Tras su reforma, la cocina de allá y de acá de Germán y Carito da un paso más en busca de ser “la casa de comidas” más cálida de Ruzafa
Comí con Germán y Carito no mucho antes del cierre (temporal) por reforma. Cómo son estos pibes. Dos pilas de hidrógeno, dos turbinas centrífugas sobre las que vira buena parte de la tensión gastronómica que se respira (todavía) en Ruzafa. Se nos fue Ricard y se nos fue Entrevins pero nos queda Fierro, nos queda Patxi Alonso y nos queda Nozomi. Hay esperanza para la alta cocina en el barrio hipster.
La reforma, me cuentan, ha sido cosa de Silvia Bellot de Mediterranean Nomad: más calor y más color. Necesitaban un punto más acogedor y aquí lo tienen —Petrona ya es nuestro Cheers, nuestro Central Perk, nuestro bar de Moe: ese restorán que cruza la línea del servicio para ser casa. Buen café, prensa del día, cómics de Gotham (no os perdáis Piruetas de Tillie Walden) y las tartas de Carito, qué jodido sábado más perfecto.
Yo intuyo una temporada con un giro hacia una propuesta más intensa, más cocina. Siempre más. Si es que les va el mambo...