Hoy es 11 de octubre
El comité de la World Design Organization vivió la ciudad desde arriba, desde abajo y desde dentro, conoció de primera mano historias de diseñadores, de empresas, y de instituciones con el diseño siempre como hilo conductor vertebrando un discurso que es historia de la ciudad de València
Hoy hace una semana amanecían en València los tres miembros de la delegación de la World Design Organization encargada de examinar de cerca la candidatura de la ciudad para ser Capital Mundial del Diseño en 2022. Tras su desayuno tuvimos la primera toma de contacto con ellos los representantes del proyecto en una breve reunión en la que se encargaron de romper rápidamente el hielo y cualquier tipo de muro institucional para presentarse como amigos que venían a palpar todo el excelente trabajo que habíamos realizado, les resumimos diez siglos de historia en apenas quince minutos y pusimos rumbo a la primera recepción oficial, la del Alcalde en el Ajuntament de València, que supondría el disparo de salida para dos jornadas que condensaban la riqueza del sector del diseño valenciano y su lado más experiencial.
El día anterior aterrizaba Brandon Gien desde Australia mientras que Andrea Springer y Bertrand Derome llegaban desde sus conexiones de origen Canadá. Son tres de los cuatro miembros del comité del proyecto World Design Capital, una iniciativa que la World Design Organization lleva desarrollando desde 2008. Por su cuenta prefirieron estar libres al llegar, y su primera experiencia paseando por el barrio del Carmen nos confesaron que supuso una primera imagen e impresión alegre y acogedora.
Volvimos pues a esas calles el lunes por la mañana. El trayecto, a pie hacia la recepción, supuso recorrer la calle del Almudín para encontrarnos casualmente con un Premio Nacional de Diseño, Daniel Nebot, abriendo la persiana de su estudio. Primera gran sorpresa, sonrisas y atravesar la majestuosa Plaza de la Virgen y la de la Reina para que nos dijesen que los valencianos debíamos estar demasiado acostumbrados a tanta belleza para no detenernos a cada paso. Nuestra sensación como locales es que ya los teníamos bastante ganados, algo que no hizo más que aumentar durante los dos días de la visita en la que estuvimos acompañados y guiados por David Arlandis de Turismo Valencia, entidad colaboradora con la candidatura, responsable de que absolutamente nada fallase.
La entrada al Ayuntamiento fue acompañados de prensa, cámaras, fotógrafos y periodistas que evidenciaban el gran interés general que había traído a la ciudad la candidatura y ser ya finalistas de este título mundial, cuya ciudad designada será anunciada en octubre de este mismo año.
Que el diseño esté en la agenda política y mediática es uno de los grandes triunfos alcanzados por esta candidatura. Decíamos en diciembre del año pasado que no estábamos únicamente gestando un evento sino iniciando un proceso, y la cantidad de impactos en medios de comunicación ha sido una buena vara de medir el avance de este proceso. De hecho, la propia organización internacional valoró muy positivamente el calado general de la candidatura en la ciudad.
Las visitas, excelentemente guiadas a La Lonja y Museo de la Seda, en medio de las cuales atravesamos el Mercat Central, pusieron al comité al tanto de la importancia comercial de València a lo largo de la historia, como del Siglo de Oro y del vetusto legado del diseño, con un salto en la historia hasta el siglo pasado para adentrarnos en el MuVIM (aún impresionados por los telares del museo anterior) y en la exposición de Dubón, al que presentamos como el primer diseñador gráfico valenciano y cuya muestra impresionó a la delegación internacional, que deleitó la primera comida, aprovechando la cercanía y siguiendo con la premisa del recorrido experiencial, en el Trinquet Pelayo, a la vez que descubrían este, para ellos, nuevo deporte y se adentraban en la gastronomía típica valenciana bajo una escultura de vareta que a la vez nos servía de introducción al mundo fallero.
