Vinos de charla y de verdad

Dominio de Rodeno, microbodega biodinámica del Palancia al rescate de la mondragón

Este es un proyecto de crear y compartir vida para ser feliz.

| 17/02/2023 | 5 min, 16 seg

Francis Sánchez Martínez llegó a Azuébar para trabajar sus raíces personales mediante vinos parcelarios de suelos de rodeno y las cepas de mondragón del año 1965 le sorprendieron hasta el punto de trabajar para recuperarlas con una experimentación digna de tesis.

La carretera de Eslida a Azuébar es serpenteante y preciosa, está llena de verdes, alcornoques en las laderas y la inmensidad de la Serranía los complementa al otro lado del valle. Justo antes de llegar a Azuébar, gran parte de las montañas están desnudas, llanas, sin follaje, como una tierra apagada, aparentemente deshabitada tras el devastador incendio forestal del verano del 2022 en Bejís. Hay un pico con una ladera lisa y la otra llena de árboles, el contraste abruma y tinta el resto del camino marcado por el silencio.

Entrando en Azuébar se reconoce Dominio de Rodeno, que ya promete a simple vista ser una bodega de garaje. Efectivamente, Francis Sánchez rompe el silencio con un brillo azul en los ojos y una sonrisa tímida, abrió la puerta para mostrarnos los 36 metros cuadrados, cuatro depósitos y siete barricas. Aún no hay botellas, pero sí ideas claras, tanto como para probar las bases de sus tintos inacabados y entender la dimensión de un proyecto personal marcado por la vida de Francis, la pasada y la futura, todo en clave regenerativa.

“Estamos en el mediterráneo y buscamos color”. Francis trabaja con suelos de rodeno y arcilla. Uno de ellos, en su momento, pertenecían a las Bodegas Almarós de la familia Sales-Marco en el término de Soneja y Paraje Natural de la Dehesa de Soneja. Dominio de Rodeno ha supuesto ese ansiado relevo generacional, tras la jubilación y cese de actividad de Almarós. Unidas a otras parcelas de distintos orígenes, Francis dispone de tres hectáreas entre tinta fina, cabernet, merlot, garnacha y la desconocida mondragón.


Con la intención de formar familia junto a su mujer Victoria Petridi y comenzar una nueva vida, dejaron atrás la pandemia y su anterior trabajo que le obligaba a viajar mucho. Con él crearon la figura de ambassador nacional en Grupo Faustino, La Rioja; es miembro comité de cata en la guía Melendo del Champagne. El que fue nariz de oro a temprana edad, decidió emprender el proyecto que realmente le apasionase y compraron una casa en Azuébar con un garaje adherido. Dominio de Rodeno es un proyecto de crear y compartir vida para ser feliz: “Vengo a trabajar mis raíces”, y aunque es de Vall d'Uixó, sus padres están directamente vinculados con el pueblo de Azuébar.

Pisar las parcelas de Francis es hablar de Nicolas Joly, uno de los más importantes pioneros de la viticultura biodinámica, de quien se empapó y se convenció del método que necesitaba el mundo y las raíces. Raspones secos en el viñedo, ortigas, infusiones de manzanilla, compostaje biodinámico, aromáticas entre cepas, mulching mientras la cubierta vegetal se forma. La precisión le lleva a buscar tratamientos para cada zona de la parcela. Aunque el verdadero trabajo está en la parcela de la mondragón.

“Un trabajo a dos bandas” dice Francis que a la recuperación que ya es complicada y eterna se le suman la doma de las variedades foráneas en el mediterráneo como la garnacha que viene de Aragón. ¿Y la mondragón? Es un biotipo complicado de encontrar sus matrices. Tiene su teoría formada a base de preguntar a personas mayores, libros antiguos y otras investigaciones. “Puede ser una variante de monastrell-murviedre, un biotipo que iban apartando”.

La mondragón es una variedad rústica y muy ácida de la que se tiene poco conocimiento. “Antes se plantaba porque se adaptaba a lo que entonces ocurría, pero que no es lo que pasa hoy”. Necesita altura, antes se vendimiaba en noviembre y ahora ya pide en septiembre. Su parcela de esta variedad fue tocada por el incendio de este verano, perdió lo que iba a ser la primera cosecha y aún tardará cinco años en trabajarla para tener un vino monovarietal sólido para entenderla mejor. Tiene plantadas 40 cepas de mondragón en diferentes puntos de la sierra para investigarlas. Este será el tercer año que la trabaja y afirma que podrá comenzar a entender hacia dónde irá. Está convencido que funcionará porque este clima mediterráneo de la zona del Palancia es muy montañosa con influencia continental, vientos y heladas a veinte kilómetros del mar. De momento, esta parcela “está hippy”, practica una viticultura regenerativa extrema para recuperar su fuerza. De momento, la mondragón solo estará presente en forma de coupage con garnacha. Ojos negros será el homenaje a la parcela que se incendió, plantada en el 65 y aún resistente.

Seguiremos de cerca a Francis y a Dominio de Rodeno, que promete revolucionar la zona del Palancia con su método fiel a la biodiversidad, a los suelos, a las variedades, las parcelas y al terruño. No tardaremos mucho en catar la Danza de los Corzos, Tempranillo en suelo de rodeno que por lo que suele ofrecer se espera un vino con brillo, amplio y fino.

El Rodeno es una gran proporción de cuarzo y un poco de feldespato, miles de años de viento y lluvia, erosión y suelo arenisco concentrado en forma de mineral. Salvando las distancias con el máximo respeto, Francis gusta de asemejarlo a las pizarras de licorella de Priorat “por el drenaje del agua, no se compacta, las piedras realizan de falso filtro, las raíces pueden llegar más lejos, y suelen ofrecer vinos con una particularidad muy personal, buena acidez y con pH chulo”.

Estamos en la Sierra de Espadan Dominio de Rodeno promete cosas locas y pelea consigo mismo para buscar esa identidad y respetar la radicalidad jovial y disfrutona que para él representa el vino. Quiere una bodega con vinos de charla, vinos de verdad y ser feliz.

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