VALÈNCIA. La voz de alarma saltó con el cine Metropol. Así lo reconoce el presidente de Círculo para la Defensa del Patrimonio, César Guardeño. Si la sala, histórica donde las haya, por la que pasaron Hemingway y Orson Welles entre otros, creada por una figura clave de la arquitectura valenciana como Javier Goerlich por encargo de Carceller, si ese cine con todo lo que significaba no contaba con ninguna protección en el PGOU, eso implicaba que a buen seguro habría otros muchos más elementos patrimoniales de la ciudad que no gozarían de la salvaguarda necesaria. En un momento en el que el Ayuntamiento de València está actualizando el PGOU y quiere realizar un estudio detallado del catálogo de bienes, tal y como explicó a Valencia Plaza el concejal de Urbanismo, Vicent Sarrià, desde el Círculo están realizando su propio informe para remitir a las autoridades competentes en aras de solventar unos olvidos que pueden llevar a conflictos como el que se ha suscitado en torno al viejo cine. Olvidos que dan para un decálogo e incluso dos, como dice Guardeño.
1. El antiguo Cine Metropol. El edificio está presente en la ciudad desde 1860. El cine, desde 1932. En el imaginario reciente queda el recuerdo de los años ochenta y noventa, cuando fue gestionado por la familia Fayos como una de las salas de reestreno más populares. Un incendio en febrero de 2001 provocó su cierre. Sirvió como almacén de unas obras en un edificio próximo e incluso en 2006 albergó una edición de Casa Decor en València. Recientemente un inversor decidió instalar allí un hostel y, como quiera que el edificio no tiene protección, recibió autorización legal para demolerlo. Pero un colectivo ciudadano agrupado bajo el nombre Salvem el Metropol ha hecho presión y el Ayuntamiento y la propiedad están buscando soluciones para que la piqueta no sea su destino final.
2. El Cine Jerusalem. Convertido en sala de conciertos, poco queda ya del cine más que el recuerdo reciente de cuando en los años noventa se hacían pases de cortometrajes con la presencia de sus directores. Entre los invitados a aquellas sesiones, un doble ganador de un Goya, el alcoyano Pablo Llorens, y toda una estrella de la cinematografía patria como Santiago Segura, que acudió a presentar sus cortometrajes anteriores a la saga Torrente y al éxito de El día de la bestia. Abierto en 1928 como sala de cine mudo, estaba diseñado por el arquitecto Salvador Donderis con un aforo de cerca de 600 butacas. En los años ochenta cerró como cine pero desde principios de los noventa ha sido diferentes versiones de la misma discoteca.
3-Las tres inscripciones romanas de la Calle Barxilla, Trinquete de Caballeros y Vidal. Son tan antiguas como la ciudad de València, pero si han llegado hasta el siglo XXI ha sido en gran parte de casualidad. Lo explica Guardeño. No consta que estén recogidas en el catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de la ciudad, ya sea de manera individual o como parte de un conjunto. Igualmente, tampoco se han incluido en el Inventario General de Patrimonio Cultural Valenciano. Sólo por su importancia histórica deberían ser salvaguardadas de alguna manera concreta, con su propia ficha en el catálogo de la ciudad.
4. El antiguo chalet de Demetrio Ribes. Ubicado en la calle Eugenia Viñes de València, en el número 95, su actual estado de abandono constituye todo un ejemplo del descuido con el que se ha tratado el patrimonio inmueble en la ciudad de València. Las denuncias sobre su ruina y la inacción de las autoridades no entienden de colores políticos y acusan a todas las instituciones. Siendo Ribes uno de los referentes de la arquitectura de la ciudad, con hitos como la Estación del Norte, el aspecto desolador de este chalet de 1919 es poco menos que motivo de vergüenza. La casa está okupada.
5- Depósito de Agua al lado del puente de las Flores. Se trata de una imagen icónica de la ciudad. Ubicado junto a la Plaza América, es un pequeño misterio para los miembros del Círculo, según relata Guardeño, porque no se ha encontrado ni la fecha de su creación ni documentación al respecto. Existe conciencia de su antigüedad no sólo por la memoria oral, sino también porque aparece en el plano cartográfico municipal que se realizó entre 1929 y 1944. “Es el único que queda en todo el antiguo cauce del río Turia, a la vista y en superficie, de ahí que sea singular y digno de catalogar y proteger”, explica.
6-La Casa Judía. Admite Vicent Sarrià que le llamó la atención el hecho de que no estuviera protegida. El edificio conocido como La Casa Judía, obra de Juan Francisco Guardiola Martínez fue construido en 1930 y su eclecticismo es muy propio de la época, en la que se introducían todo tipo de elementos ornamentales exóticos. El buen estado de conservación del inmueble hace de él uno de los más atractivos para los visitantes y gracias a la difusión de fotografías de su recargada fachada se está convirtiendo en un atractivo turístico.