Aun manteniendo la gran profesionalidad que tuvieron en todo momento, en este punto ya había una complicidad patente en cada conversación entre ambas partes y con cada nueva presentación. Esto también nos hacía estar cada vez más entusiasmados (el entusiasmo ha sido siempre una constante), y ver que el esfuerzo de las últimas semanas organizando estas dos jornadas tenía como recompensa tres caras de agradecimiento continuado, y que se lo estaban disfrutando, nos complacía por completo y compartíamos momentos de sorpresa en las visitas.
Casi sin respirar (este primer día fue bastante intenso) estábamos ya en un encuentro excepcional entre diseñadores de distintas disciplinas que evidenciaron el carácter transversal de la bien avenida comunidad profesional del diseño valenciano. Moda, gráfico, industrial, interactivo, interiores o arquitectura, todos diseñadores, compartiendo refrescos y café en un Convent Carmen engalanado con la imagen de la candidatura para esa sobremesa en la que no sólo hubo un discurso de cohesión, sino que se sintió en un emocionado ambiente con testimonios improvisados que podrían pasar por charlas TED de la mano de Josep Lozano, Jaime Hayón o Adrián Salvador, dando respuesta y casi dejando sin palabras a Andrea, Brandon y Bertrand que por cierto no dejaron pasar la oportunidad de hacerse una foto con Francis Montesinos, leyenda que nos acompañó en el encuentro.
El relax, si es que podemos llamarlo así, lo encontramos en una reunión con el equipo organizador de la candidatura, quienes respondimos a dudas que el proyecto les suscitaba a nivel de programa. Se les quedó sólo la duda de algún proyecto que resolviese algún problema de sostenibilidad de la ciudad mediante el diseño, y les emplazamos al dia siguiente en el que teníamos programadas charlas que abordarían no un caso, sino seis o siete. Y tal cual nos subimos a unas bicicletas para bajar, desde el IVAM, al cauce del Turia para que experimentasen el singular proyecto de un río movido de sitio llegando hasta la Ciudad de las Artes y las Ciencias, hilando así un discurso también arquitectónico sobre tradición e innovación en el que terminamos hablando de cine y series de televisión gracias al reconocible escenario en el que se ha convertido la obra de Calatrava.
Y por eso de seguir con lo experiencial y los contrastes, y justo a tiempo para que se pusiese el sol de este primer día (que rindió como 4 ó 5), llegamos al embarcadero de una barraca que nos adentraba a bordo de una barca a una cena navegando l’Albufera. Diseño para los sentidos es lo que les prometíamos, y mientras, ya de vuelta, desembarcábamos, alguien de ellos confesaba que este momento sería una de las instantáneas que recordaría toda su vida.
Al igual que con el diseño, o la gastronomía o nuestros paisajes, los valencianos infravaloramos mucho de lo que tenemos, y es innegable que cuando alguien de fuera viene y nos dice a la cara que somos tan buenos en algo, se nos hincha el pecho.
El segundo y último día de esta visita arrancaba con la recepción del President de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, en una cita que terminó por repasar casos de empresas valencianas que estaban cambiando el mundo con proyectos sociales y de sostenibilidad. Era un adelanto a lo que en unos minutos les contarían los propios artífices de estos proyectos, y es que estas dos jornadas estuvieron repletas de casualidades que enlazaban partes de la agenda con otras. Y fue en este encuentro institucional donde Brandon Gien pronunció por primera vez que València ya era una capital del diseño, pero faltaba que lo supiese el resto del mundo. Una afirmación que a algunos nos supuso otra dosis extra de ánimo para creer más que nunca en una candidatura que no ha hecho más que reforzarse con esta apasionante visita.
Y es que esta visita ha supuesto en sí un nuevo escalón para la comunidad del diseño valenciano, desde los profesionales a las empresas, las instituciones, escuelas y universidades, ya que nos ha enseñado que sabemos remar muy fuerte cuando todos nos unimos con un fin bien definido. Y objetivos no nos faltan al sector creativo valenciano. Nos hemos demostrado mucho, y en cierta forma lo necesitábamos, y es que la capital del diseño es una cuestión de amor propio.
