Cartografía de nuestras vías mejores. O cómo definir un tipo de ciudad a través de la predilección por unas calles concretas. Incluye recomendaciones para transitarlas
VALÈNCIA. Si se unen todos los puntos de las ubicaciones que a continuación se deslizan, podría trazarse una suerte de cartografía de nuestras calles mejores, es decir, las que más impactan por su memoria, por su belleza, por su agitación o por todo lo contrario.
Agazapadas las calles tras el hype de monumentos y espacios culturales, son el transecto que termina definiendo el orgullo urbano. Dime cuáles son tus calles favoritas y te diré dos cosas: quién eres y cómo es tu ciudad.
Con voluntad de mapeo demoscópico el panel de callejeros descerraja su calle más memorable. Geografía de nuestros pasos. Incluye recomendaciones para transitarlas.
Ubicación: Carrer dels Drets
Bien por su trazado o por su ubicación, siempre me ha guiñado el ojo de una manera especia. Cogiéndola desde San Vicente y en dirección a la Lonja. Ejerce de tortuosa tradición entre el bullicio de la Plaza del Ayuntamiento y el de la Plaza del Doctor Collado, de muy distinta índole. Por el camino te acompañan miradas a la Plaza Redonda, Santa Catalina, la Plaza Lope de Vega, el Mercado Central a través de una mezcla de locales y edificios abandonados con nuevas actuaciones. La dimensión de las aceras obliga a caminar por la calzada con el sabor a vida de barrio que eso conlleva y con una acústica que sorprende por su mudez inesperada. Sugiero completar la experiencia continuando por la Calle Danzas y enlazando con la Calle Baja hasta el Convento del Carmen.
Ubicación: Puente del Real
El paseo más inspirador es el del puente del Real. La vista hacia la cúpula azul del museo de San Pío V o la vista hacia los dos flancos del jardín del Río Turia, donde están las Chorisias (esos árboles gigantes de troncos punzantes). La piedra del puente se entremezcla con la vegetación, la perspectiva hacia los dos lados del río, los atardeceres en el puente del Real son mágicos. Ese recorrido lo he caminado miles de veces, me recuerda a mi adolescencia, a los paseos con mi abuelo.
Ubicación: Puente de Aragón
Es una de las zonas que más transito, y cada vez que paso o paseo por allí me encanta contemplar ese enorme espacio abierto, delimitado por la avenida de Jacinto Benavente y las fincas de la Alameda, el puente del Real y el Palau de la Música. Es una grandísima ágora donde la vegetación convive a dos niveles: los árboles de la Alameda y Jacinto Benavente, a la altura de la calle, y los del cauce del río, cuyas copas asoman para tejer una alfombra verde. Y que también ofrece dos mundos en uno: la superficie, donde la vida transcurre a toda prisa, y el Jardín del Turia, un lugar en el que el tiempo adquiere otra dimensión y la ciudad se vuelve extremadamente amable. Si a eso le sumas la posibilidad de ver un gran trozo de cielo y el sol de poniente, que lo tiñe todo de color miel, te sale una postal de 360 grados en la que podría quedarme a vivir. Si nunca has tomado un café después de comer en una terraza de la Alameda en otoño o primavera, mirando hacia el río, no sabes lo que duele ver el sol hundirse tras los tejados de Capitanía.
Ubicación: Calle la Paz
All margen de porque es bonita de veras, creo que me lleva y me trae de lugares que me gustan mucho de esta ciudad: la Glorieta, el Parterre, la torre de Santa Catalina al fondo, que me lleva siempre a la tierna infancia (tomé la comunión allí), las callejuelas a derecha e izquierda que me conducen a librerías que frecuentaba, a bares donde encontrarme con amigos, a casas que habité y en las que fui feliz, a la plaza de la Reina, y de Santa Catalina, donde tanto he transitado con mi madre porque son su València favorita… Sí, la calle de La Paz y sus lindos edificios a derecha e izquierda, sin duda.
Ubicació: Carrer Túria
El carrer Túria. És un carrer llarg d'un barri (el de Quart) que per a mi representa el trànsit entre la ciutat vella i els espais on he crescut. A més, és el carrer on visc en una casa on sóc la tercera generació que l'habita. Eixe vincle i tindre com a pati de darrere el privilegi del Jardí Botànic fan que el carrer Túria tinga per a mi una significació més que especial.