7- Los cuatro elementos del río Turia relacionados con la Junta de Murs i Valls. No uno, no; cuatro. Todavía quedan intactos y sin catalogar hasta cuatro elementos patrimoniales relacionados con la institución encargada de velar por la integridad de las antiguas murallas y fosos de la ciudad. Algunos son tan espectaculares como el conocido como Frontón de Lo Rat Penat, del XVIII, que se halla en los límites de Mislata y València, muy cerca del Museo de Historia de València y el Puente 9 de Octubre, un banco monumental en el que prácticamente nadie se sienta y que marcaba los caminos de entrada a la ciudad desde Castilla con dos señales en la piedra que indicaban la senda hacia el Portal de Quart o el de Serranos. Un poco más adelante, frente al actual Colegio Público 9 de Octubre, en el Paseo de la Pechina, se puede contemplar un banco de piedra conocido como el Banco de los magistrados, ya que ahí era donde se sentaban los magistrats de la Junta para registrar el paso de la madera que los ganxers transportaban desde el Alto Turia. También en el Paseo de la Pechina, a la altura del complejo deportivo, se puede contemplar la Lápida de Isis. También del XVIII, está realizado con un escudo de la Valentia romana (con la cornucopia) esculpido en ese siglo y lápidas, éstas sí, procedentes de época romana y que fueron encontradas en el Turia en 1759. El último elemento de los cuatro es el también famoso Navío, situado en la esquina que separa las plazas del Temple y de Tetuán, frente al Palacio del Temple. Tiene forma de popa de barco y contaba con un banco hermano gemelo con forma de proa ya desaparecido. Lo empleaban de asiento los magistrats de la Junta.
8. La Caja de Previsión Social. Construida en 1928, la conocida como Casa del Chavo es obra del arquitecto Enrique Viedma Vidal. La obra fue inaugurada precisamente por la persona que da nombre a la avenida en la que se encuentra: Carlos Souza Álvarez de Toledo, Marqués de Sotelo y alcalde prerepublicano. Su sobrenombre le viene de que los empleados debían pagar de cotización para los fondos de protección social un chavo, 10 céntimos de peseta. Si bien no cuenta con ningún tipo de protección, el edificio es sede de la Tesorería Territorial de la Seguridad Social y se encuentra en buen estado.
9. Hotel Palace. Es uno de los espacios vinculados a la Segunda República más conocidos de la ciudad. En gran parte se debe a que en su fachada se encuentra una de las pocas placas que evoca la capitalidad valenciana durante la Guerra Civil. En ella se explica que fue Casa de la Cultura entre 1936 y 1937, porque allí residían los intelectuales evacuados desde Madrid. El patronato de dicha Casa de la Cultura lo presidía Antonio Machado, quien salía de su exilio en Rocafort para acercarse hasta la ciudad, Forma parte de los edificios Trénor, construidos en 1906 por encargo de la familia valenciana siguiendo un diseño del arquitecto Antonio Martorell Trilles. Reabierto como hotel, se encuentra en buen estado.
10. Hotel Metropol. Imagen de referencia en la calle Xàtiva, frente a la Plaza de Toros, su importancia es también considerable en muchos sentidos: artísticos, históricos, emocional… Obra de Francisco Almenar Quinzá, quien en su día trabajó con Goerlich en la construcción del Banco de Valencia, fue sede de la embajada de la URSS y de la temida policía política NKVD durante la Guerra Civil. Allí trabajó el traductor y escritor José Robles, gran amigo de John Dos Passos, hasta que fue encarcelado, trasladado a una cárcel y torturado hasta la muerte por los agentes soviéticos. Sólo cuenta con protección su fachada.
Junto a todos estos monumentos, edificios y elementos singulares, Guardeño recuerda que hay otros muchos edificios como los palacios de la calle Exarchs o inmuebles que fueron sedes de Ministerios durante la capitalidad de la Segunda República que no tienen ningún tipo de protección y que deberían ser Bien de Relevancia Local por ley. Otro tanto sucede con muchos de los refugios antiaéreos de Valencia que tampoco están catalogados, como el del Mercado Central, al que se puede entrar por la Concejalía de Comercio, o el de la calle Periodista Azzati nº11, cuya puerta de entrada se encuentra en una zapatería que ha cerrado. La ausencia de protección es lo que explica porque en ocasiones València ha perdido patrimonio inmueble, haciendo de ella una ciudad a veces sin memoria.