La iniciativa Grupo de Espectadores permite asistir a diferentes fases de la puesta en marcha de varios espectáculos (desde el proceso de documentación hasta los últimos ensayos) y compartir el proceso con actores y dramaturgos
VALÈNCIA. Cae el telón. Se apagan los focos. Aplausos. Y ahí estás tú, en pleno vórtice de fascinación por la obra que acaba de transcurrir ante tus pupilas. Por los personajes, los conflictos abordados, el uso de la escenografía... ¿Qué caminos habrán recorrido los creadores de la pieza hasta ese momento del estreno absoluto? ¿Cómo han logrado que todos los elementos cristalizaran de esa manera y no de otra? ¿Qué rutina habrá seguido la compañía? ¿Por qué eligieron esas palabras y no otras para edificar los diálogos? Pues a todos esos interrogantes trata de responder el Grupo de Espectadores, un proyecto surgido a través del programa de residencias artísticas Graners de Creació que permite acercar a la ciudadanía el trabajo escénico en todas sus vertientes. Vivir una ficción desde sus cimientos.
“Lo que pretendemos es que los participantes conozcan algo más allá de lo que se ve al acudir a las representaciones. No se trata de hacer un club de fans, sino de observar cómo trabajan los creadores”, apunta Elisa Matallín, mediadora cultural y responsable de la iniciativa junto a Laura Pastor. Con este objetivo, en cada sesión asisten al proceso de trabajo de una compañía distinta que se encuentre confeccionando alguna de las piezas que integran la programación de Graners. En algunas ocasiones, llegan a obras que están al borde del estreno y, en otras, viven junto a los dramaturgos la construcción misma del texto. Así, por ejemplo, han compartido con Hongaresa Teatre las lecturas de texto de su obra Piedra y encrucijada y han acompañado al colectivo Miss Panamá en la elección de efectos sonoros de Proyecto Kapowsky. Junto a La Lola Boreal vivieron el ensayo de Spoiler Alert: no som unes YouTubers qualsevols y asistieron a una prueba de iluminación y escenografía de la producción El Limpiaculos del rey, firmada por Alarcón & Cornelles.
Encuentro a encuentro, los participantes en el Grupo de Espectadores van explorando las intimidades de las artes escénicas, sus recovecos, su complejidad cotidiana, sus estadios de actividad. Descubren los escollos que pueden ir surgiendo a la hora de poner en marcha una producción, pero también las victorias de lograr llevar una idea a las tablas. Además, comparten sus impresiones sobre los personajes con la compañía, aconsejan, lanzan alguna crítica o matización, proponen modificaciones… También reflexionan sobre la precariedad de los trabajos culturales o sobre las características de las artes escénicas contemporáneas. De esta forma, la iniciativa no logra solamente nutrir a esta audiencia de información sobre el universo escénico, sino también fomentar los lazos entre público y creadores. “En ocasiones esas sugerencias hacen que el equipo artístico se plantee algún cambio y en otras hace que se reafirmen en su primera idea. En cualquiera de los casos, creo que es algo enriquecedor para la compañía. Además, para Graners de Creació es muy importante que las compañías residentes puedan tener un feedback con la sociedad”, apunta Matallín.
“Las sesiones que más me interesan son en las que podemos ver el proceso de creación de la obra, más que los ensayos. Yo hago algo de teatro amateur y creo que es una forma muy buena de aprender observando cómo trabajan los profesionales desde cero”, apunta Merche Subiela. En la misma línea se manifiesta, Josefa Meri, quien llegó al Grupo de Espectadores a partir de su experiencia con el teatro fallero: “Es increíble ese momento en el que vas viendo cómo, a partir de un puzle de ideas sueltas, los dramaturgos van encajando todas las piezas. No he visto dos procesos creativos iguales, no existe una fórmula. Cada compañía construye su producción de una manera distinta”. “Se parece a ver a un músico componer una partitura”, apunta Alicia Enguídanos, otra de las integrantes de esta iniciativa. Prima aquí el amor por el hecho escénico en todas sus etapas, el deseo de contemplar cómo se teje una ficción ante tus propios ojos, cómo se decantan conceptos hasta transformarlos en espectáculo.