Ubicación: Carrer de la Barcella
Hace años descubrí lo inspirador que resulta atravesar el Carrer de la Barcella (Calle de la Barchina) viniendo de la Plaza de la Reina en dirección a la Plaza del Arzobispo. Se debe cruzar de noche, entre semana, para percibir el cambio en el sonido de nuestros propios pasos. Hay un arco que enlaza el Palacio Arzobispal con la Catedral que marca el tránsito de una ciudad a otra y el cambio de ritmo vital que esto conlleva. Me gusta mucho el curso sinuoso, como de río, de este paseo físico y temporal, la sensación de navegar dentro de la ciudad, la impresión de remontar un estado de ánimo. Se pasa inesperadamente de un ambiente urbano y de un entramado muy racional a una zona inesperadamente abierta, hecha de historia, círculos y dilemas ondulados, en la que el tiempo parece haberse detenido o marchar hacia atrás.
Ubicació: Carrer Colom
En un primer moment haguera dit Sant Ferran, connector dels meus quatre xicotets grans plaers d’un matí de dissabte: croqueta de pollastre rostit al Central Bar + “cuarto y mitad” de tot l’aparador de Jamones El Maño + els llibres amb “ç” de Fan Set + llet merengada a Daniel. També haguera pogut contestar que la plaça Dr. Collado, escenari de tantes vesprades de cerveses engatussadores, entre elles la primera que em vaig fer amb el meu ara marit. Tot i que la justa mereixedora del títol actualment és l’avinguda Burjassot, epicentre del meu barri, Marxalenes, convertit ara en cigne blanc a Bombas Gens gratias. Però... a qui anem a enganyar? A fer la mà, ho dic: el carrer més inspirador de València és Colom (i adjacents).
Ubicación: Gran Vía Marqués del Turia
Porque nací y viví muchos años en ella, por que su nombre nos recuerda un personaje valenciano que a comienzos del siglo veinte lideró un proyecto modernizador e ilusionante para la ciudad como fue la Exposición Regional Valenciana, nombre y personaje que además es de todos y no genera controversia, porque para mi tiene una belleza mayor que la de otras vías de la ciudad, por su fuerte personalidad que contribuye a dotar de mayor originalidad a la ciudad. Por los monumentos que existen en sus espacios centrales desde el labrador valenciano hasta el Marqués de Campo, por su riqueza arbórea desde las washingtonias gigantes hasta el ficus pasando por los pinos y los plataneros, por su riqueza arquitectónica desde la Torre Valencia del arquitecto madrileño Gutierrez Soto hasta su opuesta la Torre Illueca del valenciano Luis Albert.
Por sus interesante paisaje, riqueza y diversidad arquitectónica como por ejemplo desde el modernismo de las Casas Chapa, el edificio Ortega del arquitecto Manuel Peris en el 9 o el edificio de Gran Vía 1 de Demetrio Ribes hasta el edificio Barona de Goerlich en el 70. La casa de las golondrinas o los racionalistas del 48 al 54 de Cayetano Borso di Carminatti o otros de Rieta junto a otros edificios contemporaneos de los 70, 80 y hasta 90. Porque une dos zonas tan interesantes de la ciudad como son el barrio de Ruzafa y el Turia, siendo además una de las salidas hacia el mar. Porque a pesar del paso del tiempo se conserva bastante bien y no ha sufrido perdidas significativas como el edificio Payá de Cortina o el Colegio de los Dominicos. Por algunos establecimientos emblemáticos como Acuarium, por ser una arteria vertebradora del ensanche que une calles tan interesantes desde el punto de vista cultural, de paisaje urbano, comercial, de ocio, gastronomía, de monumentos falleros. Por dar también cobijo a otra plaza de la ciudad con mucha personalidad como es la de Cánovas o el curioso pasaje comercial que une la gran via con cirilo amorós y donde en los 70 y 80 acudimos a comprar los discos a Viuda de Miguel Roca. Porque me recuerda cosas que la ciudad ha perdido como la histórica Bimbi o los cines Gran Vía y Acteón o las bodegas murgui. Por su vida, riqueza, diversidad y colores desde el hotel Dimar y su original entrada de parking, a la librería París Valencka, Barreira o los helados Gran Vía, por tantas y tantas cosas…
Ubicación: Plaza del Tossal
“El eje central del Barrio del Carmen, un punto de encuentro de un barrio multicultural que sigue manteniendo el encanto de uno de los mejores centros históricos de Europa. Sentarse en cualquiera de sus terrazas y observar el ir y venir de todo tipo de gente aunque últimamente copado por turistas, a mi parecer, demasiados. Me inspira mucho el estar en calles con historia, perderme por ellas, visitar antiguos establecimientos que apenas sobreviven y que cuentan con oficios antiguos y artesanales, teatros, locales de ocio, salas expositivas y una amplia oferta gastronómica.”