Buena muestra del buen estado y de lo que el diseño valenciano contribuye a la sociedad, no sólo la local o autonómica sino la global, fue la visita a la Fundación Bancaja, que exhibe actualmente una muestra que repasa las tres décadas de diseño desde la Universidad Politécnica de València y, guiados por el comisario de la misma, Gabriel Songel, el comité pudo seguir corroborando ese gran nivel valenciano hacia el mundo. A posteriori, sin salir del edificio, reunidos en una sala asistimos a las charlas exprés de Chele Esteve, Manolo Martinez Torán, Manolo Bañó, Carlos Ferrando de Closca, Andrés Alfaro, Fran Silvestre, Miguel Arráiz, Ana Gea y Víctor Palau de Gràffica y de nuevo Gabriel Songel, quienes dejaron anonadados a los tres delegados de la World Design Organization que de nuevo se quedaron sin palabras para, simplemente, aplaudir sin cesar cada proyecto presentado.
A estas alturas ya estaba clara la gran relevancia y buen momento del diseño valenciano, fruto de generaciones previas de algunos de los mejores profesionales españoles con éxitos a nivel internacional. Teníamos a los miembros del comité enamorados, literalmente, del diseño valenciano. Sólo se sentían mal por no haberlo conocido antes, y volvieron a incidir en esa necesidad de que todo el mundo pudiese hacer este viaje que ellos habían hecho a una ciudad que, repetían, ya era una capital del diseño. Y a mí esto sólo podía presagiarme cosas buenas…
La comida, en lo alto del Mercado de Colón (con la historia modernista que lo rodea y un nuevo episodio de tortícolis), corrió a cargo de Ricard Camarena, con muchos paralelismos entre diseño y gastronomía, y de allí a Bombas Gens, un proyecto cuyo “amor al arte” dejó mudo (sí, otra vez) al comité.
Decíamos que ya conocían este sector profesional valenciano, y para ir clausurando la visita llegamos a la Marina de Empresas con una visita a EDEM Escuela de Empresarios y a Lanzadera con Hortensia Roig como anfitriona junto a su hermana Amparo Roig quien asumió la parte más arquitectónica y proyectual de la presentación del lugar. Allí teníamos previsto encontrarnos con una veintena de empresas, organismos e instituciones que respaldan el proyecto de candidatura, un aval que la candidatura necesitaba y una serie de intervenciones para enmarcar que terminaron con un discurso de gratitud por parte del comité que a veces no podía contener cierta emoción y se salía del guión, lo que generó un aplauso colectivo que cerró el encuentro.
Tras esto quedaba una última presentación, la del proyecto de La Marina de València, un gran ejemplo que posiblemente el comité esperaba ya que La Marina era uno de esos temas que había surgido en diferentes momentos de las dos jornadas, un caso que demuestra cómo con estrategias de diseño y desde la innovación se puede recuperar un lugar, devolvérselo a la ciudad y abrirlo al público.
El trabajo ya está hecho. El comité vivió la ciudad desde arriba, desde abajo y desde dentro, conoció de primera mano historias de diseñadores, de empresas, y de instituciones. Vivimos momentos emocionantes con discursos sobre València que aún me ponen los pelos de punta, navegamos por l’Albufera, subimos a lo alto de la Lonja, recorrimos La Marina, nos contaron cómo es el proyecto valenciano de Hyperloop, atravesamos el Mercat Central, comimos paella y gambas, nos dio un soplo la brisa del mediterráneo, viajamos a la cartelería del siglo pasado o bajamos a los restos de una bodega de hace siglos, con el diseño siempre como hilo conductor vertebrando un discurso que es historia de la ciudad de València.
Gracias a todos los que participaron en estas dos jornadas, y a quienes llevan más de tres décadas luchando desde dentro o apoyando el diseño valenciano, hemos llegado hasta aquí. Ahora, ¡a por la capitalidad!