“De hecho, cuando plantemos esta mediación, pensábamos que las compañías no iban a querer que viniera gente a observar esos momentos de creación. Y es cierto que, al proponérselo, dudan un poco porque creen que, si no están ensayando, su trabajo no va a resultar estimulante. Piensan que los espectadores no van a querer ver toda la preparación previa que realizan, pero resulta que es todo lo contrario. Además, una vez comienza la sesión, se olvidan de que estamos allí pululando y se comportan con total naturalidad”, señala Matallín, quien ya contempla la posibilidad de crear una Asociación de Espectadores que se extienda más allá de los proyectos que componen Graners de Creació, “se ha corrido la voz y ya hay varias compañías que quieren mostrar su trabajo”.
Cuando nos encontramos, el Grupo de Espectadores está realizando una sesión con Caterva Teatre, compañía que se encuentra inmersa en la preparación de la obra Juliet, una pieza sobre pilota valenciana que se estrenará en enero de 2020 en la sala Espacio Inestable. “El punto de vista externo siempre es interesante. Nosotros nos encerramos a trabajar casi en una burbuja durante días y días, así que de pronto conocer la opinión de alguien que viene de fuera ayuda mucho y puede servirte para que abras los ojos ante algunos asuntos que habías pasado por alto. Además, creo que hay que transmitir que la dramaturgia es algo abierto a la ciudadanía, algo que se puede compartir”, apunta Jaume Ibáñez, integrante de Caterva Teatre y director de Juliet.
No es extraño que las compañías inviten a compañeros de profesión a algunos de los ensayos para conocer su opinión, “pero este proyecto es distinto: por una parte, porque se trata de público objetivo, no de trabajadores del circuito teatral. Pero, además, porque podemos mostrarles los primeros estadios de la pieza y, escuchando sus puntualizaciones, todavía estamos a tiempo de rectificar cuestiones de peso”, destaca Ibáñez.
En este caso, la llegada del Grupo de Espectadores coincide con el tiempo dedicado a revisar la documentación audiovisual que los miembros de Caterva habían recopilado hasta la fecha. Un proceso muy alejado de focos y oropeles, pero que constituye el hervidero ideal para que la inspiración cabalgue a sus anchas. “Nosotros trabajamos mucho desde el plano mental: hablamos sobre la historia de los personajes, sobre ese tejido que tiene que sustentar la obra, así que cuando nos ponemos de pie y empezamos a ensayar ya está todo bastante claro”, resalta Ibáñez. “Es increíble descubrir la cantidad de horas de trabajo y de reflexión que hay detrás de una obra, o incluso de una sola escena…”, reflexiona Paqui tras una tarde observando a los integrantes de Caterva describir personajes, debatir sobre posibles recursos escenográficos y plantear diferentes puntos de vista para contar la historia de los pilotaris Julio Palau Lozano i Albert Arnal Navarro.
Abierto a toda la ciudadanía, el Grupo de Espectadores recoge a vecinos con muy distintas edades y profesiones, pero con un denominador común: su pasión por las artes escénicas. Y, sin embargo, no importan cuan acostumbrados estén sus ojos a los focos y los telones alzados, los integrantes de este proyecto de mediación acaban por descubrir en sí mismos una nueva mirada: “cuando acudes como público a una representación teatral estás pendiente de la actuación en sí, pero observando el trabajo desde dentro estás mucho más receptiva a los pequeños detalles: cómo se mueven, cómo eligen las palabras...”, apunta Alicia.
Amante de las bambalinas en todas sus vertientes, Celia Rodríguez estuvo 20 años participando en la Asociación de Teatro de Requena, ya instalada en València “echaba en falta ese contacto con la escena y cuando apareció la oportunidad del Grupo de Espectadores me lancé ciegamente. Para mí es una forma de seguir vinculada a este mundo desde sus entrañas”. Este fervor se potencia todavía más al poder contemplar el trabajo tras el telón: “Estar en contacto con los dramaturgos, poder hacerles preguntas, conocer sus motivaciones…esa cercanía resulta muy estimulante y te anima a querer ir más a las salas. Además, estamos tan cerca, vivimos cada sesión con tanta intimidad que casi estamos creando con ellos”, subraya Merche. Un sentimiento de pertenencia que comparte también su compañera Alicia: “en cierto modo, nos sentimos partícipes de la obra porque podemos aportar sugerencias y compartir opiniones, ya sea apuntando lo que nos ha gustado o lo que no…”. Así, algo tan revolucionario como conversar puede lograr que la distancia entre espectador y creador se difumine hasta conseguir que el recién llegado a la sala sienta que algunos gramos de esa producción en crecimiento también son suyos.