Ubicación; Calle la Paz
Me encanta su perspectiva y la torre de Santa Catalina al fondo. Me resulta muy afrancesada y cosmopolita y en ese punto me gusta. Además de tener edificios emblemáticos como el hotel donde se alojó Machado durante la guerra.
Ubicación: Gran Vía Marqués del Turia
Cuando yo nací mis padres se trasladaron a vivir a la Gran Vía. Tengo infinidad de recuerdos de pasear por sus jardines. Luego nos trasladamos de casa y cuando fui mayor me volví a comprar una casa allí que es donde vivo actualmente. Mucha parte de mi vida se ha desarrollado y se desarrolla sobre ella. Mi falla también está ahí y siento mucho orgullo de barrio. Toda mi València se desarrolla en torno a ella”.
Ubicació: Carrer Salvador Giner
Fa poc em van fer una pregunta semblant des de Desfici Magazine, sobre els meus llocs més emblemàtics del centre de la ciutat i, curiosament, els quatre que em van vindre al cap van ser places: la plaça de la Universitat, la del Mercat, la del Doctor Collado i la del Carme, supose que, per una banda, per la possibilitat de viure-les com a lloc de trobada i conversa –més que els carrers– i, per una altra banda, per la confluència d’edificis d’èpoques històriques diverses que “dialoguen” entre ells com si estigueren allà de tota la vida, però evidentment no és així. Que l’edifici universitari de la Nau dialogue amb el Col·legi del Patriarca –quan en teoria representaven i representen coses ben diferents– m’encanta; o que la Llonja ho faça amb la façana barroca de l’església de Sant Joan i l’arquitectura modernista del Mercat Central; o que la part de darrere de la Llonja de la Seda ho faça amb el Café Lisboa i amb l’olivera de la plaça Doctor Collado, que recorda l’antiga Llonja de l’Oli, també gòtica, que hi havia allà fins a 1877; o que el convent del Carme estiga davant del palau de Pineda, construït per un dels intendents borbònics més corruptes del període posterior a la guerra de Successió...
Si parlem estrictament de carrers, que conviden més al moviment, també seria difícil quedar-me només amb un. Em decante, evidentment, pels que estan fets per a vianants o hi predomina el trànsit de vianants. Passejar pels carrers amagats de Sant Bult i de la Seu-Xerea, per exemple, sempre ompli de goig l’esperit, amb la simple combinació de la llum de València, les cases, algun que altre palauet o campanar ací i allà, bars de tota la vida que resistixen, atzucacs, etc. Però, per una qüestió d’ús, em quede amb els dos carrers del Carme pels quals solc accedir a Ciutat Vella. Visc a Marxalenes i normalment hi entre pel pont de Sant Josep –que és meravellós que l’acaben de fer per a vianants i bicicletes– i pel carrer Salvador Giner. On posen la falla de Na Jordana, per a entendre’ns.
Com a historiador irredempt que sóc, m’imagine entrant per l’antic Portal Nou, l’altre gran portal monumental de les muralles de València, com els de Serrans i Quart, però este va ser malauradament enderrocat en 1865. Sempre em fa la sensació que per allà entre a un territori màgic, el de l’antiga València medieval. Al final del carrer, a mà dreta hi ha el carrer dels Horts, pels horts urbans que es van instal·lar en els segles XVIII i XIX després d’assolar l’antic bordell municipal, i a mà esquerra el carrer Museu, que dóna al convent del Carme –on abans hi havia el Museu de Belles Arts–, un dels monuments que més m’estime de la ciutat i l’exemple paradigmàtic del que es podria fer amb el convent de Sant Doménec, ocupat encara per l’administració militar –que podria estar en qualsevol altre lloc–.
L’altre carrer pel que solc entrar a Ciutat Vella, i que m’aporta una permanent connexió amb València, és el de Serrans. Ací el portal sí que s’ha conservat, el més noble i magnificent, i després de travessar-lo tot el carrer és un goig d’activitat urbana, amb bars, botiguetes, art urbà, un centre sindical, una residència, el refugi antiaeri de la Guerra Civil acabat de museïtzar, el campanar de l’antiga església de Sant Bartomeu integrat en un edifici de Javier Goerlich, una reculada de les edificacions a mig carrer que fa una falsa placeta, etc. M’agrada molt eixe microcosmos en permanent ebullició. A més, sempre m’enrecorde de la colla d’amics que feien la revista Pensat i Fet en la dècada de 1910, que tenien un piset allà i passaven les estones en la balconada de cara al carrer, tocant música, fent poesia i imaginant unes falles i una València millor. M’inspira i em motiva a seguir disfrutant i coneixent encara més la història d’una ciutat que tots sabem que no s’acaba mai...
Los Arcos de Alpuente es considerado Yacimiento Arqueológico y declarado Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Monumento