencias en Rumanía, Islandia y Estados Unidos. En ellos el ‘viajero’ se topará con tópicos que sí se cumplen y otros que deshacen por completo. Pero sobretodo, lo que más habrá son esas relaciones especiales que se crean entre las personas cuando viajan: “Queda patente la cantidad de gente que va en busca del amor”.

El primero de los capítulos se desarrolla en Estados Unidos cuando a principios de los 2000 Juan Sepúlveda consigue una beca para estudiar en la University of Texas at Austin (UT) durante un año. Allí llega tras una vida rodeado por la cultura hollywoodiense. 

“En este campus y en esta residencia tenía alquilada una pequeña habitación, como otros cien estudiantes más, por lo que os podéis imaginar el número de historias de las que fui testigo en ese edificio”. 

¿Qué hay de verdadero en las leyendas que se cuentan sobre las high school americanas y las fraternidades? Para Sepúlveda “todo es cierto”. No faltan pues las fiestas sobrepasadas de desmadre, los estudiantes tumbados en el césped repasando sus apuntes o los teams de amigos perfectamente fragmentados.

“Al principio me dio la impresión de que las fraternidades eran algo sectario que fragmentaba la sociedad más que unirla, pero más tarde comprendí que no podía meter a todas en el mismo saco y que las diferencias entre unas y otras podían llegar a ser abismales.”

Igualmente, el escritor considera certera la concepción que hay de EEUU con las armas, “es enorme la cantidad de que gente que tiene”. O el sueño americano, “arraigado” a ellos desde bien pequeños. No obstante, “cuando viajas allí te das cuenta de que la gente es muy honesta y tiene buena voluntad. No todo el mundo es Donald Trump. Lo mejor de viajar es conocer a las personas y quitarte todos los prejuicios que tienes.”

“De alguna manera, los estudiantes, y no solo ellos, tenían la idea de que la política del país se decidía a miles de kilómetros de donde estaban, en los pasillos de Washington, y que por mucho que estuvieran a favor o en contra de la siguiente invasión que planeaba su gobierno, esto no iba a cambiar nada”.

De su paso por América llegamos a 2007 con la escapada a Rumanía. Esta vez Juan se encuentra inmerso en un programa diseñado para que jóvenes europeos cooperen y tomen un papel activo en la sociedad de Bucarest. “Pero en este viaje nada puede quedar más lejos de la realidad”. Lejos de tomar el liderazgo en la ciudadanía, se preocuparán más por el choque cultural y la búsqueda del amor. 

Rumanía suele estar más mal parada con los estereotipos. A pesar de ser un país con mucha corrupción y violencia, la mayoría de sus ciudadanos no dejan de personas de clase media que viven tranquilamente su vida como lo puedes hacer tú”, explica el escritor.

“Cuando llegamos a la residencia descubro que son gente muy hospitalaria y no nos quieren cobrar. Al final no estábamos tan lejos como pensaba y parece que se lo han pasado hasta bien con nosotros. Les doy los leis equivalentes a un taxi y un poco más y nos vamos.”

El tercero de sus capítulos se completa cuando Juan Sepúlveda aterriza en Islandia, en abril de 2010, para ayudar en tareas medioambientales a través de un grupo de voluntarios internacionales. Una aventura que les servirá para entender que limpiar playas y cuidar los bosques es más duro de lo que parece. Una trama que también resulta interesante por encontrarse en pleno apogeo de la crisis financiera.

“La llegada de la crisis no se apreciaba de manera aparente. De puertas hacia afuera la catástrofe financiera no inmutaba el barrio. Sin embargo, escuchando las conversaciones diarias de los vecinos sí se había inmiscuido en sus vidas de manera drástica, cambiando sus hábitos y moderando sus lujos.” 

Siguiendo la esencia de diario, el libro tan solo contiene una fotografía que Juan Sepúlveda escogió para demostrar que una anécdota completamente “surrealista” que se cuenta en Islandia es real. Así, también invita a que los lectores hagan lo propio con sus experiencias y vinculen alguna imagen con su libro en las redes sociales.

'Those White Horses' (Aquellos caballos blancos): The Comics Lab

A vistas de la publicación de nuevos volúmenes, Juan Sepúlveda ya piensa en Francia, Singapur y Canadá para nuevas historias. Mientras tanto compagina esta nueva serie de diarios con la editorial de tebeos que fundó hace dos años en Canadá. Y es que además de escritor, es editor de cómics e ingeniero de profesión. The Comics Lab nace con el propósito de dar a conocer autores españoles por el país americano. Sin embargo, según explica Sepúlveda se está convirtiendo en una labor bastante complicada por tener problemas con la distribución y retornos de las obras. “De momento a lo que podemos casi aspirar es a vender cómics en las ferias. En España es más sencillo pero en Canadá las facilidades van dirigidas más bien a editoriales grandes. Aún así, espero que cuando tengamos más piezas pueda acceder al mercado”.

Juan Sepúlveda citaba en su libro esta frase de Tim Cahill como una buena forma de resumir su obra: "Un viaje se mide mejor en amigos que en millas."


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